Crisis diplomática
La política migratoria de Meloni abre una nueva crisis entre Roma y París
El ministro francés del Interior acusa a Italia de ser incapaz de gestionar los flujos de las llegadas
Roma se enfrenta a una nueva crisis diplomática con París a causa de la política migratoria del Gobierno de Giorgia Meloni después de que el ministro del Interior francés, Gerald Darmanin, acusara a la primera ministra italiana de ser “incapaz” de resolver el problema de la inmigración en su país.
En una entrevista a la radio francesa RMC a propósito de las declaraciones del partido de Marine Le Pen, Reagrupación Nacional, sobre la crisis en la frontera franco-italiana, Darmanin afirmó que “la señora Meloni, que lidera un gobierno de extrema derecha elegido por los amigos de Le Pen, es incapaz de resolver los problemas migratorios para los que fue elegida” en Italia, un país que está experimentando “una crisis migratoria muy grave”.
Darmanin reconoció que Francia estaba recibiendo una afluencia de inmigrantes –especialmente menores no acompañados--, que llegaban al país a través de la frontera italiana. “En Túnez existe una situación política que lleva sobre todo a muchos niños a llegar a través de Italia, que es incapaz de gestionar esta presión migratoria”, dijo el ministro del Interior galo. “Meloni, como Le Pen, fue elegida diciendo: 'veréis esto, veréis aquello'. Y lo que estamos viendo es que la inmigración no se detiene y está aumentando”, añadió Darmanin.
Las palabras del ministro del Interior francés fueron definidas en Italia como “ofensivas e inaceptables” y pusieron fin a meses de intenso trabajo diplomático para recuperar el equilibrio en las relaciones entre ambos países. En un intento de apagar el fuego, las autoridades francesas puntualizaron más tarde las declaraciones de Darmanin. Sin embargo, la aclaración no fue suficiente para el Gobierno italiano, que canceló la reunión bilateral prevista este jueves en París entre el ministro de Exteriores Antonio Tajani y su homóloga francesa, Catherine Colonna. “Las ofensas al gobierno y a Italia pronunciadas por el ministro Gerald Darmanin son inaceptables. No es este el espíritu con el que se deberían afrontar desafíos europeos comunes”, defendió Tajani, anunciando la cancelación de su viaje.
“La inmigración es un desafío común”, aseguraron por su parte las autoridades francesas tratando de rebajar la tensión. “La relación entre Francia e Italia se funda en el respeto recíproco, entre nuestros países y entre nuestros dirigentes. Este es el espíritu del Tratado del Quirinal”, se lee en una nota del Ministerio de Exteriores francés, en referencia al ambicioso acuerdo firmado en 2021 por el presidente Macron y el entonces primer ministro italiano Mario Draghi con el objetivo de consolidar las relaciones bilaterales en sectores estratégicos así como respecto a la política migratoria. Ambos líderes se comprometieron incluso a definir una política de asilo común para gestionar los flujos migratorios, que quedó en papel mojado.
La caída del gobierno de unidad nacional encabezado por Draghi y la llegada de la líder de Hermanos de Italia a Palacio Chigi puso fin a meses de cooperación y las primeras fricciones no tardaron en llegar. Las declaraciones de una ministra francesa, que advirtió a Roma que París “vigilaría” al nuevo Gobierno italiano tras la victoria de Meloni, fueron calificadas de “injerencia inaceptable” por el jefe de Estado italiano, Sergio Mattarella. Un cara a cara poco después entre Macron y la primera ministra italiana en un hotel de la capital italiana evitó 'in extremis' una crisis diplomática. Pero la paz duró poco.
Cuando en noviembre Italia se negó a acoger al barco humanitario de la ONG francesa SOS Méditerranée, con más de 200 inmigrantes a bordo salvados en el Mediterráneo, Francia aceptó que desembarcara en el puerto de Tolón “con carácter excepcional”, pero el ministro del Interior galo advirtió que la decisión de las autoridades italianas tendría consecuencias para las relaciones bilaterales y la relación de Italia con la UE.
El último encontronazo con París a cuenta de la gestión de la inmigración irregular llegó ayer poco después de que el Parlamento convirtiera en ley el decreto aprobado tras el trágico naufragio frente a las costas de Calabria en febrero, que acaba con la protección humanitaria en algunos casos.
A pesar de las advertencias, Meloni continúa con la hoja de ruta marcada desde el comienzo de su mandato para frenar la inmigración irregular, que pasa por negociar con los países de salida de las barcazas. Este jueves se reunió en Roma con el general libio, Khalifa Haftar, para tratar de frenar el crecimiento “sin precedentes” del flujo migratorio procedente del país africano. Sólo en los tres primeros meses de 2023 llegaron a las costas italianas más de 28.000 migrantes irregulares, el triple que en el mismo periodo del año anterior, la mayoría procedentes de Túnez y Libia.
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