Política

Guerra en Ucrania

Putin pone sus condiciones a la paz en Minsk

Vladimir Putin, junto al presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko, ayer en Sochi
Vladimir Putin, junto al presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko, ayer en Sochilarazon

Francia y Alemania arrancan una decisiva reunión entre el líder ruso y Poroshenko.

Arranca una semana decisiva para la paz en Donbás que podría cristalizar el miércoles en una cumbre en Minsk en el formato conocido como el «cuarteto de Normandía», es decir, entre Petro Poroshenko, Vladimir Putin, Angela Merkel y François Hollande, tal y como se emplazaron ayer los cuatro tras una extensa videoconferencia. «Trabajarán para acordar un paquete de medidas en el contexto de sus esfuerzos para un acuerdo global de paz en el este de Ucrania», reza un comunicado emitido ayer por el Gobierno alemán. En la cita se firmarían presumiblemente nuevos acuerdos de paz que sustituyan el protocolo de 12 puntos de septiembre (si bien tomándolos como punto de partida), aunque todavía quedan flecos por pulir, como advirtió Putin. «Partimos de que podríamos reunirnos el miércoles, siempre que para entonces se acuerden posturas en una serie de cuestiones que hemos venido discutiendo activamente», explicó sin entrar en más detalles.

Según se filtró el viernes, la nueva propuesta, que parte de un documento de nueve folios enviado por Putin a las tres partes a finales de enero y retocado por Hollande y Merkel, incluiría la presencia de «cascos azules» de la ONU. El presidente ucraniano habló ayer tras la videoconferencia de «progreso en las negociaciones» y expresó su deseo de que la cumbre del miércoles conduzca a un «alto el fuego inmediato e incondicional».

Los trabajos continuarán hoy en Berlín con una reunión a nivel de viceministros de Exteriores. En la cumbre del miércoles no participará ningún representante de las repúblicas autoproclamadas, si bien están convocados a Minsk mañana a un encuentro del Grupo de Contacto, en el que también participan Kiev, Moscú y la OSCE. Los movimientos diplomáticos de ayer vinieron a reafirmar que la esperanza de una salida negociada al conflicto sigue viva, una esperanza que encendió la semana pasada la gira sorpresa de Hollande y Merkel a Kiev y Moscú y que pareció extinguirse el sábado en la primera jornada de la Conferencia de Seguridad de Múnich, en la que varios líderes mostraron públicamente, ya no cautela, sino directamente escepticismo respecto al proceso abierto.

La videoconferencia de ayer fue clave, pues tuvo lugar horas antes de la visita oficial de Merkel a Washington, donde hoy se reúne con Obama y se planteará el suministro armamento a Kiev como salida al conflicto, la que precisamente trata de regatear la canciller germana con el sprint diplomático de los últimos días. El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, quiso desmentir ayer las supuestas diferencias de criterio de los aliados a ambas orillas del Atlántico, entre los que defienden la salida diplomática y los que abogan por el suministro de armas: «Déjenme asegurar que no hay división ni separación, aunque estoy escuchando a gente que intenta crearla. Estamos trabajando de cerca y todos estamos de acuerdo en que esté conflicto se resolverá de forma diplomática». Sin embargo, a mediados de la semana pasada su compañero en el Gobierno, el nuevo secretario de Defensa, Ashton Carter, defendió públicamente en el Senado su apoyo al envío de armas. Uno de los más firmes defensores de esa opción es John McCain, senador republicano y ex candidato a la Presidencia, que participó ayer en la conferencia de Múnich. «Los ucranianos están siendo masacrados y estamos enviándoles mantas y comida. Las mantas no sirven contra los tanques rusos», denunció. El sábado, el presidente polaco y el propio Poroshenko aprovecharon también el turno de palabra para defender de forma más o menos directa la solución a través de las armas. El ministro Lavrov, que representa a Rusia en la cita, advirtió de las posibles consecuencias, blandiendo como amenaza el ejemplo de Siria. Hace tiempo que el Kremlin denuncia que parte del armamento que Occidente facilitó a la oposición siria para derrocar a Bashar al Asad (principal aliado de Moscú en Oriente Medio) terminó nutriendo al Estado Islámico. «La mayoría de los políticos europeos, por no decir que todos, creen que es una mala idea armar Kiev. Se han dado casos en que las armas no acaban en buenas manos», declaró Lavrov.