Defensa

El renacimiento letal del MiG-31, un caza de la Guerra Fría con el que Putin pone a prueba las defensas europeas

Nació en la Unión Soviética para interceptar bombarderos y hoy, cuatro décadas después, este gigante del aire es la plataforma de lanzamiento del temido misil hipersónico Kinzhal, una pieza clave para Rusia en Ucrania

Avión de combate ruso MiG-31 con un misil hipersónico Kinzhal
Avión de combate ruso MiG-31 con un misil hipersónico KinzhalAgencia AP

Un gigante de la Guerra Fría, concebido para dominar los cielos del vasto territorio soviético, sigue proyectando una sombra imponente en los conflictos del siglo XXI. El MiG-31, conocido en la OTAN como Foxhound, es mucho más que un caza interceptor; es un coloso del aire capaz de alcanzar velocidades de casi 3.000 kilómetros por hora (Mach 2.83) y operar a altitudes de hasta 25.000 metros, donde muy pocos pueden seguirle. Este veterano, que entró en servicio en 1981, se ha convertido en una pieza clave para las fuerzas rusas en la guerra de Ucrania.

De hecho, su diseño, iniciado en 1968, respondió a una necesidad estratégica: la defensa de unas fronteras inabarcables frente a la amenaza de bombarderos y misiles de largo alcance. Para cumplir esta misión titánica se construyó una de las aeronaves de combate más grandes del mundo, con una estructura reforzada con acero y titanio que le confiere una robustez extraordinaria para soportar las condiciones extremas de sus misiones de patrulla a gran altitud y velocidad.

Asimismo, el MiG-31 fue un pionero tecnológico en su tiempo. Se convirtió en el primer caza del mundo en equipar un radar de matriz en fase, el sistema Zaslon, que le otorgaba una capacidad sin precedentes para rastrear hasta diez objetivos y atacar a cuatro de ellos de forma simultánea. Las versiones modernizadas, como el MiG-31BM, llevan esta capacidad a un nuevo nivel con el radar Zaslon-M, cuyo alcance de detección supera los 320 kilómetros y le permite enfrentarse a seis amenazas a la vez, tal y como informa Infodefensa. Esta continua actualización se enmarca en el esfuerzo del Kremlin por mantener su superioridad aérea, donde también juega un papel crucial el avión de combate Su-57, que recientemente ha sido equipado con un nuevo misil.

MIG-31
MIG-31A. CruzLa Razón

De la defensa soviética a la ofensiva hipersónica

En este sentido, su arsenal letal ha evolucionado para mantener su vigencia en el campo de batalla moderno. El Foxhound puede portar misiles aire-aire de alcance ultra largo, como el R-37M, capaz de abatir blancos a más de 300 kilómetros, o el KS-172, con un alcance teórico de hasta 400 kilómetros. Su variante más temida, el MiG-31K, ha sido modificada para actuar como plataforma de lanzamiento para el misil hipersónico Kinzhal, un arma que viaja a diez veces la velocidad del sonido y puede alcanzar objetivos a más de 2.000 kilómetros de distancia. Este desarrollo sitúa al MiG-31 en el centro de la carrera armamentística hipersónica, un campo en el que Estados Unidos también está actualizando sus bombarderos más icónicos para portar armas similares.

No obstante, su historial operativo no está exento de reveses. Aunque la mayor parte de la flota fue heredada por Rusia y Kazajistán tras la caída de la URSS, su participación en Ucrania ha tenido un coste. Se ha confirmado la destrucción de al menos dos aeronaves en la base aérea de Belbek, en Crimea, durante este 2024. A pesar de estas pérdidas, se estima que Rusia mantiene operativos unos 130 aparatos y tiene planes de extender su vida útil hasta, como mínimo, el año 2035, asegurando la continuidad de un legado de la era soviética que se niega a desaparecer de los cielos.