Italia

Razzismo: La nueva batalla política en Italia

Los ataques, palizas y linchamientos contra los inmigrantes generan preocupación entre la ciudadanía, mientras que el populista Salvini prefiere mirar para otro lado y tacha estos incidentes de meras «estupideces»

Manifestantes marchan contra la oleada de agresiones racistas en Nápoles, el pasado mayo
Manifestantes marchan contra la oleada de agresiones racistas en Nápoles, el pasado mayolarazon

Los ataques, palizas y linchamientos contra los inmigrantes generan preocupación entre la ciudadanía, mientras que el populista Salvini prefiere mirar para otro lado y tacha estos incidentes de meras «estupideces».

Hubo un tiempo en el que también los asesinatos machistas eran considerados hechos aislados, crímenes pasionales, en el lenguaje más abyecto. Algo similar a lo que ocurre ahora con los ataques contra inmigrantes en Italia, que han pasado de simples sucesos a convertirse en un fenómeno. Los casos han dejado de ocupar la crónica local a las primeras planas. En el último mes y medio, los periódicos de este país han podido contar al menos una decena de este tipo de agresiones xenófobas.

La última tuvo mayor trascendencia por tratarse de un personaje público. La lanzadora de disco de la selección italiana sub-23 Daisy Osakue sufrió quemaduras en la córnea después de que le lanzaran un huevo a los ojos el pasado domingo en los alrededores de Turín. «No quiero usar la carta del racismo, pero creo que estaban buscando a una persona de color, porque la zona por la que pasaba suele ser frecuentada por prostitutas», dijo a la prensa local. Aunque sus padres son nigerianos, Daisy nació en Italia y siempre ha competido con los colores de su país.

Ese mismo día, en la ciudad de Aprilia, en el centro de Italia, tres personas acabaron a golpes con la vida de un ciudadano marroquí, al que confundieron con un ladrón. Los hechos todavía se están investigando, pero según las primeras pesquisas policiales el hombre murió de un fuerte golpe en la cabeza. Los investigadores también excluyeron que el homicidio tuviera una motivación racial, aunque el simple hecho de que la víctima despertara sospechas por ser extranjero desató las críticas.

El siempre prudente presidente de la República, Sergio Mattarella, condenó «el racismo que se está insinuando en las fracturas de la sociedad». «No ver el grave riesgo que estamos corriendo después de que se multipliquen los casos de violencia sobre migrantes es un grave error», añadió. Desde la oposición, el secretario general del Partido Democrático, Maurizio Martina, se agarró a este asidero para culpar al ministro del Interior, Matteo Salvini, de provocar «esta corriente de odio racial». Pero el líder de la Liga no se dio por enterado y respondió a su estilo: «¿Emergencia de racismo en Italia? No digamos tonterías».

Posteriormente, a través de un mensaje en la red social Facebook volvió a insistir en esa idea. Para el ministro de Interior el ataque a la deportista no fue un acto racista, se trató de «una estupidez». Además, cargó contra los medios de comunicación a los que acusa de señarle y publicar noticias para generar alarma.

Tanto el vicepresidente italiano como los miembros de su Ejecutivo recurrieron al viejo argumento de los episodios aislados. Incluso Beppe Grillo, fundador del Movimiento 5 Estrellas, socio de Gobierno de la Liga, acusó a los medios por utilizar estos hechos en su contra. Sin embargo, las críticas también vinieron de organismos poco sospechosos como Acnur, que mostró su «profunda preocupación por el creciente número de ataques contra inmigrantes, solicitantes de asilo, refugiados y ciudadanos italianos de origen extranjero que ha caracterizado estos últimos meses».

«No se puede hablar de casos aislados porque han ocurrido con mucha frecuencia en los últimos meses y en distintas ciudades de Italia», señala Chiara Volpato, profesora de Psicología Social de la Universidad Bicocca de Milán. La académica considera al teléfono que «la crisis económica ha debilitado el tejido social, pero Salvini ha actuado como un ministro de propaganda, deshumanizando a los inmigrantes y usando el odio como instrumento».

El pasado marzo un senegalés murió tiroteado en Florencia y pocas semanas más tarde un conocido sindicalista negro falleció en similares circunstancias en Calabria. Mientras, en varios casos recientes se ha repetido un mismo patrón, con inmigrantes atacados desde balcones con balas de fogueo. En todos ellos, los acusados han manifestado que simplemente estaban haciendo prácticas de tiro. «Yo estaba apuntando a una paloma», fue el argumento de un agresor en la ciudad de Vicenza.

En Roma, hace unas semanas una niña de 13 meses origen gitano recibió un disparo de perdigón en la espalda que le ha causado una lesión vertebral, por la que podría quedar inválida de por vida. El incidente provocó de nuevo la reacción del presidente Mattarella, que advirtió que «Italia no puede convertirse en el lejano Oeste».

Ayer, dos hombres oriundos de Toscana fueron encarcelados después de que un juez decretase que intentaron asesinar a un refugiado al que agredieron tras irrumpir bruscamente en el centro de acogida de Sulmona, muy cerca de la conocida localidad de L'Aquila. El juez de instrucción decidió enviar a la cárcel a los culpables con el agravante de discrinación racial. Una disposición que recoge la ley Mancino de 1993 y que el ministro de Familia y Discapacidad Lorenzo Fontana, miembro de la ultraderechista Liga, quiere abolir.

Según un informe de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales, el fenómeno no es únicamente italiano y cita que en países como Alemania o Austria también han aumentado agresiones de este tipo. En los últimos años «no ha habido progresos en la lucha contra el racismo en Europa», debido a la «retórica xenófoba adoptada por distintos líderes europeos», añade el informe.

Por otro lado, Amnistía Internacional subraya que en Italia existe un clima de «hostilidad, racismo y xenofobia» mayor que en otros países europeos como consecuencia de la política de contención de refugiados que ha dado como resultado la ecuación «inmigración es igual a inseguridad», reforzada por el discurso oficial.

«Salvini es nuestro representante de esa extrema derecha occidental que ha incrementado la hostilidad hacia los inmigrantes», sostiene Luigi Antimo, docente de Ciencias Sociales de la Universidad de la Sapienza. Antimo considera que desde las últimas elecciones «se ha instalado una ideología racista que inunda el debate e incluso el fascismo ha emergido de nuevo como algo inocuo». No son los políticos quienes golpean, según el profesor, pero sí quienes han sembrado el terreno.