Sahel
Putin controla ahora el flanco sur de la OTAN
Tras la expulsión de Estados Unidos de Níger, será el Kremlin el máximo aliado de las juntas militares para combatir al yihadismo
La junta militar que gobierna Níger ya no quiere asociarse con Occidente. Después de haber expulsado a las tropas francesas estacionadas en el marco de la lucha antiterrorista, habiendo limitado las misiones europeas de entrenamiento y asesoría hasta el punto en que Bruselas ya ha anunciado que reubicará su campo de actuación en los países costeros de África Occidental, Niamey y Washington rompieron la semana pasada sus acuerdos de cooperación militar, algunos de ellos vigentes desde 2012.
La junta militar nigerina justifica su posición en las presiones ejercidas por Estados Unidos para evitar su anhelada colaboración con Rusia en materia de seguridad; Estados Unidos culpa a la junta militar de establecer “acuerdos secretos” con Rusia e Irán, cosa que los nigerinos niegan rotundamente. Las tensiones ya pudieron entreverse tras el golpe de Estado ocurrido en Níger en julio de 2023, momento en que se inició la ruptura con Francia mientras que EE. UU pretendía suavizar las relaciones con el nuevo régimen. Los norteamericanos, que han invertido cientos de millones de dólares en la Base Aérea 201 (creada con el objetivo de participar en la lucha contra el yihadismo), afirmaron desde un principio que estarían dispuestos a dialogar con los militares, siempre que su presencia en el país africano quedase garantizada para los próximos años.
La junta militar y sucesivas delegaciones estadounidenses han continuado reuniéndose a lo largo de los últimos meses, igual que la junta militar se ha reunido con delegaciones del ministerio de Defensa ruso, de manera que se inició un baile geoestratégico donde Estados Unidos y Rusia competían por ser los elegidos para colaborar con el nuevo poder. Para Rusia, una asociación con Níger tras haber afianzado su presencia en Mali y Burkina Faso significaría una revalidación de su protagonismo en el Sahel. Para Estados Unidos, Níger se convirtió en la última opción disponible para participar en la Guerra contra el Terror que dio comienzo en 2001 y cuyo campo de acción se ha trasladado desde Oriente Medio hasta África Occidental.
La Alianza de Estados del Sahel (AES), una organización creada por Níger, Mali y Burkina Faso en septiembre de 2023, ha mostrado desde sus inicios una clara inclinación hacia Rusia en detrimento de Occidente, al igual que ha fortalecido a las juntas militares gracias a su comunión de intereses frente al bloque compuesto por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), considerado como “un títere de Europa” por los golpistas. Las políticas por oposición ideadas por la AES son fáciles de seguir: si la CEDEAO se apoya en Europa, la AES se apoya en Rusia; si los socios militares de Europa abogan por el diálogo como herramienta principal para combatir al yihadismo, las juntas asociadas a Moscú han protagonizado un terrible aumento de las matanzas ejecutadas contra civiles por parte de las propias fuerzas de seguridad; si la inmigración sin control supone una amenaza para la Unión Europea, será una herramienta para la AES.
Estados Unidos, sin embargo, ha optado por desdeñar la petición de que sus 1.000 tropas estacionadas en Níger abandonen el país, al considerarla como una “técnica de negociación” sin un carácter definitivo y que todavía queda abierta a debate con la junta militar. De hacerse efectiva esta retirada, la Base 201 quedaría expuesta a manos rusas, ya que se prevé que en las próximas semanas (o meses) entren en Níger los primeros efectivos de Wagner/Africa Corps enviados por Vladimir Putin para colaborar en la lucha antiterrorista y para garantizar la continuidad del actual régimen. Y que la base extranjera más costosa de la historia reciente de Estados Unidos termine en manos rusas sólo puede traducirse como un estrepitoso fracaso en lo que la OTAN calificó como “flanco sur” tras la Cumbre de Madrid en 2022.
Igualmente, debe considerarse que Níger sirve como cruce de caminos para decenas de miles de inmigrantes subsaharianos con Europa como destino final. Antes de la toma del poder por parte de los militares, existía un acuerdo de cooperación entre Níger y la Unión Europea para reducir en la medida de lo posible el tráfico migratorio, aunque dicho acuerdo fue suspendido por la junta militar durante el pasado mes de noviembre. La presencia de Estados Unidos era la última opción disponible para Europa a la hora de regular la inmigración que cruza Níger, una baza perdida y que deja el futuro de las migraciones en manos de una junta militar abiertamente antieuropea, pero también en manos del Kremlin. Es de prever que Putin pueda ahora disponer a su antojo, con el beneplácito de las juntas militares, de la opción de “abrir el grifo” migratorio con el fin de desestabilizar las sociedades europeas.
En lo referente a la lucha antiterrorista, Occidente ha perdido cualquier oportunidad para frenar la expansión yihadista (cuyo fin actual consiste en establecer una serie de califatos en África Occidental, pero que podría facilitar en un futuro los ataques en suelo europeo). Rusia, que ya hace más de dos años que colabora con Mali en esta materia, ha demostrado su incapacidad a la hora de hacer frente a los grupos extremistas que, lejos de retraerse, han conseguido extender en este tiempo su campo de acción. Casi podría decirse que el repliegue de Estados Unidos en Níger afectará más a Europa que a los propios estadounidenses.
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