Estado Islámico
Por qué han fallado los pesmergas kurdos
Tras las recientes victorias del Estado Islámico de Irak y Siria en municipios del norte iraquí como Sinyar y los esfuerzos de los radicales islamistas por limpiar su región de cualquier elemento no musulmán, se renovó en EE UU el debate sobre qué hacer. Muchos sugieren armar a los kurdos. Aunque esa propuesta reviste ventajas y desventajas, el problema es que la imagen de los pesmerga kurdos no guarda relación por fuerza con la realidad de sus posibilidades. ¿Por qué no han logrado frenar al EI? Los pesmerga de la generación previa eran duchos en el combate en las montañas y fueron un rival muy duro para un Sadam que daba la victoria por descontada. Dos décadas de corrupción política, sin embargo, han echado a perder a los pesmerga a medida que las lealtades políticas se han impuesto a la competencia. El presidente kurdo, Masud Barzani, nombró general a su segundo hijo, sin tener éste ninguna experiencia militar que respalde el galón. Las biografías periodísticas que idealizan a los peshmerga también distorsionan la realidad: es difícil que el pesmerga corrija sus errores si cualquier crítica es recibida con ofensa y considerada una afrenta al honor.
La cruda realidad es que a medida que el Estado Islámico de Irak y Siria avanzaba hacia Sinyar y los demás municipios del norte de Irak, los pesmerga del Partido Democrático del Kurdistán (KDP) iban fracasando. De hecho, los desastrosos resultados obtenidos por los pesmerga han afectado al escalafón militar de Erbil, lo que repercute sobre la imagen de fuerza de los pesmerga a la hora de mantener a raya cualquier frustración kurda con Barzani. No está claro que los pesmerga precisen armamento, como tampoco lo está que los pesmerga del Partido Democrático tengan el entrenamiento necesario para combatir de manera eficaz al Estado Islámico de Irak y Siria. Esta circunstancia me lleva a preguntarme si es necesario que Estados Unidos amplíe la misión y se ocupe en solitario de la labor a través de los efectivos destacados en el Kurdistán iraquí, en coordinación quizá con el contingente destacado en el sur de Irak. Las bases aéreas de Kirkuk y Al-Tallil cuentan ya con la infraestructura necesaria para apoyar a las fuerzas norteamericanas, la aviación y los vehículos no tripulados que sean necesarios. La palabra base no tiene porqué ser un taco, y volver de forma conjunta tanto al Kurdistán iraquí como a Irak pasará por alto la cuestión de la soberanía que plantearon con razón los iraquíes cuando sugerí emplazar una base en el Kurdistán.
El Estado Islámico de Irak y Siria, no obstante, no es únicamente un problema iraquí, y los kurdos iraquíes no son la única minoría pesmerga. De hecho, si el Partido del Kurdistán pesmerga ha decepcionado, todo lo contrario sucede en el caso de las Unidades Populares de Protección (YPG) formadas en Rojava, el nombre que dan los kurdos sirios a la región que han trazado al noreste de Siria. Las unidades vienen siendo el único grupo en Siria que ha salido victorioso de forma constante frente al Estado Islámico de Irak y Siria y el Frente Nusra dentro de Siria. No han combatido por un único municipio, pero han emprendido combates selectivos contra obstáculos formidables, y han salido victoriosos. Su victoria ha salido por un precio elevado –encontrándome a principios de este año en el Kurdistán sirio–, había tumbas de las Unidades Populares tanto nuevas como numerosas, y parientes que visitaban regularmente templos construidos en municipios como Qamishli para recordar a los parientes caídos en combate. Si el gobierno kurdo iraquí andaba tan falto de recursos, el hijo de Masud Barzani no habría podido adquirir una residencia de 10 millones de dólares al norte de Virginia. En el Kurdistán sirio es también clave en la batalla y, a la vez, posee menos recursos. Una estrategia mejor quizá sería no solamente aprovechar la tenaz oferta de Masud Barzani de construir una base en el Kurdistán iraquí para dar uso al armamento en el que los peshmerga kurdos no tienen instrucción para manejar y desconfían de utilizar, sino también proporcionar armamento y munición más elementales a las Unidades, recompensando en la práctica los éxitos del grupo.
De hecho, las Unidades Populares romperían la parálisis a la que se enfrentan actualmente los legisladores norteamericanos en Siria: la oposición con la que tratamos sobre el terreno a nivel diplomático no tiene ningún tirón, al tiempo que la oposición sobre el terreno dista de ser moderada. Las Unidades no son solamente moderadas, sino que controlan un territorio significativo. La relación de las Unidades Populares con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía debería ser inmaterial. Después de todo, el Partido de los Trabajadores no reviste ninguna amenaza para Estados Unidos, es un grupo secular, y ha llegado a una tregua con el Gobierno turco. Los intereses estadounidenses deberían tener preferencia sobre las obsesiones de Turquía.
*Investigador para Oriente Medio del «think thank», American Entreprise Institute
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