Aliados

Polonia endurece su postura con Ucrania: su presidente deja en el aire subsidios a los refugiados y pone en riesgo el internet de guerra

La decisión amenaza la continuidad de Starlink, financiado por Polonia y vital para la comunicación militar y civil en Ucrania.

El presidente de Polonia Karol Nawrocki
El presidente de Polonia Karol NawrockiEuropa Press

El presidente de Polonia, Karol Nawrocki, vetó ayer la legislación que buscaba prolongar las ayudas a los refugiados ucranianos, cumpliendo una de sus principales promesas de campaña: endurecer las condiciones de acceso a la asistencia social para extranjeros. Con esta decisión, el mandatario no solo recorta el apoyo a más de un millón de refugiados asentados en su país, sino que también pone en riesgo la continuidad del servicio de internet vía satélite Starlink en Ucrania, herramienta crucial para la defensa y la comunicación civil del país invadido por Rusia.

El veto se produce a pocas semanas de que expire la ley que, desde 2022, garantiza subsidios a las familias ucranianas en Polonia y la financiación de la red satelital. El sistema preveía unos 800 zlotys (alrededor de 200 euros) mensuales por hijo, junto con acceso a sanidad y otros servicios básicos. Nawrocki, de perfil ultraconservador, insiste en que las ayudas solo deben mantenerse para aquellos refugiados que trabajen en Polonia, lo que dejaría fuera a una parte considerable de los beneficiarios actuales.

“Seguimos abiertos a brindar asistencia a los ciudadanos ucranianos; eso no ha cambiado”, declaró el presidente. “Pero después de tres años y medio, nuestra ley debería modificarse. Los polacos deben estar primero”.

El veto ha abierto un pulso entre la Presidencia y el gobierno liderado por Donald Tusk. La ministra de Trabajo, Agnieszka Dziemianowicz-Bąk, criticó la medida, advirtiendo que “no se puede castigar a nadie por perder su trabajo, especialmente a niños inocentes. Este es el abecé de la decencia humana”. La patronal Lewiatan recordó que hasta el 80% de los refugiados ucranianos trabajan actualmente, un dato que contradice la idea de abuso en las prestaciones.

El viceprimer ministro y responsable de Asuntos Digitales, Krzysztof Gawkowski, fue más lejos al alertar de que el veto afecta directamente a la base legal del suministro de internet satelital. “Este es el fin del internet Starlink, que Polonia proporciona a Ucrania mientras libra una guerra”, dijo. Desde 2022, Varsovia ha financiado 24.500 terminales Starlink para su vecino oriental, a los que se sumaron otros 5.000 este mismo año. La red es utilizada tanto por las fuerzas armadas como por instituciones civiles ucranianas, y su pérdida a partir del 1 de octubre supondría un duro golpe para Kiev.

Un portavoz de Nawrocki matizó que los pagos de Starlink podrían continuar si el Parlamento aprueba un nuevo proyecto de ley en los términos que defiende el presidente, lo que equivale a condicionar el acceso a internet en plena guerra a la restricción de ayudas sociales para refugiados.

El giro de la opinión pública

Polonia fue uno de los países europeos más solidarios tras la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022. Millones de polacos se movilizaron entonces para acoger a los refugiados, ofreciendo alojamiento y asistencia. Sin embargo, con el paso del tiempo el clima político ha cambiado: el discurso antiucraniano ha ido ganando terreno, alentado por partidos que buscan rentabilizar electoralmente el cansancio social tras más de tres años de guerra.

Un estudio del Banco Nacional de Desarrollo de Polonia publicado este año reveló que los ucranianos han contribuido más en impuestos que lo recibido en prestaciones, y que su inserción laboral es clave para la estabilidad económica. No obstante, la percepción de “competencia” en el acceso a servicios públicos y ayudas ha sido explotada en campaña por distintos líderes, incluido Rafał Trzaskowski, rival liberal de Nawrocki en las presidenciales, quien también defendió endurecer los criterios para recibir subsidios.

Estancamiento institucional

El choque entre la Presidencia y el Ejecutivo augura un escenario de bloqueo. En Polonia, el presidente puede vetar leyes y proponer proyectos propios, pero el Parlamento controlado por Tusk tiene también capacidad de frenar las iniciativas presidenciales. En este contexto, ni las ayudas sociales ni el suministro de internet están asegurados a partir de octubre, cuando expira la legislación actual.

El primer ministro Tusk ha pedido responsabilidad y recordó que “el apoyo a Ucrania es también una inversión en la seguridad de Polonia”. Nawrocki, en cambio, insiste en que los ciudadanos polacos “no deben ser tratados peor que los extranjeros” y promete presentar pronto un nuevo marco legal.

Si no se alcanza un acuerdo antes de finales de septiembre, 1,5 millones de ucranianos refugiados en Polonia quedarán sin subsidios, y Ucrania podría perder el acceso a Starlink financiado por Varsovia. Para un país en plena guerra, donde la red satelital se ha convertido en un pilar de la resistencia frente a la invasión rusa, se trataría de un golpe severo.

La decisión de Nawrocki marca un giro en la política polaca hacia Ucrania y refleja cómo el desgaste de la guerra y el auge del nacionalismo interno empiezan a alterar el equilibrio de apoyos en Europa del Este. El dilema ahora es si el Parlamento cederá a las exigencias del presidente o si Polonia asumirá el coste político y estratégico de recortar el respaldo a su vecino.