Tribuna

Putin no quiere diálogo, solo tiempo

Solo una tregua completa puede abrir la vía a una solución justa y duradera en Ucrania frente al temor indiscriminado de Rusia

KYIV (Ukraine), 10/06/2025.- Local people look at the site of a drone strike following a massive overnight attack in Kyiv, Ukraine, 10 June 2025, amid the ongoing Russian invasion. At least two people were killed and a dozen more injured after Russia launched a large-scale combined assault across Ukraine, according to the State Emergency Service (SES). (Rusia, Ucrania, Kiev) EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO
Vecinos de una localidad ucraniana tras un ataque rusoSERGEY DOLZHENKOAgencia EFE

La guerra en curso de Rusia contra Ucrania sigue dejando muerte, destrucción y una herida profunda en el corazón de nuestro pueblo. Frente a un enemigo que insiste en repetir sus exigencias inaceptables y en rechazar la paz, Ucrania permanece firme: solo un alto el fuego total e incondicional puede abrir la puerta a una paz duradera y justa.

La delegación rusa presentó en Estambul un documento que repite los mismos ultimátum y demandas irrealistas que Moscú plantea desde 2022. Al insistir en estas exigencias, Rusia deja claro su desprecio por los esfuerzos de paz liderados por Estados Unidos. Además, sigue rechazando cualquier propuesta seria de alto el fuego. El consenso no solo entre Ucrania, Estados Unidos y nuestros socios europeos, sino literalmente de todo el mundo, es que debe haber un alto el fuego total e incondicional.

Cada día, Rusia lanza decenas de misiles y drones contra nuestras ciudades. Cada día, vidas inocentes se apagan bajo el fuego del terror ruso. Cada ataque terrorista es una llamada urgente a la acción: más sanciones, más presión, más apoyo a nuestra defensa. Porque la fuerza importa. Solo una presión total puede obligar a Rusia a detener esta guerra.

Es evidente que sin una presión internacional decidida, sin pasos firmes de Estados Unidos, de Europa y de todos los actores que tienen influencia real, Putin no aceptará un alto el fuego. Luchamos contra la muerte, la que Rusia trae a nuestra tierra. No podemos permitir que distorsione la realidad o engañe al mundo. Moscú debe ser forzado a recurrir a la diplomacia. Necesitamos un alto el fuego. Necesitamos una paz real.

La delegación ucraniana acudió a Estambul para demostrar su compromiso con la paz, con la esperanza de alcanzar resultados significativos, ante todo poner fin a los asesinatos. Hemos compartido con la parte rusa, antes de la reunión, un documento con pasos concretos y realistas para lograr un alto el fuego total e incondicional, y avanzar hacia una paz justa y duradera. Rusia no ofreció respuesta alguna: ni antes, ni durante, ni después de la reunión. Su silencio fue, una vez más, una muestra de desprecio hacia el diálogo y los esfuerzos internacionales, incluidos los de Washington y nuestros socios europeos. Ucrania sigue exigiendo una respuesta.

Ucrania nunca ha querido esta guerra. Desea la paz más que nadie. Pero también tiene todo el derecho a defenderse, a proteger su independencia, su territorio y a su pueblo. Eso es exactamente lo que estamos haciendo, utilizando todos los medios legítimos a nuestro alcance. A diferencia de Rusia, Ucrania respeta el derecho internacional humanitario, ataca únicamente objetivos militares legítimos y hace todo lo posible para evitar víctimas civiles. Ucrania tiene derecho a la autodefensa, y el Servicio de Seguridad de Ucrania lo ha demostrado claramente con la «Operación Telaraña». Los ataques contra objetivos militares legítimos en Rusia son una herramienta válida de autodefensa contra el agresor que no conoce límites. La guerra también le cobra un precio al agresor. Es el eco de su propia brutalidad, el reflejo de una justicia que empieza a imponerse.

Mientras tanto, el formato de Estambul, ante la falta de una respuesta significativa por parte de Rusia, se ha limitado en gran medida a reuniones sobre el intercambio de prisioneros. Valoramos profundamente cada avance en este ámbito: nuestro objetivo es claro - traer de vuelta a todos y cada uno de los que siguen cautivos en Rusia. Sin embargo, los resultados habrían sido mucho más significativos si Rusia hubiera respondido con la misma constructividad demostrada por Ucrania.

Debemos poner fin a los asesinatos. Y si las reuniones actuales no logran ese objetivo ni avanzan hacia la paz, resulta cada vez más evidente que es necesario elevar el diálogo al máximo nivel político: se necesita una reunión de líderes. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ya estuvo dispuesto a reunirse cara a cara con Vladimir Putin en Turquía, y sigue abierto a un diálogo directo. Pero el líder ruso evita cualquier contacto de este tipo. Rusia no muestra la más mínima voluntad política de poner fin a esta guerra.

Putin debe, como mínimo, aceptar un alto el fuego de 30 días, abandonar los ultimátums irrealistas, dejar de esquivar una reunión con el presidente de Ucrania y comenzar las negociaciones para alcanzar una paz justa y duradera. Ucrania está preparada para ello. Lo ha demostrado con hechos, con propuestas, con voluntad. Pero Rusia sigue ganando tiempo, sigue inventando excusas, sigue sembrando el terror día tras día.

La fuerza importa. Y solo mediante una acción decidida de toda la comunidad internacional podrá detenerse esta guerra. Cada día que se permite a Rusia continuar su agresión trae más sufrimiento, más destrucción, más muertes inocentes. Ya no hay lugar para ambigüedades ni para la indiferencia. Es imprescindible ejercer una presión total e implacable sobre Moscú, utilizando todos los instrumentos disponibles: sanciones eficaces, aislamiento internacional y un apoyo firme a la defensa de Ucrania. Hay que privar al agresor de la capacidad militar para seguir matando. Solo así podrá imponerse una paz verdadera y justa.