Internacional

«Putin Supremus Damascus»

La veneración ciudadana a la figura del líder ruso en su cumpleaños llega a límites insospechados, pese a su aislamiento internacional

Con motivo del cumpleaños del líder se fabricaron fundas de móvil con su rostro dorado.
Con motivo del cumpleaños del líder se fabricaron fundas de móvil con su rostro dorado.larazon

El presidente ruso, Vladimir Putin, cumplió 64 años el viernes y, como cada año desde que preside y cada vez con mayor intensidad, se desata en Rusia una ola de culto al líder, más propia de tiempos de la Unión Soviética. Una ola amplificada con profusión por el entramado de medios de comunicación directa o indirectamente controlados por el Estado. Por ejemplo, se ha convertido ya en tradición que la televisión retransmita a un coro infantil de San Petersburgo, ciudad natal de Putin, cantándole cumpleaños feliz al presidente. También se da cumplida cuenta del lanzamiento de la edición anual limitada de carcasas de teléfono conmemorativas del cumpleaños. La de este año tiene un busto en oro del jefe de Estado, cuesta 3.300 dólares y sólo se han puesto 64 ejemplares a la venta. El modelo se llama «Putin Supremus Damascus», en referencia a la campaña en Siria, por la que Washington ha roto esta semana negociaciones para buscar un acuerdo de paz, pero que en los medios rusos se promociona como un nuevo éxito del presidente, que ha «salvado» al país árabe de caer en manos de terroristas.

La popularidad del presidente dentro de Rusia se mantiene estable desde la anexión de Crimea, hace ya dos años y medio, con un índice de aprobación de su gestión de entre el 80% y el 90%, el más alto entre las democracias del mundo. Su imagen está desde entonces omnipresente en las tiendas de souvenires, de las clásicas matrioshkas a colchas de cama, bisutería y ropa interior. «El sistema ruso es cuasimonárquico: Putin ha ido mucho más lejos que otros políticos y se ha convertido en una institución en sí mismo», comenta Valeri Fedorov, director del Centro Ruso de Opinión Pública.

El Parlamento ruso, la Duma, a falta de otras atribuciones en un sistema marcadamente presidencialista como el ruso, anunció el envío a Putin de un ramo con 450 rosas para felicitarle el cumpleaños, una por cada uno de los diputados. «Tendrán que ser 449 o 451, dado que los números pares son sólo para funerales», aclara Valentina Tereshkova, primera mujer en el espacio y diputada por el partido oficialista. La devoción por el presidente llega también a la religión. Kirill, patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, rezó por el presidente en su 64 cumpleaños y le agradeció que consagre «su vida al servicio de Rusia». «Su nombre está ligado a una serie de eventos que han entrado ya en los anales de la historia tanto de Rusia como del mundo», rezó el patriarca.

Este tipo de expresiones de culto al líder alcanzan su máxima expresión en asociaciones juveniles a menudo promovidas y financiadas indirectamente por la Administración Presidencial, el Kremlin. «Estamos a favor de Putin, nos oponemos al matrimonio homosexual y a las normas anglosajonas que rigen el mundo moderno», reza en sus estatutos la web oficial de «La Red», la principal asociación de juventudes putinistas, cuyos miembros tienen edades comprendidas entre los 17 y los 27. Su sede en el centro de Moscú hace también las veces de taller de arte patriótico. Las paredes están empapeladas con pinturas obra de los miembros, que muestran al presidente en situaciones heroicas, como domando un tigre o emergiendo del agua con una piel de oso. «La Red» tiene la lección aprendida de Nashi, su predecesora como principal asociación de juventudes putinistas, que cayó en desgracia de las autoridades tras cruzar la delgada línea que a veces separa ultrapatriotismo de neofascismo.

Como colofón al cumpleaños del líder absoluto, una página web pro-Kremlin ha realizado un libro en el que analiza la figura del líder como icono pop de la cultrua rusa. Es más, le describen como «el gran fenómeno cultural global». «El uso de su imagen en el arte, la literatura y el periodismo no puede no ser olvidado», argumenta Viktor Levanov, el editor de este compendio de alabanza al «zar».