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Rusia sale en defensa de su aliada Serbia en la crisis de Kosovo

Una manifestación de serbios concluye en nuevos enfrentamientos con la Policía kosovar

Los choques en el norte de Kosovo continúan, un día después de que la OTAN anunciara el refuerzo de su presencia con el envío de 700 soldados. Cientos de personas de etnia serbia se han congregado este miércoles en varios municipios de Kosovo para exigir que los alcaldes de etnia albanesa, a quienes consideran sin legitimidad, abandonen sus cargos.

Aunque en un principio, la protesta en el exterior del ayuntamiento de Svecan, a 45 kilómetros de Pristina, era pacífica, después se torno violenta cuando los manifestantes intentaron entrar a la fuerza en las oficinas municipales y se enfrentaron a la policía kosovar y a las fuerzas de paz.

Tras las guerras de los Balcanes, Kosovo – la provincia de Serbia de mayoría de población albanesa- declaró su independencia de manera unilateral en el año 2008 con el padrinazgo de EEUU. Desde entonces, la mayoría de los países europeos le reconoce como un Estado independiente excepto cinco, entre ellos España. A pesar de que la mayoría de la población es albanesa, en el norte del país se concentra la minoría serbia que se siente discriminada por las autoridades de Pristina.

Las tensiones han sido in crescendo desde que los alcaldes de etnia albanesa tomaran posesión de sus cargos la semana pasada en municipios del norte, escoltados por la policía kosovar. Cientos de serbios se habían manifestado para exigir la retirada de los Ayuntamientos de los nuevos regidores de la mayoría albanesa y que fueron elegidos en unos comicios celebrados en el mes de abril y que fueron boicoteados por los serbios. Debido a esta situación, la participación fue apenas del · 3%, lo que ha contribuido aún más a que, para los serbios, estas elecciones carecieran de legitimidad. Las tensiones comenzaron el pasado viernes e hicieron que la policía kosovar acabara entrando en algunos ayuntamientos para recuperar la calma. Esto también desencadenó que, desde la semana pasada, Serbia pusiera a su ejército en estado de alarma e incluso acercara soldados a la frontera. Los serbios acabaron enfrentándose a las fuerzas internacionales de mantenimiento de paz de la OTAN, KFOR, e incluso hirieron a 30 soldados aliados.

En un momento en el que la UE vive una guerra cerca de sus fronteras, la posibilidad de que el polvorín de los Balcanes entre en ebullición una vez más supone una pesadilla . El alto representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, está intentando mediar y tanto Bruselas como EEUU han pedido a las dos partes contención. De momentos, los planteamientos no parecen moverse un ápice. El presidente serbio, Aleksandar Vucic ha asegurado que la retirada de los “falsos alcaldes” y de la policía especial kosovar es un “requisito previo para mantener la paz” y ha pedido a la comunidad internacional que interceda para conseguir estas demandas. Su homólogo, Albin Kurti, sigue mostrando su pleno apoyo a los regidores, aunque ha abierto la puerta a la celebración de elecciones anticipadas. Este miércoles Borrell se ha reunido con Kurti en Bratislava (Eslovaquia) y ha vuelto a tachar la situación como “peligrosa e insostenible) a la vez que ha urgido a las dos partes a volver al diálogo.

Las tensiones entre Serbia y Kosovo retrasan el proceso de adhesión de los dos territorios y abren la puerta a que otras potencias como China y Rusia – que no reconocen a Kosovo como Estado- puedan sacar tajada de situación y aumentar su presencia en la zona. Serbia siempre ha considerado al Kremlin como su protector, a pesar de su acercamiento a la UE, y de hecho se ha negado a secundar las sanciones europeas contra Moscú por la invasión de Ucrania. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskok, ha salido al apoyo de Serbia. “Creemos que todos los derechos e interés legítimos de los serbokosovares deben ser garantizados y respetados.”, ha declarado ante los medios.

Aunque EE UU es el principal impulsor del reconocimiento de Kosovo como Estado, en los últimos días Washington se ha mostrado crítico con el comportamiento de las fuerzas del orden kosovar y ha pedio a Pristina que los alcaldes ejerzan su cargo en instalaciones alternativas y la retirada de la policía especial. Bruselas también intenta erigirse como un árbitro neutral y no mostrar favoritismos. Muchos interpretan este guante de seda con Belgrado como una estrategia para que el país no caiga de manera irremediable en la telaraña de Putin.