Magreb

Saied recrudece su deriva autoritaria en Túnez

El presidente tunecino lidera una nueva ola represiva con la detención de políticos opositores, magistrados, periodistas y empresarios ocho meses después de aprobar una nueva Constitución a su medida

Manifestación contra el presidente Kais Saied
Manifestación contra el presidente Kais SaiedMOHAMED MESSARAAgencia EFE

Si en 2011 Túnez fue ejemplo y asombro para el mundo árabe y la comunidad internacional gracias a su modélica transición a la democracia, el país magrebí vuelve a sorprender a propios y extraños en los últimos meses. Ahora lo hace por razones distintas. Túnez ha sido capaz de destruir el andamiaje democrático nacido de la exitosa revolución con la misma facilidad y celeridad que lo construyó y sin que se atisbe el final del proceso de degradación. El principal responsable del drama tunecino se llama Kais Saied, su presidente electo desde octubre de 2019 y dictador con poderes absolutos desde julio de 2021.

“La deriva autoritaria es imparable y se produce a una enorme velocidad. Este hecho se ha visto ayudado por la enorme división de la oposición que tiene una flagrante falta de unidad de acción y la pasividad de la comunidad internacional, incluidos de manera notable la UE y EEUU, ante la situación”, afirma a LA RAZÓN el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) Bosco Govantes.

Tras su autogolpe constitucional de julio de 2021 y asumir todos los poderes del Estado, el presidente Saied ha liquidado el Parlamento democrático, la Constitución de consenso de 2014 –reemplazada por otra el pasado mes de julio que le prerrogativas casi ilimitadas y perseguido a partidos, jueces, periodistas, empresarios y activistas. En su delirio, Saied está convencido de que “salva la democracia” en Túnez y se encuentra en el camino de enmendar la crítica situación de las finanzas del Estado y de las familias.

Los últimos meses han sido especialmente negros para el pequeño país magrebí. En tres días de febrero el régimen detuvo a diez destacadas personalidades. Entre ellas, Noureddine Boutar, director general de la radio Mosaique FM, una de las principales emisoras del país, el exministro de Justicia y vicepresidente de Ennahda –primer partido de la extinta Asamblea de Representantes-, Noureddine Bhiri y al empresario Kamel Eltaief, además de a dos de los 57 magistrados inhabilitados el pasado mes de julio por el presidente Saied.

En diciembre las autoridades tunecinas ya detuvieron, acusado de reclutar yihadistas para enviarlos a combatir en Siria, al exprimer ministro Ali Laarayedh, también perteneciente a la formación islamista Ennahada. Entretanto, en las dos jornadas en que se celebraron, entre diciembre y enero, las elecciones legislativas –para elegir un Parlamento sin partidos políticos-, los tunecinos dieron la espalda con contundencia al régimen. Poco a poco, los tunecinos comienzan a responder –aunque hasta ahora el presidente ha gozado de un importante respaldo social- en la calle, que registra en las últimas semanas concentraciones de protesta convocadas por partidos y sindicatos.

“Toda esta deriva se ha intensificado tras la aprobación de la nueva Constitución que refuerza su poder autoritario y acaba con cualquier atisbo de separación de poderes. La persecución de la prensa y de la sociedad civil se ha intensificado también con la aprobación de un decreto que permite encarcelar hasta diez años a cualquier individuo que publique falsedades sobre el Estado, así como la revisión de los dispositivos electrónicos por parte de las autoridades”, advierte el politólogo especialista en Túnez de la UPO.

Esta misma semana las autoridades tunecinas decidían por orden presidencial la disolución de los ayuntamientos, la última institución democrática que quedaba en pie del engranaje construido a partir de la revolución de 2011, meses antes de la celebración de los próximos comicios municipales. Las instituciones municipales serán reemplazadas por unos “consejos especiales”.

Cruzada contra las minorías subsaharianas

Por si fuera poco, el mandatario, jurista de profesión, tunecino ha emprendido también una cruzada contra los inmigrantes de origen subsahariano, a los que acusa de todos los males del país. En un discurso pronunciado el pasado 21 de febrero, Saied acusó a las minorías procedentes de otros países del continente de conspirar para cambiar la demografía de Túnez y llamó a las fuerzas de seguridad a expulsar a los indocumentados. El corolario de las palabras racistas del presidente ha sido una oleada de ataques contra los migrantes y peticiones de retorno voluntario. Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades tunecinas que pongan fin inmediato a las agresiones. En 2018 Túnez había sido el primer país de la región en penalizar la discriminación racial.

Aunque la contestación en la calle a Saied sigue sin ser masiva, los especialistas auguran que el descontento ante la deriva autocrática del presidente y la gravísima situación material que vive la población no permite descartar un cambio de escenario en los próximos meses. “La actitud represiva del régimen de Saied va a ir a más y también la contestación por la situación política y por la delicadísima situación económica que atraviesa el país”, estima Govantes, quien llama a la reflexión sobre “la necesidad de apoyar a la sociedad civil en procesos de deriva autoritaria populista como el tunecino”.