Guerra en Europa

De Santa Marta a Járkiv: voluntarios colombianos combaten la invasión rusa en Ucrania

Al menos 269 voluntarios de Colombia han muerto luchando en casi tres años y medio de guerra, mientras cientos o miles podrían estar ahora en el frente de batalla

JÁRKOV, 18/07/2025.- 'Craneo', exsoldado del ejército colombiano y soldado voluntario de la unidad 'Guajiro'. En un campo de entrenamiento boscoso en la región ucraniana de Járkov, en el este del país, un grupo de hombres uniformados, muchos con parches que los identifican como colombianos, escucha atentamente a su instructor ucraniano. Son parte de la unidad 'Guajiro', un contingente de combatientes extranjeros dentro de la Brigada Jartia de la Guardia Nacional de Ucrania. EFE/ Rostyslav Ave...
'Cráneo', exsoldado del Ejército colombiano y soldado voluntario de la unidad 'Guajiro'Rostyslav AverchukAgencia EFE

Miles de extranjeros han respondido al llamado hecho por Ucrania para unirse a su ejército y ayudar a repeler la invasión rusa. Un grupo de ellos destaca dentro del ejército ucraniano, siempre en busca de combatientes altamente motivados y capacitados.

Según un registro informal de extranjeros fallecidos en combate, al menos 269 voluntarios colombianos han muerto luchando del lado de Ucrania en casi tres años y medio de guerra. Cientos o miles podrían estar ayudando a contrarrestar la ofensiva rusa.

Una docena de nombres de soldados extranjeros, en su mayoría colombianos, están grabados en un monumento en un campo de entrenamiento de la Brigada Jartia de la Guardia Nacional de Ucrania, en la región oriental de Járkiv.

“Todos los colombianos venimos aquí voluntariamente y sabemos perfectamente qué esperar y los riesgos que enfrentamos”, enfatiza el sargento “May”, originario de la ciudad costera de Santa Marta y veterano del ejército colombiano, con 20 años de experiencia.

“Tuvimos un compañero que llegó aquí, completó su entrenamiento, participó en una misión y falleció”, relata mientras un grupo de nuevos reclutas entrena cerca bajo la supervisión de un instructor ucraniano. El nombre de la unidad, “Guajiro”, rinde homenaje al primer combatiente colombiano caído en batalla, hace más de un año.

“May” llegó a Ucrania hace un año tras ver un folleto de reclutamiento de la unidad ucraniana en uno de los muchos grupos de WhatsApp de exmilitares colombianos.

“Soy militar de vocación, amo lo que hago, es mi pasión. En Colombia terminé mi servicio y vi la oportunidad de venir aquí, hacer lo que me gusta y apoyar una causa justa”, destaca el sargento.

El sitio web en español de la unidad detalla el proceso de reclutamiento, el salario y lo que un soldado puede esperar en Ucrania. El sueldo, que oscila entre 2.500 y 4.000 euros mensuales una vez que un soldado entra en combate activo, duplica lo que “May” ganaba en Colombia y es un incentivo adicional, según él.

Sin embargo, muchos soldados enfatizan que su motivación principal es ayudar a la nación invadida, señalando que los salarios en algunas de sus unidades anteriores eran menores que lo que ganaban, por ejemplo, como guardaespaldas en Colombia.

“La invasión rusa es injusta, este país se está defendiendo, y aquí estamos los hermanos colombianos aliados para ayudar”, asegura “Cráneo”, un veterano del ejército colombiano que se unió a Jartia tras un año combatiendo en otra unidad ucraniana que sufrió grandes bajas cerca de Pokrovsk en la región oriental de Donetsk.

La devastación de pueblos y ciudades ucranianas por los implacables bombardeos rusos, y las miles de familias que han perdido seres queridos y hogares, han marcado profundamente a “Cráneo”.

“Eso nos da fuerza para ayudar a nuestros hermanos ucranianos a recuperar sus tierras, su paz y retomar la normalidad que tenía este país”, subraya.

“Cráneo” señala que muchos colombianos comprenden la magnitud del conflicto, pero no siempre sus causas, lo que afecta su percepción de la guerra.

“Hay quienes nos tildan de mercenarios. Algunos, por desconocimiento, creen que lo que hacemos aquí es ilícito. En realidad trabajamos para un estado, un gobierno legítimo, somos militares sirviendo al país como cualquier otro soldado”, explica.

“No somos mercenarios, somos soldados con contratos transparentes firmados con las fuerzas de defensa ucranianas”, refuerza “May”. Según el derecho internacional, los contratos con el ejército ucraniano los convierten en soldados legítimos, no en “mercenarios”, término que Rusia usa despectivamente para justificar sentencias de hasta 28 años contra colombianos capturados.

La presencia de soldados colombianos es muy valorada por los ucranianos, tanto civiles como compañeros de armas, en un momento en que encontrar soldados dispuestos en Ucrania es cada vez más difícil tras cuatro años de guerra agotadora.

“Están motivados, saben bien de qué trata esta guerra, por qué están aquí y están dispuestos a esforzarse y aprender”, confirma su instructor ucraniano, “Lulka”, en pausas del entrenamiento en los cuales da órdenes en un español fluido.

Aunque la mayoría tiene vasta experiencia militar de Colombia, reciben al menos dos semanas de instrucción para adaptarse a un tipo de guerra muy diferente.

“El sistema de combate es muy distinto. Esta guerra es más tecnológica, con drones y artillería. Es mucho más intensa que en Colombia”, confiesa “Cráneo”, quien también admite dificultades para adaptarse al clima más frío de Ucrania. “Pero para eso nos entrenan muy bien y nos dan los conocimientos necesarios para defendernos”, asegura.

“May”, herido dos veces en el ojo y la mano, explica que la unidad se especializa en asaltar y capturar posiciones rusas, aunque también ha ayudado a soldados ucranianos a defender posiciones bajo intensos ataques de artillería y drones.

Es mucho más arriesgado que en Colombia, donde podía patrullar meses sin combatir, reconoce, pero como soldado entrenado, aprende a controlar el miedo y actuar con calma en el peligro.

“Aunque por dentro sientes un miedo inmenso, cuando escuchas un dron o la artillería, intentas mantener la calma para no tomar una mala decisión”, explica. “Sé que si escucho un dron y, en lugar de quedarme quieto, corro, puede perseguirme y matarme. Si oigo la explosión de una granada de mortero y me muevo para esconderme, sé que puede caer otra y afectarme. Nunca cae una, siempre son dos. Nunca hay un dron, siempre hay dos.”

Aunque las mejores unidades rusas han sido diezmadas tras años de guerra, no hay que subestimar a los enemigos, especialmente por su número, dicen los colombianos.

A pesar del alto riesgo, cuentan con el apoyo de sus familias, lo que, aseguran, es clave para evitar conflictos y malentendidos. “Los problemas en Colombia, por muertes o pagos, surgen cuando los soldados no son honestos sobre los riesgos y las recompensas con sus esposas o padres”, dice “May”, cuya esposa está dispuesta a venir a Ucrania si debe quedarse más allá del contrato inicial de tres años.

“May” espera que los líderes políticos encuentren soluciones para poner fin a la destrucción, pero está listo para quedarse si el conflicto persiste. “Unidos podemos vencer, Ucrania y Colombia”, asegura también “Cráneo”.