Terrorismo yihadista

París identifica a un segundo francés implicado en las decapitaciones en Irak

Michaël Dos Santos
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Los servicios franceses de inteligencia aseguran que se trata de Michaël Dos Santos, un joven de 22 años originario de la localidad de Champigny-sur-Marne, a las afueras de París.

Francia constata con inquietud el auge del yihadismo dentro de sus fronteras, que encuentra su última expresión en la presencia del joven Maxime Hauchard y del francés de origen portugués Mickaël Dos Santos, identificado hoy, en las filas del Estado Islámico (EI).

Los casos de Hauchard y Dos Santos, que aparecen en el vídeo en que los verdugos del EI decapitan al rehén estadounidense Peter Kassig, están lejos de ser aislados, como aseguró el fiscal general de París, François Molins, y ejemplifican “un contencioso de una amplitud inédita en Francia”.

En la localidad de Champigny-sur-Marne, bastión comunista al sureste de París de donde Dos Santos es natural, los vecinos apenas contenían hoy el estupor, mientras se apresuraban a describir una barriada tranquila cuyas calles albergan distintas comunidades religiosas.

Preguntado por Efe,el joven Moussa, compañero de colegio del presunto yihadista, traza el retrato de un tipo tímido, de aspecto corriente y que vivía con su madre.

“Salía con amigos e iba a la mezquita, era alguien normal, alguien que pensaba como nosotros”, añade.

Junto a Moussa, otro joven defiende que “no hay ningún tipo de radicalismo” en Champigny, antes de declararse escéptico respecto a la culpabilidad de Dos Santos: “Tal vez sólo nos hemos ensañado con él porque ha decidido empezar una nueva vida”.

El Ministerio del Interior contabiliza 1.132 ciudadanos franceses presuntamente vinculados con redes yihadistas que operan en Siria e Irak, y tiene 99 procedimientos abiertos y 76 detenidos.

Para David Thomson, periodista y autor de “Les français jihadistes” (Los franceses yihadistas), las razones del fenómeno son múltiples y deben buscarse en “el éxito de la ‘ciberyihad’ y las redes sociales”, por un lado, y “la cercanía geográfica del conflicto sirio”, por otro.

Objetivo prioritario de la propaganda terrorista, los jóvenes se radicalizan a través de internet mediante el visionado de vídeos de contenido propagandístico y el libre acceso a una literatura yihadista que “nunca había estado tan accesible”, dice a Efe.

Las redes sociales, relata el analista, permiten “contactar vía Facebook al tipo al que, horas antes, hemos visto ejecutar a una persona”.

“Influyen también razones personales, la frustración social y la insatisfacción generada por la certeza de hallarse en los márgenes del sistema” francés, estima Thomson, antes de subrayar que el origen étnico de los captados “no es tan importante como se cree”.

Según Interior, dos tercios de los yihadistas sobre suelo francés poseen pasaporte galo, y son una población joven y heterogénea que integra a un alto porcentaje de conversos -hasta un 20 por ciento-, entre los cuales Thomson contabiliza individuos de origen coreano, vietnamita o portugués, como el propio Dos Santos.

A este respecto, un informe elaborado para el Gobierno por el Centro de Prevención contra las Derivas Sectarias Ligadas al Islam, al que ha tenido acceso Efe, asegura que “el ochenta por ciento de las familias implicadas se declaran ateas”.

“El Estado Islámico aspira a situar a los musulmanes en un pensamiento transnacional, por el cual su identidad y estatus dejan de vincularse a una nacionalidad, un Estado o unas raíces”, establece el estudio.

En sus conclusiones, resta importancia a los “argumentos migratorios y religiosos” para apuntar más bien a motivos de exclusión social, y confirma que la franja de edad entre los 15 y los 21 años es la diana predilecta de las redes del islamismo radical.

Bajo la promesa de fabricar “personas sin límites”, las estrategias de seducción más habituales recurren a relatos heroicos, pretextos humanitarios y referencias a videojuegos como “Call of Duty” para atraer a jóvenes fascinados por la idea de combatir.

Pero este entusiasmo suele enfriarse: Thomson cifra en 200 el número de yihadistas franceses “decepcionados y aterrados” que han emprendido el camino de vuelta desde 2012.

Aprobada el pasado 29 de octubre, la nueva ley antiterrorista francesa impulsa medidas jurídicas destinadas a interrumpir el flujo de milicianos a países como Siria o Irak y a combatir a los llamados “lobos solitarios”, individuos que actúan por su cuenta en territorio galo.

“Es una ley insuficiente, va a perturbar sus operaciones pero no las detendrá”, sostiene Thomson.

En los últimos años, se han registrado en Francia varios ataques de los llamados “lobos solitarios” con reivindicaciones yihadistas.

Sin olvidar el caso del franco-argelino Mehdi Nemmouche, quien supuestamente asesinó a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas, el más significativo es el del joven Mohamed Merah, quien en marzo de 2012 mató a otras siete en Toulouse y sus alrededores, antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad.