China

Li Qiang, un estrecho aliado de Xi Jinping, elegido nuevo primer ministro chino

Con fama proempresarial, deberá impulsar la economía y recuperar la confianza de los mercados tras la pandemia

El nuevo primer ministro de China es Li Qiang, uno de los hombres de confianza y más cercanos al jefe de Estado y líder del Partido Comunista, Xi Jinping. Como era de esperar, los delegados en Pekín votaron por amplia mayoría al único candidato durante la primera sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional (APN), el órgano legislativo nacional del gigante asiático. Según los resultados oficiales, el electo recibió 2.936 votos a favor, tres en contra y ocho abstenciones. Tras firmar la carta de investidura, Li se levantó para dar a Xi un ferviente apretón de manos.

Cabe señalar que no se trata de un desconocido en la escena política china. El líder ingresó en el PCCh en abril de 1983 y se convirtió en miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista en octubre de 2022. Se trata además de un viejo conocido de Xi, ya que coincidieron durante el mandato del entonces futuro presidente al frente de su Zhejiang natal, una provincia del sureste relativamente rica, conocida actualmente como potencia tecnológica y manufacturera. Antes de la pandemia, se labró una reputación en Zhejiang y Shanghái como amigo de la industria privada, además de por su dominio sobre el comercio electrónico y otras empresas tecnológicas.

Shanghái ha sido históricamente una cantera de altos dirigentes nacionales, pero a diferencia de la mayoría de sus predecesores, Li carece de experiencia previa en el cargo que ocupa. Adolece asimismo de la veteranía de dirigir una provincia empobrecida, requisito indispensable para los cuadros que desean ocupar altos cargos en el Gobierno.

A este político de 63 años se le considera pragmático y proclive a los negocios. Como jefe del partido de Shanghái se le consideró en parte responsable de las caóticas condiciones que se vivieron. Su gestión del bloqueo ultra estricto por el coronavirus en la ciudad de 26 millones de habitantes, que duró dos meses, provocó la ira de la opinión pública desencadenando inusuales y multitudinarias protestas que afectaron a la economía manufacturera y exportadora de la urbe.

El hecho de que, a pesar de todo, haya sido ascendido es interpretado por algunos observadores como una clara señal del factor que, por encima de todo, a la hora de promocionarse en el Partido Comunista lo que prima es la lealtad a Xi Jinping.

El primer ministro ostenta el número dos de China después del jefe del Estado y del Partido y es el máximo responsable de la planificación y supervisión económica. También dirige el Consejo de Estado, que coordina los ministerios. El debutante sustituye al anterior primer ministro, Li Keqiang, considerado relativamente moderado y a punto de jubilarse tras una década en el puesto.

Pocas veces un primer ministro entrante se ha enfrentado a una cartera tan desalentadora, las credenciales proempresariales de Li están a punto de ser puestas a prueba. Entre sus cometidos más espinosos estará el de encauzar la recuperación de la economía china e impulsar la confianza de los mercados. La fuerte desaceleración de los últimos años ha estado vinculada a la pandemia y a la estricta estrategia de «covid cero», pero también a causas estructurales aún más acuciantes, como la fragilidad del consumo, la burbuja inmobiliaria, las disparidades económicas internas o la lucha de poder entre la cúpula política y las grandes empresas tecnológicas. También tendrá que hacer frente a la débil demanda mundial de exportaciones, las persistentes subidas de aranceles de Estados Unidos, la disminución de la mano de obra y el envejecimiento de la población china.

La segunda economía mundial avanzó un modesto 3% el año pasado y, el día de la apertura del Parlamento, Pekín fijó un modesto objetivo de crecimiento económico para este año 2023 de alrededor del 5%, el más bajo en casi tres décadas.

Li debutará en la escena internacional el próximo lunes, durante la tradicional sesión de preguntas y respuestas ante los medios de comunicación organizada por el Gobierno, y una vez concluida la sesión parlamentaria.

El viernes, la Asamblea Popular confirmó por unanimidad a Xi Jinping para un inusual tercer mandato como presidente, consolidando aún más su poder. En el Congreso del Partido celebrado en octubre, el septuagenario ya había desafiado los anteriores límites de edad y de mandatos y logró que se consagrara en los estatutos del Partido un papel permanente de liderazgo. Con su único mandato, sigue los pasos de Mao Zedong, fundador del Estado y revolucionario que, sin embargo, llevó el caos al país.

La reunión anual, de una semana de duración finalizará el lunes. Se trata del escenario de la mayor remodelación del Gobierno en diez años, en la que ascienden principalmente estrechos confidentes de las filas del nuevo Emperador rojo.