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EE UU y Rusia disparan la tensión nuclear

Putin anuncia su retirada del histórico acuerdo para reducir las armas estratégicas y garantizar la paz global tras la salida de Washington.

Imagen satélite tomada por Rusia utilizada para acusar a Estados Unidos
Imagen satélite tomada por Rusia utilizada para acusar a Estados Unidoslarazon

Putin anuncia su retirada del histórico acuerdo para reducir las armas estratégicas y garantizar la paz global tras la salida de Washington.

Rusia suspendió la participación en el tratado de desarme nuclear INF, suscrito en 1987 por la entonces URSS y EE UU para eliminar los misiles balísticos y de crucero con alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros. La medida se tomó en respuesta a la respectiva decisión de EE UU. Moscú y Washington llevan años acusándose de infringir uno de los convenios más primordiales a escala global sobre el control de armas y la seguridad estratégica. Vladimir Putin pidió a sus ministros de Exteriores y de Defensa que no inicien ninguna nueva negociación sobre el asunto, aunque todas las propuestas de Rusia siguen sobre la mesa. El ministerio de Exteriores subrayó que tras la retirada de EE UU, Moscú se reserva el derecho a desarrollar, fabricar y desplegar ahora misiles terrestres de alcance medio y más corto y declaró que Rusia inicia el desarrollo de un misil supersónico de medio alcance. Putin dijo que no emplazará tales misiles en Europa ni en otras regiones hasta que semejantes armas de EE UU aparezcan en dichas regiones del mundo.

Una de las exigencias para no completar la retirada es que Rusia destruya todos sus misiles 9M729, que según Washington violan el alcance estipulado por el tratado, mientras que la inteligencia rusa señala que EE UU ya había tomado la decisión de rescindir el acuerdo ya hace dos años y había empezado a desarrollar armas prohibidas por el Tratado, además apunta a que este acuerdo le mantiene atado a EE UU a la hora de aumentar su potencial misilístico en Asia y Pacífico para contrarrestar a China, Irán, Corea del Norte con los que no tiene acuerdos análogos.

La tensión entre las dos potencias quedaba en evidencia con las declaraciones de pesos pesados de la Casa Blanca. Empezando por el secretario de Estado, Mike Pompeo, que a través de Twitter insistía en la paciencia demostrada por su país y en la deslealtad del Kremlin. «Durante más de 5 años presionamos a Rusia para cumplir con el Tratado INF», lamentó, pero «Rusia sigue acumulando misiles ilegales» y, añadió, «el tiempo se ha acabado». Poco después agradeció el comunicado de la OTAN y subrayó el orgullo de EE UU por pertenecer a la Alianza Atlántica. La única posibilidad pasa porque Rusia acepte destruir, bajo la verificación de expertos independientes, el arsenal de misiles que teóricamente violan los términos del INF. Los aliados de la OTAN han respaldado firmemente a Washington e instaron a Moscú a salvar el tratado.

Claro que la firmeza del Gobierno contrasta con las dudas manifestadas por los expertos. Así, el Centro para el Control y la No Proliferación de Armas Nucleares ha hecho público un comunicado en el que recordaba que el acuerdo firmado por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en 1987 permitió la eliminación de los misiles balísticos y de crucero disparados desde el suelo, «tanto nucleares como convencionales, con un rango entre 500 y 5.500 kilómetros». Eso supuso «la destrucción de 2.692 misiles en 1991». Advierte que si el INF es disuelto el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas será ya el único acuerdo que restrinja los dos arsenales nucleares más grandes del mundo. John Tierney, su director ejecutivo, alertó de las altas posibilidades en encontrarnos en la antesala de una nueva carrera armamentística y de que aumente el riesgo de una guerra nuclear. Poco después de ser elegido, Trump pronunció unas palabras escalofriantes: «Dejemos que sea una carrera armamentística». «Sin el Tratado INF, ambas partes serán libres para producir una nueva generación de misiles de alcance intermedio y presionar nuestra suerte con una repetición de la Guerra Fría. Tanto Washington como Moscú tienen el deber de salvar este acuerdo». En ese mismo comunicado la directora política del centro, Alexandra Bell, ex funcionaria del Departamento de Estado, explicó que todavía hay tiempo para explorar la vía diplomática, a su juicio inexplorada a pesar de las reiteradas amenazas de la Casa Blanca y de que el presidente Trump «anunció su intención de abandonar el INF en el marco de un mitin político». El problema es que Washington, lejos de presionar para sacar adelante la negociación parecería más interesado en permitir que el acuerdo se pudra.

Con la desaparición de un tratado considerado como el verdadero principio del fin de la Guerra Fría regresa el fantasma del holocausto nuclear a un mundo que parecía haberlo olvidado. Pero en octubre, el Boletín de Científicos Nucleares ya avisó de que hay que remontarse a 1953, cuando la URSS detonó su primera bomba termonuclear, para encontrar una situación tan alarmante. De hecho, el Reloj del Juicio Final, creado en 1947 como forma de calcular la posibilidad de una guerra nuclear, se encuentra ya a dos minutos de la medianoche.