Francia

Los partidos tradicionales franceses se preparan para la era post Macron

Conservadores y socialistas buscan presentar un perfil propio frente a los extremismos de Le Pen y Mélenchon

El líder del Partido Socialista francés, Olivier Faure.07/07/2024
El secretario general del PS, Olivier FaureEuropa Press/Contacto/Julien MatEuropa Press

Conservadores y socialistas franceses, históricos rivales de la V República en el clásico duelo por llegar al Elíseo, llevan tiempo escribiendo una historia paralela lejos del poder. Dos travesías en el desierto desde que Macron irrumpiese en 2017 con la creación de su hipercentro y con figuras codiciadas de ambas formaciones que se acabaron sumando al proyecto del todavía presidente. Desde entonces, han pasado ocho años en los que apenas se han recuperado del shock con resultados bastante discretos en las sucesivas citas electorales. Ahora, la perspectiva del ocaso de Macron abre la puerta a que puedan volver a emerger y por ello son fundamentales los procesos que estos días se han celebrado para elegir a los líderes de Los Republicanos y los socialistas.

Dos nombres que cargarán con la responsabilidad de devolver a sus partidos al histórico lugar que tenían antes de la era Macron. Bruno Retaillau, actual ministro del Interior, ganó hace quince días la votación en Los Republicanos y esta misma semana ha sido Olivier Faure, actual secretario general de los socialistas, quien ha obtenido el plebiscito de los militantes del partido. Ninguno de los dos lo tendrá fácil y ambos padecen un problema similar: buscar su espectro entre el centro y los extremos, el Reagrupamiento Nacional de Le Pen por la derecha y La Francia Insumisa de Mélenchon por la izquierda.

Tras un duelo tremendamente ajustado contra el sector crítico, Faure ganaba el jueves la votación entre los 40.000 adherentes del PS inscritos para elegir al nuevo secretario general. Los críticos llevan tiempo reprochándole su alianza con la izquierda radical dentro de la coalición del Nuevo Frente Popular que concurrió a las últimas legislativas. A su favor jugaban dos factores: el primero es que gracias a aquel artefacto circunstancial el PS logró una mayor cantidad de diputados (66) que lo vaticinado en caso de no haber entrado en la alianza. Y el segundo es que desde entonces se han recrudecido y visibilizado los ataques y diferencias entre Faure y Mélenchon, especialmente por las diatribas antisemitas del líder de la izquierda radical quien ha llegado a calificar de “residuales” los ataques antisemitas en Francia tras el 7 de octubre pese a que los datos de los informes publicados desde entonces muestren exactamente lo contrario. El temperamental carácter de Mélenchon y la percepción de que ese partido es demasiado radical e irrealista en sus posturas han generado mucho malestar en la rama más tradicional del PS. En los últimos meses, Faure ha roto puentes con LFI pero sigue insistiendo en que frente al macronismo y la extrema derecha de Marine Le Pen, la izquierda solo tendrá posibilidad de triunfar en las presidenciales de 2027 si presenta una candidatura unida aceptable para todos, entre los que incluye a exdirigentes de LFI que han dejado ese partido por diferencias internas con el propio Mélenchon. La relación del PS con LFI seguirá siendo uno de los temas de debate que planearán sobre el próximo congreso a mediados de este mes de junio en la localidad de Nancy.

Las relaciones siempre fueron tensas, pero la decisión de los socialistas de no apoyar una moción de censura contra el primer ministro François Bayrou en febrero exacerbó esas tensiones y el mismo Faure ahora habla abiertamente de una unión de la “izquierda no melenchoniana”.

Parecido dilema de cálculos y artiméticas, pero en el espectro de la derecha, tiene sobre la mesa Bruno Retailleau, el nuevo líder de los conservadores franceses. El actual ministro del Interior de 64 años ganó la votación interna de su partido hace dos semanas y ahora recae sobre él volver a buscar ese espacio entre el centro y la extrema derecha, que ha quedado reducido a su mínima expresión en los últimos años. Retailleau cuenta con una ventaja y un inconveniente y ambas parten de la misma condición: su participación en el gobierno como uno de los pesos pesados le otorga una vitrina de lujo desde la codiciada cartera de Interior, desde donde saltó en su momento Sarkozy a la presidencia, pero también supone una dificultad para diferenciarse del macronismo sin pasarse de frenada con la crítica al gobierno. Retailleau es una de las figuras con más personalidad del Ejecutivo y un mensaje más claro de firmeza frente a la delincuencia y la inmigración irregular. También ha destacado por no ceder ante Argelia en el conflicto diplomático que desde hace meses libran Francia y el país norteafricano, antigua colonia.

El holgado triunfo de Retailleau en el proceso interno le da legitimidad para conducir a su formación política hacia las próximas presidenciales pero no le otorga automáticamnete la candidatura al Elíseo. De cara al 2027, el dilema será quién está en mejores condiciones. Los sondeos indican que el candidato más fuerte en la derecha es el exprimer ministro Édouard Philippe -primer jefe del Ejecutivo de la presidencia de Macron y hoy alcalde de Le Havre- que antes militaba en Los Republicanos pero luego fundó su propio partido, Horizontes, y adoptó una postura de apoyo crítico a Macron. En el recuerdo de la formación heredera del gaullismo está el trauma de las últimas presidenciales cuando su candidata, Valérie Pecresse, presidenta de la región parisina, obtuvo un mísero 4,78% en la primera vuelta. La inestabilidad política y el peligro de ingobernabilidad les llevó a aceptar in extremis una coalición con los macronistas el año pasado tras los comicios legislativos adelantados por sorpresa por Macron.