Guerra en Ucrania
La Unión Europea castiga a las empresas chinas que están ayudando a Rusia
Los Veintisiete intentan golpear la fabricación de drones en el decimotercer paquete de sanciones contra el régimen de Putin
La Unión Europea ha aprobado este miércoles el decimotercer paquete de sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania. Los embajadores de los Veintisiete han llegado a un acuerdo que será formalizado por procedimiento escrito en los próximos días, coincidiendo con el segundo aniversario del comienzo de la guerra este próximo 24 de febrero.
Esta nueva ronda de castigos incluye 200 personas y entidades, cuyos nombres se conocerán en los próximos días. Según explican fuentes diplomáticas, por primera vez se han añadido empresas chinas acusadas de estar apoyando al Kremlin en la evasión de los castigos europeos.
Se trata de un nueva batería de sanciones que intenta golpear las redes para adquirir los componentes que después permiten la fabricación de drones. Precisamente estos vehículos aéreos no tripulados están suponiendo todo un reto para el Ejército ucraniano, ya que resultan mucho más difíciles de detectar que los radares convencionales, y de ahí las continuas peticiones por parte de Kyiv de que los países de la OTAN envíen más defensas antiaéreas.
Aunque en el pasado, la UE ya había sancionado a empresas en Hong Kong e Irán, es la primera vez que dirige sus castigos hacía Pekín. Anteriormente, varias capitales europeas habían mostrado reservas hacia esta posibilidad, pero los crecientes vínculos entre Pekín y Moscú han acabado inclinando la balanza hacía un endurecimiento de la postura frente al gigante asiático.
Con la inclusión de esta nueva ronda de castigados, la lista de sancionados asciende a 2.000. Después de que Hungría haya estado bloqueando durante semanas la adopción de este paquete de sanciones por su negativa a incluir Rosatom, el monopolio nuclear de Rusia, la luz verde, justo antes del segundo aniversario de la invasión, permite salvar los muebles. Rosatom es el suministrador principal en la ampliación de la central nuclear de Paks, que supone más del 50% de la producción de electricidad de Hungría.
Aunque la adopción de este nuevo paquete de sanciones se produce poco después de la muerte del opositor ruso Alexei Navalni, esta nueva ronda no está relacionada directamente con estos hechos. El máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, ha anunciado que el régimen de sanciones europeo contra aquellos que no respetan los Derechos humanos será bautizado con el nombre del opositor ruso, pero ha sido cauteloso sobre la posibilidad de una nueva batería de sanciones relacionada de manera directa con esta muerte. A pesar de esto, en Bruselas nadie duda de que el responsable del asesinato del disidente haya sido Vladimir Putin.
El propio Navalni elaboró hace dos años una lista de posibles sancionados y miembros Eurocámara están presionando para que estas personalidades, que podrían ascender a 6.000, sean incluidas, acusadas de formar parte de la red que sustenta a Putin y le permite continuar en el poder. Además, en una carta piden a Borrell añadir al director de la prisión, en la que estaba encarcelado el disidente, así como a funcionarios, jueces, policías y fiscales «y a todos aquellos involucrados en la agonía de Alexei en el gulag de Putin».
Lo cierto es que este segundo aniversario de la contienda coincide con un creciente pesimismo por el resultado de la guerra tras las malas noticias en el frente de batalla y las dudas sobre la estrategia europea y estadounidense. A los retrasos en la llegada de armamento, se une el impacto limitado de las sanciones en la economía rusa. Según los datos oficiales, el país cerró el año 2023 con un crecimiento del 3,6% del PIB y el Fondo Monetario Internacional ha elevado hasta el 2,6% el alza del PIB esta año, lo que supone una revisión de 1,5 puntos frente a sus anteriores vaticinios. Unas cifras que contrastan con la debilidad de la economía europea que ha conseguido este pasado 2023 esquivar, por la mínima, la recesión.
El bloqueo en el paquete de ayuda estadounidense se hace notar en el desarrollo de la contienda y la posibilidad de que Donald Trump vuelva a ser elegido como presidente abre el interrogante sobre si los europeos podrán sostener el solitario el apoyo al país invadido.
Este pesimismo no sólo invade las cancillerías, sino que se está haciendo notar en los ciudadanos europeos. Según una encuesta del think tank European Council on Foreign Relations, sólo un 10% considera plausible que Ucrania acabe ganando esta guerra y más del 30% creen que la solución más probable a la guerra es algún tipo de «acuerdo de compromiso».
Mientras tanto, parece casi imposible que los países europeos cumplan su promesa de enviar a Ucrania un millón de proyectiles en un año, ya que el plazo vence este mes de marzo. Además, las discrepancias entre Francia y Alemania sobre la herramienta para armar a Ucrania con dinero común está retrasando algunas decisiones. París quiere que exista una cláusula que obligue a comprar armamento a las empresas europeas, mientras otros países creen que esto puede lastrar las adquisiciones en un momento en el que el tiempo apremia.
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