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Kiev

Putin indulta a su enemigo número uno

La Razón
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En un movimiento encaminado a rebajar tensión antes de los Juegos Olímpicos de Sochi, Vladimir Putin se ha quitado de encima en el plazo de nueve días los tres casos de la Justicia rusa más polémicos para la opinión pública internacional. El último de los tres resulta quizá el más sorprendente, el indulto anunciado ayer a Mijail Jodorkovski, antiguo dueño de la petrolera Yukos y el preso más célebre del país. La semana pasada, el presidente ruso redactó una amnistía que beneficiaría a las dos integrantes de Pussy Riot aún encarceladas y la Duma la amplió el miércoles para que incluyese el delito del que se acusaba a los 30 activistas de Greenpeace. Pero quedaba Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia en los noventa y enemigo número uno del Kremlin dada su notable ascendencia política, recluido en una prisión siberiana por fraude fiscal desde hace casi una década, una condena ejemplar con la que el presidente quiso, a su llegada al poder, marcar territorio con los oligarcas que controlaron el país durante la era Yeltsin. Como el caso de Jodorkovski excede los supuestos recogidos en la amnistía al no tratarse de un «delito menor», para poder cerrar el círculo, Putin ha tenido que recurrir al recurso del indulto directo. «Ha pasado ya más de 10 años en la cárcel, es un castigo serio. La decisión se basa en circunstancias de carácter humanitario, su madre está gravemente enferma. En breve será firmado el decreto para su indulto», anunció ayer el presidente tras la multitudinaria rueda de prensa en Moscú, a la que asistieron más de 1.300 periodistas. Al igual que la amnistía a Pussy Riot y a los activistas de Greenpeace, el indulto a Jodorkovski es más simbólico que práctico, básicamente un guiño a Occidente, pues el antiguo dueño de Yukos había cumplido ya la mayoría de su condena y su puesta en libertad estaba prevista para agosto, a expensas del resultado de un proceso por nuevos cargos.

Según Putin, Jodorkovski ya no es tan peligroso. Tras una década en prisión, salpicada por la publicación de un libro en 2011 y una huelga de hambre en 2010, su capacidad de influir en la política y la sociedad rusas se supone limitada. La polémica surge ahora alrededor del origen del indulto. El portavoz de Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que la petición que Jodorkovski envió a Putin supone el reconocimiento de su culpa. Según la legislación rusa, la petición formal es un requisito indispensable para obtener el indulto. Sin embargo, el entorno del antiguo dueño de Yukos negó tal extremo de forma tajante: «Mijail no ha enviado ni enviará ninguna solicitud», expresó su abogado. Su madre, Marina, cuya enfermedad justifica oficialmente el indulto, admitió su sorpresa: «No sabíamos nada de todo esto, es la primera vez que oigo algo parecido. No sé si envió la solicitud o no». Uno de los primeros en reaccionar a la concesión del indulto fue Projorov, oligarca ruso y candidato liberal en las últimas presidenciales: «Estoy feliz por Mijail y su familia. Esto debía haber sucedido hace tiempo. Durante mi campaña repetí que si llegase a la presidencia, mi primera medida sería de clemencia con Jodorkovski».

Durante la tradicional rueda de prensa previa a la Navidad, que como suele ser costumbre se alargó durante casi cuatro horas, el presidente ruso respondió, entre otras, a no pocas preguntas sobre la crisis en Ucrania y el paquete de ayudas económicas acordado el martes. «Si decimos con frecuencia que Ucrania es nuestro país hermano, debemos actuar como familiares cercanos», justificó en clave interna el crédito concedido, al tiempo que aseguró que tal acuerdo «no tiene relación de ninguna manera», con las protestas proeuropeas que estas semanas se suceden en Kiev.

Putin también respondió a preguntas de medios anglosajones sobre el asilo concedido a Edward Snowden: «Ha ayudado a cambiar la mentalidad de muchos políticos occidentales respecto a Estados Unidos. Me parece un hombre noble e interesante, pero nunca me he reunido con él y nunca ha trabajado con nuestros servicios de inteligencia». A propósito de su relación con Obama, Putin respondió con sarcasmo: «Le tengo envidia por poder espiar a todo el mundo sin consecuencias. El espionaje es una de las profesiones más antiguas del mundo, pero deben existir reglas más o menos comprensibles y acuerdos concretos que lo regulen, también de carácter moral».