Hungría
Budapest se ofrece como espacio seguro para Putin ante el posible encuentro con Trump
El primer ministro húngaro garantiza al presidente ruso las condiciones para la cumbre ruso-estadounidense en Budapest
Hungría asegura que el presidente ruso Vladimir Putin podrá celebrar en Budapest la cumbre prevista con el presidente estadounidense Donald Trump. Así lo anunció este viernes Peter Szijjarto, ministro de Exteriores húngaro, quien aseguró que Hungría “garantizará que Putin pueda entrar, mantener conversaciones fructíferas y regresar a su país sin impedimentos”. No es un detalle menor. Sobre el líder ruso pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra pero Budapest ya ha dejado claro que no piensa ejecutarla. La escena podría recordar a otra época. En el corazón de Europa, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, se dispone a abrir las puertas de su capital a dos líderes que desde hace años orbitan fuera de los consensos europeos: Trump y Putin en un encuentro que busca poner fin a la guerra en Ucrania y que, a la vez, desafía de lleno a Bruselas.
La cita, todavía sin fecha concreta, fue adelantada el jueves por Trump desde la Casa Blanca tras mantener una larga conversación telefónica con Putin. Según el republicano, el objetivo es “poner fin a esta guerra sin gloria entre Rusia y Ucrania”. Detrás del gesto diplomático hay también una maniobra política y un intento del estadounidense por presentarse como el único capaz de detener un conflicto que ni la OTAN ni la Unión Europea han logrado encauzar. Orbán, por su parte, se apresuró a colgar un mensaje en su perfil de Facebook: “Los preparativos están en marcha”. Horas más tarde, en la radio pública Kossuth, proclamaba que “Hungría es el único país que defiende la paz en Europa” y que su Gobierno ofrece “un entorno estable y seguro” para el encuentro; de trasfondo, la consagración de una estrategia que el primer ministro lleva años construyendo y cuyo objetivo es situarse como puente entre Moscú y Washington, al margen de Bruselas.
Orban anunció en abril la intención de su Gobierno de abandonar la CPI y, sin reparos, recibió en Budapest al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, también requerido por la Corte. La tesis oficial es que las órdenes de arresto no tienen efecto dentro de la capital húngara. Una elección que no es casual. Más allá de su función práctica para eludir las sanciones, la elección de Budapest tiene un fuerte componente simbólico. Fue en esta misma ciudad, en 1994, donde se firmó un memorándum que llevó a Ucrania a desmantelar su arsenal nuclear a cambio de promesas de seguridad por parte de Rusia, Estados Unidos y Reino Unido.
Mientras tanto, Bruselas observa con incomodidad. La Comisión Europea ha intentado restar dramatismo, subrayando que “toda iniciativa que busque una paz justa y duradera es bienvenida”, pero la sensación de desautorización es evidente. Para Ucrania, la noticia tampoco trae alivio. Zelenski, que se reunió el viernes con Trump en Washington, sabe que cualquier gesto hacia Moscú puede traducirse en un cambio en la ayuda militar y en Kiev preocupa que el diálogo con Putin sirva más a los intereses de campaña de Trump que a la búsqueda de una paz real, en un momento en el que están pendientes de la entrega de misiles Tomahawk y sistemas Patriot, que podrían condicionarse al progreso de las negociaciones. La logística del encuentro aún está en preparación. Solo después de las visitas de los secretarios de Estado y negociaciones técnicas se sabrá si el encuentro puede concretarse. De momento, la diplomacia se mueve en los pasillos y, entro otros movimientos, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, viajará a Moscú en los próximos días para preparar el terreno.