Mali
Los rebeldes tuareg crean un frente común para enfrentarse a las juntas militares del Sahel
Un convoy formado por efectivos del ejército maliense y del grupo Wagner se dirigen a la ciudad de Kidal para dar un vuelco al curso de la guerra en Mali
“Cortaremos la cabeza de la serpiente de Kidal”. Con una frase demoledora celebraba este miércoles Moussa, un militar de Mali retirado y con actual residencia en su capital, el anuncio de que una caravana de más de 100 vehículos de las Fuerzas Armadas de Mali (FAMA) y del Grupo Wagner salieron de la ciudad de Gao en dirección a Kidal. “Hace casi diez años que Bamako no tiene una presencia militar en Kidal, desde antes de mi jubilación, y eso acabará pronto. No podemos dejar que los nuevos aliados de Francia acaben con la unidad de Mali”.
Ha pasado más de un año desde que el último soldado francés abandonó Mali pero la copla de París sigue sonando. Nadie cree realmente que se hayan ido; unos acusan al Elíseo de financiar a los grupos terroristas y otros de colaborar con las milicias de Azawad para desestabilizar a la junta militar liderada por el coronel Assimi Goita. No importa que fuera Goita el primero en atacar a la CMA (Coordinación de Movimientos de Azawad) durante este mes de agosto, ni que el yihadismo traído de Argelia fuera la causa primera para la presencia de Francia en Mali. No importa la verdad en una guerra dominada por la desinformación y las máquinas de propaganda que trabajan a toda potencia, ya estén financiadas por los yihadistas, los secesionistas, rusos, malienses o franceses.
Aquí y allá se informó en la última semana de sucesivos combates entre las FAMA y los nacionalistas de Azawad, o bien entre las FAMA y yihadistas del JNIM. El 29 de septiembre se supo que tropas de Azawad habían tomado una base militar maliense en la localidad de Dioura, haciéndose a su vez con el control de un provechoso arsenal militar que beneficiará a su causa. Los pocos soldados malienses que no escaparon fueron grabados entre que gritaban aterrorizados: “¡Viva Azawad!”, acosados por las risotadas de sus captores. Este martes, otra base en Kaloumba fue abandonada por las FAMA tras sufrir un ataque de los yihadistas. La marcha a Kidal pretendería así poner fin a una guerra que comenzó hace dos meses y donde las bajas en el Ejército maliense han sido abundantes, pese a los esfuerzos de sus propagandistas de comunicar una campaña victoriosa. Prueba de los fracasos de las FAMA sería el actual asedio de la ciudad de Tombuctú por parte de los yihadistas, iniciado hace más de un mes sin que se haya procedido a romper el cerco que acorrala a una población anestesiada por los bombardeos de mortero, que ya se han cobrado más de una decena de vidas civiles.
Pero Kidal puede ser un agujero negro para el contingente conjunto de FAMA y Wagner. Las raíces de la histórica localidad están firmemente arraigadas en las leyes del desierto, donde el agua y el alimento son bienes escasos, sólo al alcance de los tuareg que durante generaciones han amoldado su supervivencia a tan hostil entorno. Si las fuerzas gubernamentales, apoyadas por los rusos, fueran capaces de tomarla, ¿podrán aguantarla? ¿Con qué objetivo? ¿Por cuánto tiempo?
Esta es una guerra de frentes confusos. Tombuctú, Kidal, Kaloumba o Dioura se encuentran distanciados por cientos de kilómetros los unos de los otros. Aquí ataca la yihad; allá, Azawad. Y mientras Tombuctú vive acorralada por los terroristas, el grueso de las FAMA marcha a Kidal. Hay días en que parece que Mali se ha convertido en una caótica película de los hermanos Marx, sólo que de un género de terror en lugar de cómico. Resulta difícil diseccionar las informaciones verdaderas de las falsas cuando la prensa tiene prohibido el acceso a la zona y ninguno de los bandos enfrentados destaca por su fiabilidad informativa.
Pese a que algunos grupos de Azawad permanecen leales al Gobierno de Bamako, la comunidad tuareg ha iniciado un llamamiento para combatir a las FAMA. Y su amplia mayoría parece dispuesta a escucharlo. El ejemplo más característico se encontraría en la vecina Níger, donde Rhissa Ag Boula, comandante tuareg y líder del recién formado Consejo de la Resistencia por la República (CRR), ya anunció durante el pasado mes de agosto su intención de enfrentarse a la junta militar que tomó el poder en Níger a finales de julio. Como respuesta al convoy que se dirige a Kidal, este lunes publicó un comunicado llamando a todos los tuareg a unirse contra un enemigo común: las juntas militares que gobiernan en Mali, Burkina Faso y Níger, contrarias a la democracia y hoy unidas bajo la bandera de la Alianza de los Estados del Sahel. El comunicado habla de un posible genocidio contra los tuareg, del coraje de Azawad y de la necesidad de restablecer en el poder a Mohamed Bazoum, que sigue prisionero de los golpistas en Niamey.
Se rumorea que cientos de tuareg han partido desde el norte de Níger hasta Kidal por orden de Rhissa Ag Boula, y que allí combatirán junto a sus hermanos para rechazar a las FAMA. En lo que respecta a la suerte del convoy enviado por Bamako, fuentes sobre el terreno aseguran que están encontrándose con una firme resistencia que ya ha sido capaz de neutralizar varios vehículos de las FAMA. Que el goteo de heridos no cesa de llegar de vuelta a Gao. Sin embargo, los canales oficiales de Mali hablan de un trayecto sin incidentes (algo inverosímil, desde que un trayecto sin incidentes significaría que el convoy habría llegado a Kidal en la medianoche del martes, cosa que no ha ocurrido), algo que demuestra los obstáculos informativos inherentes a esta guerra.
En Mali se está combatiendo una guerra abierta. La semana pasada, en sólo veinticuatro horas, fuerzas repartidas entre el EIGS y el JNIM atacaron cuatro bases militares malienses, consiguiendo hacerse con una de ellas. Sorprende a los periodistas en el continente la inexistente cobertura informativa que está recibiendo un enfrentamiento cuyos resultados afectarán directamente a Europa en cuanto a su seguridad, materias de inmigración y por supuesto, el tráfico de cocaína que atraviesa Mali hasta la costa Mediterránea. En Mali se está luchando una guerra abierta, sangrienta, decisiva para la región y para Europa. Uno no puede dejar de suponer que hay cosas más importantes, cruciales o históricas, como el embarazo de una influencer o la última perorata de Óscar Puente.
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