Crisis política en París

El decretazo de las pensiones de Macron incendia Francia

La oposición presenta dos mociones de censura contra el Gobierno que no prosperarán por la falta de apoyo de la derecha tradicional

Paris (France), 17/03/2023.- Protesters set fire to construction equipments at Concorde square as people gather near the National Assembly to protest against the pension reform law in Paris, France, 17 March 2023. A second day of protest is expected around the National Assembly after French Prime Minister Elisabeth Borne on 16 March had announced the use of article 49 paragraph 3 (49.3) of the Constitution of France to have the text on the controversial pension reform law to be definitively adopted without a vote. (Protestas, Incendio, Francia, Concordia) EFE/EPA/TERESA SUAREZ
French President Emmanuel MacronTERESA SUAREZAgencia EFE

A tempranas horas de la mañana, ya la ruta periférica que bordea París está bloqueada. Hay humo rojo, pancartas políticas, cantos de protesta y un gran descontento. Cientos de personas han decidido prolongar las manifestaciones que estallaron el jueves en toda Francia, después de que Emmanuel Macron aprobara por decreto la polémica reforma de la pensiones, que retrasa la edad del retiro de 62 a 64 años.

Pero la indignación no se ve sólo en la calle. En el seno de la Asamblea Nacional, dos grupos opositores presentaron hoy sendas mociones de censura contra el Gobierno de la primera ministra, Élisabeth Borne. Una de las mociones viene del partido de extrema derecha, Reagrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen. Sin embargo, sus probabilidades de prosperar son más bien pocas, ya que distintos sectores de la Asamblea ya han declarado que no acompañarán ninguna propuesta de la extrema derecha. Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional francesa, no apoyará ninguna moción de censura que haga caer al Gobierno.

La segunda moción de censura fue presentada por un grupo minoritario en el Parlamento que, por ser centrista, tiene más probabilidades de conseguir alianzas que la extrema derecha: es el grupo LIOT, que reúne a «libres, independientes, diputados de ultramar y territorios». Sólo suma 20 diputados, pero ya cuenta con el apoyo de las izquierdas de NUPES –que reúne a ecologistas, comunistas, socialistas y a la extrema izquierda de La Francia Insumisa de Mélenchon (131 diputados).

Pero es poco probable que esta moción de censura llegue a buen puerto. Su aprobación requiere 289 votos, la mayoría absoluta de los 577 escaños de la Asamblea. Imaginando un escenario donde todas los grupos de la oposición voten en bloque, la suma alcanzaría un máximo de 257 votos. Así, con treinta votos menos de lo requerido, el apoyo de la derecha es vital. Pero el presidente de Los Republicanos, Éric Ciotti, lo ha dicho fuerte y claro: «No vamos a añadir caos al caos, no votaremos ninguna moción de censura».

Cabe recordar que la primera ministra ha sobrevivido ya a doce mociones de censura desde su investidura en el segundo quinquenio de Macron. Con las dos mociones de este viernes, Borne acumula ya catorce intentos de cese, pero, según se perfilan los escenarios, esta vez también caería de pie.

Hasta el jueves, las protestas contra la reforma de las pensiones se habían mantenido dentro de cierto orden y sin violencia. Ese panorama cambió cuando Macron dio por aprobado el proyecto activando el artículo 49.3 de la Constitución, que permite al Ejecutivo aprobar leyes sin pasar por la votación de la Asamblea. Los detractores de la ley salieron espontáneamente a las calles de Marsella, Burdeos, Estrasburgo, Nantes, Lyon, Niza y la Plaza de la Concordia de París sin convocatoria de los sindicatos ni autorización de las alcaldías.

Pero no sólo cambió el impulso libre de salir a protestar, también cambió el carácter de la protesta: los manifestantes se muestran mucho más radicales. Entonar una canción contra Macron ya no es suficiente. Ahora se incendia la basura en medio del caos, se rompen paradas de autobuses o se batalla contra la Policía a pocos metros del Parlamento. Los gases lacrimógenos y los chorros de agua vuelven a ser protagonistas, amén de cientos de detenidos. Universitarios y alumnos de secundaria han decidido igualmente unirse a la protesta, bloqueando unos veinte liceos y universidades. El Gobierno seguramente se salvará de la censura parlamentaria, pero la furia de la calle sigue bien encendida.

Por su parte, los líderes sindicales han llamado a una gran huelga general el 23 de marzo. Se trata de la novena jornada de movimiento social que convoca a trabajadores ferroviarios, conductores de autobús y de metro, maestros, funcionarios, trabajadores petroleros, basureros y todo aquel que se declare contra la reforma.

Pero la huelga indefinida también podría tener fecha de vencimiento: si bien la indignación es un fuerte estímulo para seguir paralizando al país, el bolsillo recuerda a los huelguistas que todo tiene un límite. Cada jornada de huelga es descontada de la paga del mes, por lo tanto el salario comienza a resentirse y la causa podría perder fuerza.