Dominio del Báltico
Submarinos, cazas Gripen y una poderosa industria militar: todo lo que Suecia aportará a la OTAN
El país nórdico contribuirá a la seguridad europea con su posición estratégica en el Báltico, sus importantes fuerzas aéreas, su flota naval y su potente industria militar
Al unirse a la OTAN, Suecia, con sus 10,5 millones de habitantes, pondrá fin a más de dos siglos de no alineamiento militar, aunque su neutralidad terminó formalmente en l995, cuando ingresó en la UE. Si bien en los años cincuenta el país nórdico tenía un presupuesto de Defensa de alrededor del 4% del PIB, lo que desalentaba un posible ataque de la URSS al hacerlo demasiado costoso, finalizada la Guerra Fría redujo considerablemente su gasto militar. Pero la guerra de Georgia de 2008 y la anexión rusa de Crimea en 2014 obligaron a Estocolmo a restablecer el servicio militar obligatorio en 2017 y reforzar su seguridad.
Desde entonces, su política de defensa se ha centrado en prepararse para hacer frente a una Rusia cada vez más imprevisible. La invasión de Ucrania en 2022 fue el detonante para que Suecia diera un giro de 180 grados en busca del paraguas de seguridad de la OTAN y solicitara su ingreso en la organización con Finlandia.
En su último informe sobre la seguridad nacional, el Comité de Defensa del Parlamento advertía de que un ataque armado ruso a Suecia es una posibilidad real. «No se puede descartar que la fuerza militar o nuevas amenazas de usar esa fuerza puedan usarse contra Suecia», concluye el texto. La amenaza abarca desde campañas de desinformación, operaciones de influencia, ciberataques y recopilación ilegal de inteligencia a terrorismo, sabotaje y ataques a infraestructuras críticas.
Una vez que los Parlamentos de Turquía y Hungría ratifiquen definitivamente su adhesión, Suecia aportará a las OTAN unas Fuerzas Armadas de 25.000 soldados con equipos de última generación, así como decenas de aviones de combate y cinco submarinos.
Los expertos creen que la entrada de Suecia en la Alianza Atlántica, junto con la de Finlandia en abril, ofrece una mejor protección de las repúblicas bálticas frente a un eventual ataque ruso. La adhesión de Suecia convertirá en territorio de la OTAN todo el mar Báltico, con excepción de la costa rusa y su enclave de Kaliningrado.
Camille Grand, ex secretaria general adjunta de la OTAN, resume que la membresía sueca fortalecerá la seguridad regional, mejorará la disuasión de la OTAN contra la agresión rusa y traerá capacidades militares avanzadas a la alianza. «Es una de las transformaciones más significativas del panorama de seguridad europeo desde la guerra fría», dijo Grand. «Cómo [Vladimir] Putin logró eso es realmente muy interesante».
En caso de un ataque ruso, los Estados Bálticos serían más fáciles de defender: las tropas y el equipamiento podrían llegar a Estonia, Letonia y Lituania mucho más fácilmente por barco desde Suecia a través de la estratégica isla de Gotland. En opinión de Simon Koschut, titular de la Cátedra de Política de Seguridad Internacional de la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen, «con esta gran isla en medio del mar Báltico, Suecia dispone de una base estratégica extremadamente favorable. Desde allí puede controlar prácticamente todo el mar Báltico». Según el experto, la situación geográfica del país es el punto decisivo por el que el ingreso de Suecia resulta tan atractivo para la OTAN, que completa así su ampliación al Báltico y al Ártico.
Para el Gobierno del primer ministro conservador Ulf Krsitersson, completar el proceso de adhesión a la Alianza iniciado un año atrás por su antecesora, la socialdemócrata Magdalena Andersson, era una prioridad nacional. Desde que en abril Finlandia se adelantó e ingresó en solitario en la OTAN, Suecia había quedado como el único país nórdico fuera de la organización y, por tanto, vulnerables a una agresión rusa, pese a las garantías de seguridad de EE UU y Reino Unido.
Más allá de su posición geoestratética, el Ejército sueco y su equipamiento también serán una valiosa contribución a la OTAN. Es cierto que se trata de un país pequeño, pero «los suecos tienen un Ejército muy moderno, en especial una potente fuerza aérea de producción propia. Y ya están curtidos en mil batallas», afirma Koschut. Suecia, por ejemplo, fabrica sus propios cazas «Jas Gripen». Asimismo, se espera que la industria de defensa sueca, con buques insignia como Saab y el conglomerado Bofors, se convierta en un activo importante para la Alianza Atlántica.
Los soldados suecos ya han participado en varias misiones de la OTAN, como en Afganistán. Suecia gasta el 1,3% de su PIB en Defensa (unos 8.250 millones de euros), una cifra significativamente superior a la de hace unos años, y se espera que la proporción siga creciendo hasta alcanzar el 2% en 2026.
Suecia y la OTAN ya colaboran estrechamente en muchos aspectos. Sin embargo, un cambio clave para Suecia una vez ingrese en la OTAN se encuentra en Según el mismo, un ataque armado contra un país miembro se considera un ataque contra todos. La alianza militar se compromete a prestar asistencia en tal caso.
Socialmente, en cambio, la opinión pública sueca, que apoya en un 57% la adhesión de la OTAN (20 puntos más que antes de la invasión de Ucrania) aún tiene que digerir un giro copérnicano en su tradicional política de defensa. En opinión de Magnus Christiansson, profesor de ciencias militares en la Academia de Defensa de Noruega, "la discusión que hubiera sido deseable antes de la adhesión ahora la tenemos que tener después de la adhesión". "Nuestros países vecinos tienen recuerdos dolorosos de la guerra, mientras que nosotros en Suecia no tenemos la memoria histórica. Precisamente el estrés que puede implicar una guerra, necesitamos anclarlo y discutirlo", explica Christiansson.
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