Política

Accidente de Germanwings

¿Por qué se caen los aviones?

«Flyghtradar24» muestra el punto en el que se pierde la señal del Airbus estrellado en los Alpes
«Flyghtradar24» muestra el punto en el que se pierde la señal del Airbus estrellado en los Alpeslarazon

La controladora aérea Beatriz Perez señala que el vuelo de Germanwings 4U9525 «perdió mucha altura muy pronto. Pero hasta que no se tenga la información de la caja negra, poco más podemos afirmar. Sí sabemos que las condiciones en ruta no eran comprometidas». Al igual que sucedió con los últimos accidentes aéreos, como el de Malaysia Airlines de 2014, el de Germanwings vuelve a sacar a la superficie la idea de que la aviación comercial es cada año más insegura.

Las cifras indican que, desde 1970, el número de vuelos comerciales ha pasado de menos de 10 millones por año a casi 40, más de 100.000 vuelos diarios. De acuerdo con Patrick Smith, piloto comercial desde hace décadas y autor del blog «Ask the Pilot», situado entre los 25 mejores del mundo por la revista «Time», «la flota comercial de aviones se ha duplicado en los últimos 20 años. Y continúa creciendo. A medida que aumenten los aviones también lo harán los accidentes. Es algo inevitable y no tiene nada que ver con el clima».

Son muchas las razones por las cuales un avión puede caer. De acuerdo con Boeing, uno de los dos grandes fabricantes de aeronaves junto a Airbus, más de la mitad de los accidentes serios se deben a errores de la tripulación. Un sexto están causados por fallos mecánicos, un 13 por ciento por motivos climáticos y el resto por factores como terrorismo, golpes con aves, problemas con control aéreo o un mantenimiento deficiente. Lógicamente, los fabricantes están interesados en destacar que sus productos son fiables.

La opción de las turbulencias está descartada por la mayoría de los expertos. Los aviones son diseñados y construidos para soportar, en las alas y en su estructura, fuerzas muy superiores a las que cualquier pasajero y piloto pueda encontrarse en su vida. Una de las principales causas de turbulencia es la confluencia de dos cuerpos de aire que se mueven a diferentes velocidades. Esto puede ocurrir en cualquier lugar, pero es algo mucho más frecuente en las montañas, como las que rodean la región en la que cayó el vuelo de Germanwings. También hay turbulencias que nacen cuando el vapor de agua se condensa en gotas y cede calor al aire que le rodea. Este se expande y se eleva rápidamente. Y con la misma velocidad que sube, se enfría, provocando los «baches aéreos». La realidad es que desde 1980 sólo tres personas han muerto en una turbulencia, ninguna llevaba puesta el cinturón de seguridad y en todos los casos el avión aterrizó sin otros problemas.

Pero son muchas las voces que señalan otra opción. Una de ellas es la del experto en seguridad aérea David Learmount. De acuerdo con Learmount el problema es el entrenamiento de los pilotos. «Los aviones son cada vez más seguros y mejores, pero los pilotos no están entrenados para volar máquinas modernas, altamente automatizadas. Para obtener su licencia deben acumular miles de horas de vuelo, pero luego se oxidan un poco cuando llegan a los simuladores que les permiten conocer las aeronaves más modernas y todos sus sistemas computarizados. Eso los vuelve dependientes de los sistemas y a veces no saben cómo reaccionar ante un fallo». En 2.007 un avión británico casi se estrella durante el aterrizaje. El fallo fue de la tripulación, que no se dio cuenta de que la velocidad del aire se había reducido súbitamente y el sistema automático no realizó ningún aviso. El informe de la comisión que investigó el incidente señalaba que «los pilotos familiarizados con sistemas de vuelo cuya seguridad es variable están casi al final de su carrera y la nueva generación está compuesta de pilotos cuya única experiencia es con instrumentos automáticos y muy confiables».

Finalmente, hay una tercera opción. Cuando se le pregunta a Patrick Smith si el cambio climático puede tener algo que ver con estos accidentes a priori inexplicables, su respuesta abre una puerta inquietante: «Posiblemente».