Europa

El primer ministro holandés Mark Rutte anuncia su retirada de la política tras el colapso de su cuarto gobierno

El político liberal, que lideró cuatro gobiernos desde 2010, se va después de discrepancias respecto a los acuerdos sobre refugiados

El liberal Mark Rutte, primer ministro holandés durante 13 años, se retira de la política. El apodado como Mr Teflón, por su resistencia a todas las crisis, no ha podido superar la última después de que este pasado viernes se produjera la caída de su gobierno por discrepancias en el seno de la coalición debido a la política de asilo. El partido liberal pretendía endurecer las condiciones de agrupación familiar para los refugiados y el resto de los partidos ( la unión cristiana perteneciente a los populares europeos y los liberales progresistas de D66 )se oponían.

Rutte llegó al poder en 2010 y era hasta el momento el líder político europeo más veterano junto al húngaro Viktor Orban tras la retirada de la canciller Angela Merkel. Desde esa fecha, había liderado cuatro gobiernos diferentes de los que tres tuvieron que dimitir antes de que finalizara su legislatura y era el único superviviente de la Gran Recesión que azotó a la Unión Europea durante la pasada década.

A pesar de que hasta este mismo viernes sus intenciones eran concurrir a las próximas elecciones como cabeza de lista de su partido (Partido Popular por la Libertad y la Democracia), este pasado domingo decidió su renuncia. Al anunciar este lunes sus nuevos propósitos, el político liberal los ha justificado en la necesidad de pensar en el bien común del país. “Ha habido especulaciones en los últimos días sobre mis motivaciones. La única respuesta es: Países Bajos”.

Resulta difícil de creer que un animal político como Rutte deje la escena pública y se consagre a una vida tranquila y sin sobresaltos. Por eso ahora comienzan los rumores su candidatura a un puesto internacional. Puede que para sustituir al secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, dentro de un año o un cargo europeo tras las elecciones a la Eurocámara del mes de junio del año que viene.

Durante todos estos años, Rutte ha sabido como nadie representar el espíritu de una nación y encarnar aquellas virtudes de las que los holandeses más se enorgullecen: austeridad, modestia, fiabilidad, trabajo duro. Un buen espejo en el que mirarse, una visión quizás idealizada de la idiosincrasia protestante holandesa que funciona como una imán para los votantes.

Rutte nació en la Haya en 1967 y es un hombre de costumbres sencillas e invariables. Sigue viviendo en el mismo barrio de la Haya en el que se compró un apartamento tras terminar los estudios de Historia y continuaba yendo al trabajo en bicicleta y haciendo la compra él mismo, también era habitual verle tomando una cerveza con sus amigos en una terraza y no se le caen los anillos en las labores domésticas. En octubre de 2021, esta vida apacible para ser primer ministro se vio truncada por las amenazas de las mafias holandesas y entonces se conoció que, a su pesar, había comenzado a llevar escolta.

A pesar de su apretada agenda, da clases todas las semanas en un instituto y su despacho puede que sea más pequeño que el de la mayoría de los presidentes autonómicos españoles. Sabe tocar el piano y de no haberse dedicado a la política, le hubiera gustado ser concertista.

Su biografía y la de su familia ha estado jalonada también de dramas. Es el hijo pequeño de siete hermanos de dos madres diferentes. Su padre, Izaäk Rutte, era un comerciante holandés establecido en la actual Yakarta que fue apresado durante la Segunda Guerra Mundial junto a su mujer e internado en un campo de guerra japonés. Ella no pudo sobrevivir a esta experiencia y a la vuelta a Países Bajos, el padre de Rutte se casó con la hermana de la fallecida, con quien tuvo a sus últimos hijos.

Políticamente, Rutte es un pragmático con una gran habilidad para pactar con quien sea necesario y encontrar puntos de unión en un programa de gobierno, lo que le ha resultado de gran habilidad en un Parlamento tan fragmentado como el holandés. Sus críticos le acusan de poner más interés en mantenerse en el poder que en saber hacía dónde dirige al país y de utilizar algunos de los argumentos de las fuerzas opositoras si le resultan convenientes y movilizan el voto. No se sabe si ahora pondrá esas habilidades al servicio de algún cargo internacional.