Elecciones

Opinión: Las elecciones que ha ganado Zelenski en Ucrania

El presidente ucraniano Vladímir Zelenski, votando en su colegio electoral/EFE
El presidente ucraniano Vladímir Zelenski, votando en su colegio electoral/EFElarazon

Las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2019 en Ucrania abren un periodo de gran incertidumbre para el país. Por un lado, superan la era de los partidarios de la entrada en la Unión Europea, trayendo de vuelta a algunas figuras políticas prominentes de los tiempos de Yanukovich; y preparan el terreno para reconciliarse, al menos parcialmente, con Rusia. Una reconciliación que se basará no tanto en acuerdos geopolíticos, sino más bien en los intereses económicos de varios grupos de poder. Por otro lado, se consolida formalmente la vocación pro-occidental y pro-europea de Ucrania desde el rechazo popular a Rusia: ampliamente compartido en todos los estratos de la sociedad ucraniana. Por lo tanto, diría que el mayor reto en la política interior será el derivado de un probable enfrentamiento entre la voluntad del Gobierno de cooperar con Moscú por el bien de algunos oligarcas (en primer lugar, el señor Kolomoysky, principal apoyo financiero del nuevo presidente; y seguramente también la señora Timoshenko, que sueña con volver a ser la primera ministra) y los posiciones de las fuerzas más «patrióticas», representados en primer lugar, por las 350.000 personas que participaron en el conflicto militar frente a los separatistas pro-rusos en las regiones orientales de Ucrania.

También diría que es casi imposible que el nuevo equipo consiga grandes logros en la política exterior. El acuerdo de asociación y el régimen de libre visado con la Unión Europea, los vínculos fortalecidos con la OTAN, una Iglesia ucraniana independiente y autónoma, las sanciones impuestas a Rusia como represalia por su agresión contra Ucrania todo esto eran las metas de los líderes anteriores, y ya no hay ninguna más en el horizonte–. Esta doctrina en política exterior se basó durante años en la idea de que Ucrania defendía a la Europa «civilizada» de la «salvaje» Rusia. Por este motivo, nadie está buscando ninguna causa por la que luchar en este terreno. Si ahora Kiev decide intensificar el diálogo con Moscú, este pilar desaparecerá, y no hay ningún sustituto adecuado a la vista. Occidente está exhausto de su confrontación con Rusia, y hay que encontrar argumentos lo suficientemente fuertes como para que se comprometa tanto con Ucrania, como lo ha estado desde 2014 (cuando comenzó el conflicto). Ahora que la mayor parte de la población espera que se fortalezcan los lazos con Europa, va a ser muy difícil evitar la frustración en lo que a política exterior se refiere.

La percepción sobre Rusia se irá perfilando en los próximos años, mientras que Moscú se prepara para reforzar el bloqueo energético con las recientes sanciones al comercio de petróleo y gasolina; y mientras persigue su objetivo de desviar el flujo de gas al «Nord Stream 2» (un nuevo gaseoducto de exportación que va desde Rusia a Europa a través del Mar Báltico), que podría entrar en pleno funcionamiento en 2021. El Kremlin quiere que la región del Donbás se reintegre de nuevo en Ucrania, pero con un alto grado de autonomía, haciendo que el país se vuelva disfuncional, con Moscú teniendo un derecho a veto eficaz en áreas decisivas.

La tendencia más preocupante es el continuo regreso de Rusia al panorama internacional, sobre todo con la restauración de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y la posible reconciliación entre Estados Unidos y Rusia. Diría que hoy Ucrania tiene menos argumentos para instigar a Occidente a mantener su presión sobre Rusia que antes. Y cualquier movimiento para solucionar el conflicto en el Donbas ofrecerá nuevas oportunidades, no tanto para Ucrania (excepto para algún político partidario de Putin, como Medvechuk que con resultados como el de hoy en las elecciones, el Kremlin llevaría a cabo un alto el fuego «permanente» en el Donbas, aunque creo que va a ser efímero), sino para Rusia (este es el motivo por el que Moscú se siente muy relajado, no solo promoviendo negociaciones bajo el «Formato de Normandía», sino también intentando crear la fórmula Minsk III.

Por supuesto, por encima de todo esto se puede mencionar que la nueva élite política que viene con el presidente Zelenski es bastante inexperta, tanto en cuestiones políticas, como económicas; lo que puede provocar una gran confusión en casi todas las materias, lo que contribuirá a la inestabilidad de Ucrania en un momento en el que es muy vulnerable. Apostaría a que se va a dar alguna clase de desestabilización política en el país que, con suerte, no desembocará en otro «golpe de Estado» pero que requerirá del apoyo de Occidente.

En mi opinión, lo que Occidente, y principalmente Europa debe hacer estos días es, primero, continuar con su presión a Rusia para devolver a las regiones orientales separatistas al control de Kiev con el pequeño grado de autonomía que tienen, y segundo, elaborar una agenda política que permita a Ucrania integrarse más en la Unión Europea sin provocar muchos roces dentro de la sociedad ucraniana. Por supuesto, todo lo anterior necesita de una situación económica próspera que también deberíamos abordar.

Análisis Vladislav Inozemtsev: Fundador y Director Científico del Centro de Estudios de la Sociedad Postindustrial (Moscú).