Escándalo

El "Pipigate" acorrala al ministro de Justicia de Bélgica

Vincent van Quickenborne ha tenido que disculparse en sede parlamentaria por la conducta de los invitados a su 50 cumpleaños, que orinaron sobre un furgón policial

Justice Minister Vincent Van Quickenborne arrives for pictured at the arrival for a Minister's Kern meeting of the Federal Government, in Brussels.
Justice Minister Vincent Van Quickenborne arrives for pictured at the arrival for a Minister's Kern meeting of the Federal Government, in Brussels.NICOLAS MAETERLINCKAFP

El ministro de Justicia belga, Vincent van Quickenborne, se encuentra en la cuerda floja por un escándalo ya bautizado como «Pipigate». En el país que tiene como uno de sus principales símbolos al Manneken Pis, una pequeña escultura de bronce de un niño orinando que es uno de los monumentos más fotografiados de Bruselas, el pis puede causarle a Quickenborne una mala pasada.

Todo sucedió a mediados del mes de agosto cuando el político liberal flamenco decidió invitar a un grupo de amigos a la celebración de su 50 cumpleaños. Desde hace más de un año, el domicilio personal del ministro está custodiado por una patrulla de Policía para garantizar su seguridad. En septiembre del año pasado la Policía detuvo a cuatro hombres holandeses, involucrados con una mafia dedicada a las drogas, que tenían planeado su secuestro. Cerca de la casa del ministro se encontró un coche de matrícula holandesa con un fusil de asalto kalashnikov y botellas de gasolina. Aunque estos planes fueron abortados por las Fuerzas de Seguridad, desde entonces se decidió que el titular de Justicia contara con este refuerzo.

Pero los invitados a la fiesta particular de Quickenborne, en vez de agradecer a la Policía su trabajo, orinaron en la patrulla que custodiaba a su amigo, no se sabe si como fruto de algún exceso etílico. Las imágenes pronto fueron un escándalo y empezaron a emitirse sin descanso en los principales informativos del país y acaparar las portadas de los periódicos.

El ministro negó estar al tanto de los hechos, ya que en esos momentos se encontraba en el interior de su domicilio, pero otras imágenes mostraban como horas después parecía imitar el comportamiento de sus invitados simulando estar miccionando junto a la furgoneta e incluso abriendo el vehículo.

En un país en el que el aumento de la inseguridad y la delincuencia se ha convertido en uno de los grandes focos de preocupación, Van Quickenborne ha tenido que acudir a la comisión de Justicia del Parlamento a dar su versión de los hechos. Compareció con sus propias imágenes tomadas con las cámaras de seguridad de su casa. Según el ministro, cuando se acerca a la furgoneta no imita la micción de sus amigos sino que hace un gesto como si estuviera tocando la guitarra, instrumento al que él es muy aficionado. También asegura que tan solo quería comprobar si la furgoneta estaba bien cerrada.

Una escena criticada y parodiada

«Sentí vergüenza de la gente que invité y que orinaron, no una sino tres veces, sobre un furgón policial. Es inadmisible», indicó Van Quickenborne durante su comparecencia ante la comisión de Justicia del Parlamento.«Me parece surrealista tener que describir cada minuto de esa noche. Pero eso es lo que me piden, así que lo hago», aseguró el liberal flamenco sobre la escena criticada por sindicatos policiales y partidos políticos y parodiada dentro y fuera del país.

Lo cierto es que las imágenes no resultan demasiado esclarecedoras ni en un sentido ni en otro y nadie sabe si, tras la tempestad de esta semana, el asunto quedará zanjado o adquirirá nuevos matices. En mayo serán las próximas elecciones legislativas en el país y los nacionalistas flamencos y la ultraderecha del Vlaams Belang han aprovechado la ocasión para desgastar al principal partido rival en Flandes.

Auge del crimen organizado

En todo caso, este escándalo vuelve a poner de manifiesto los graves problemas de seguridad que atraviesa el país debido al auge del crimen organizado en torno a la ciudad portuaria de Amberes, donde se han incrementado vertiginosamente las incautaciones de drogas. Un problema que también es compartido por Países Bajos, donde la bautizada como «Mocro Maffia» campa a sus anchas e incluso ha hecho que la heredera al trono Amalia de Orange haya renunciado a llevar una vida universitaria, ante la amenaza de ser secuestrada.

La «Mocro Maffia» empezó a operar en los años 80 y 90 del pasado siglo aprovechando los puertos de Rotterdam y Amberes como lugares estratégicos a través de los que distribuir hachís por Europa. Pero los analistas coinciden en que fue a principios de este siglo cuando estos grupos de origen magrebí se vuelven más peligrosos al entrar en contacto con los cárteles latinoamericanos que trafican con cocaína. Sus tentáculos no dejan de crecer y también comienzan a tener contactos con el norte de África.

Esta falta de seguridad se ha extendido también a la capital comunitaria, donde la delincuencia alrededor de la Estación de tren de Midi- conectada con París, Londres y Alemania- ha hecho que este verano el Gobierno Federal haya decidido tomar medidas suplementarias. Habrá un puesto permanente de vigilancia policial dentro de la estación y el consumo de alcohol estará prohibido.