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África

Senegal recupera su soberanía total: Francia cierra su última base militar en África Occidental

El campamento militar francés Geille (Dakar) y la base aérea del aeropuerto internacional han sido formalmente restituidos al Estado senegalés

Bassirou Diomaye, presidente de Senegal EUROPAPRESS

Este jueves marca un hito histórico para Senegal en particular y para toda África Occidental en general. El campamento militar francés Geille (Dakar) y la base aérea del aeropuerto internacional han sido formalmente restituidos al Estado senegalés. Y con esta entrega se concreta el cierre de la última base militar francesa en Senegal y, por extensión, el fin de la presencia militar permanente de Francia en África Occidental y Central. Han tenido que pasar sesenta y cinco años desde las independencias para que ocurriera. Varios siglos más, si se considera la época colonial a la hora de contar la presencia militar francesa en la región.

El campamento Geille albergaba en sus cinco hectáreas el mando conjunto y una unidad de cooperación regional. Representaba el núcleo de la influencia militar francesa en Senegal. En el pasado se llegó a considerar transformarlo en un centro de entrenamiento conjunto, pero esa opción fue finalmente descartada.

El acto protocolar fue presidido por el jefe del Estado Mayor senegalés, el general Mbaye Cissé, y el comandante del ejército francés para África, el general Pascal Ianni. Este último fue el encargado de sellar la disolución definitiva de los Elementos Franceses en Senegal (EFS), una unidad compuesta por unos 350 efectivos y cuya misión principal era la cooperación con las fuerzas armadas senegalesas. Aunque la ceremonia fue breve, su carga simbólica fue inmensa. Es el fin de una era que comenzó en el siglo XIX.

Sin embargo, la salida francesa de Senegal no podría definirse como abrupta, ni obedece exclusivamente al discurso antifrancés del actual gobierno del país. En realidad, se inscribe en una evolución progresiva iniciada en 2011, cuando las antiguas Fuerzas Francesas de Cabo Verde (FFCV) dieron paso a los EFS (una estructura centrada más en la formación y el entrenamiento que en el combate directo). En 2012, un nuevo tratado estableció un modelo de cooperación militar en el que la defensa nacional quedaba plenamente en manos senegalesas. El proceso de entrega de instalaciones mencionadas comenzó el 7 de marzo de 2025, siguiendo un calendario acordado por una comisión conjunta franco-senegalesa. Cuatro bases ya habían sido entregadas antes de este jueves, quedando únicamente Geille y la base aérea por devolver.

La retirada debe mirarse a través de una reconfiguración más amplia de la estrategia militar francesa en África. Desde 2022, Francia ha ido cerrando sus bases en Malí, Burkina Faso, Níger, Chad y Gabón. Expulsada de unas naciones, invitada a irse en otras. Hoy, en toda África, solo mantiene su presencia en un centro de formación compartido en Gabón, y en Yibuti, en una base de 1.500 efectivos que París busca convertir en plataforma para futuras misiones africanas.

La retirada francesa coincide con el ascenso al poder del presidente Bassirou Diomaye Faye y del primer ministro Ousmane Sonko en abril de 2024, ambos líderes del partido panafricano conocido como PASTEF. Con una agenda orientada hacia una mayor independencia frente a la antigua metrópoli, los candidatos de PASTEF prometieron revisar los vínculos con Francia y pusieron como prioridad la recuperación plena de la soberanía nacional. En noviembre de 2024, anunció públicamente que en 2025 no quedaría ninguna base militar extranjera en territorio senegalés.

Faye afirmó entonces que “Senegal es un país independiente, es un país soberano, y la soberanía no admite la presencia de bases militares en un país soberano”. A pesar de esta firmeza aparente en su discurso, Faye ha insisitido en que no se trata de una ruptura con Francia, sino de una transformación hacia un “partenariado renovado”. Aunque se extingue la presencia física permanente del ejército francés, la cooperación entre ambos países continúa a través de sus propios medios.

Es decir, que las misiones de entrenamiento y cooperación se realizarán en adelante desde Francia, y con personal enviado según las necesidades identificadas por el ejército senegalés. Campos como como la ciberdefensa, la vigilancia marítima y la formación técnica seguirán formando parte del trabajo conjunto entre ambas naciones.

En contraste con el Sahel

El ejemplo senegalés contrasta profundamente con la situación en otras naciones del Sahel, como Malí, Burkina Faso y Níger. En estos países, las juntas militares han hecho de la expulsión de Francia un símbolo de soberanía y una victoria en su cruzada contra el neocolonialismo. Sin embargo, mientras ganan terreno político y simbólico, la situación de seguridad en sus territorios se vuelve cada vez más crítica. A pesar de la retórica patriótica, la guerra contra el yihadismo no ha cedido; al contrario, se ha intensificado.

Los ataques yihadistas han aumentado en frecuencia y brutalidad, sin que las fuerzas locales hayan logrado consolidar avances significativos en esta materia. Francia se ha retirado entre acusaciones de injerencia y espionaje, señalada por organizar intentonas de golpe de Estado y de orquestar ciberataques. Un abanico de conspiraciones que tapan de mala manera las graves carencias a las que se enfrentan las juntas militares… y que poco tienen que ver con los pecados de París.