Temor
¿Será el fin del mundo en 2024? Así es el apocalíptico terremoto que se avecina y del que nos avisaron hace casi 500 años
Científicos dicen que los temblores no se predicen, pero desde 2008 están alerta ante la posibilidad de que en verdad ocurra ese sismo de enormes proporciones
A lo largo de los siglos, muchos profetas, científicos, religiosos y hasta supuestos viajeros del tiempo se han aventurado a vaticinar sobre cómo y cuándo será el fin de nuestros tiempos. Todos ellos han dicho que el mundo terminará por una potente erupción solar, con un apocalipsis zombie, con una invasión alienígena y hasta por una guerra o una debacle climática provocada por los propios humanos.
A pesar de que durante mucho tiempo, los hombres y mujeres de ciencia han centrado sus esfuerzos por saber si el cambio climático, las inundaciones, las sequías, los terremotos o cualquier fenómeno natural será el causante del fin de la vida como lo conocemos, lo cierto es que estas son situaciones que no se pueden predecir y que salen de nuestras manos como especia.
Por otro lado, aunque personas dedicadas a la religión y la espiritualidad también han enfocado esfuerzos en tratar de adivinar o predecir cuándo y cómo será el fin del mundo. Pitonisos y profetas como Nostradamus escribieron incluso tratados completos llenos de advertencias para las que generaciones que le precederíamos.
En 1555, el boticario y astrólogo francés Michel de Notre-Dame, mejor conocido como Nostradamus, escribió un libro de 900 páginas llamado "Las Profecías" basado en su supuesto poder de clarividencia, es decir, ver el futuro. Y a casi cinco siglos de este episodio, sus predicciones son populares en cada cambio de año, aunque sean o no acertadas.
A su manera, se dice Nostradamus predijo tragedias como el ascenso de Adolf Hitler de la mano del Partido Nacionalsocialista de Alemania (el inicio de los nazis), el asesinato de John F. Kennedy, la explosión de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el atentado aéreo en contra de las Torre Gemelas de Estados Unidos y hasta el asesinato del Papa Juan Pablo I.
Y como muchos otros, también habló sobre las probables fechas del fin del mundo. Al no haber acertado -por ejemplo- en 1999, la siguiente supuesta cita con el destino sería en 2024, cuando un poderoso terremoto con epicentro en la ciudad de California en Estados Unidos desate el cataclismo que acabará con el planeta, tal como dice en las siguientes líneas de su popular libro.
Los intérpretes de este verso señalan que el Sol veinte de Tauro se refiere al 20 de mayo del próximo año y que el gran teatro hace referencia a las ciudades de Los Ángeles o Hollywood -ambas en el estado de California- conocidas por ser el hogar de famosos y la meca del cine.
Según las interpretaciones, este fenómeno sería devastador tanto material como humanamente, además de que sería precurso de una enorme erupción volcánica o de la debacle total de nuestro planeta debido al desequilibrio ecológico que generan estos desastres naturales.
Expertos en geofísica, geología y sismología han advertido durante décadas que los sismos o terremotos son situaciones que no se pueden predecir, por más señales o actividad que se tenga registrada en los centros de la Tierra. Sin embargo, si es posible hacer algunas estimaciones con base en el monitoreo constante de los movimientos teluricos que se registran en ciertas zonas altamente sísmicas, pero solo para tener planes de prevención en caso de alguna emergencia.
En 2008, tras un fuerte sismo, expertos del Servicio Geológico de Estados Unidos dieron a conocer la posibilidad de que -en efecto- el estado de California sea epicentro de uno de los terremotos más potentes y destructivos de todos los tiempos, al que han identificado como "The Big One" (El grande).
Según sus cálculos, este brutal sismo tendría una magnitud mayor a 8, duraría entre tres y cinco minutos y se generaría en la Falla de San Andrés la cual comparten Estados Unidos y México, mide poco más de mil 500 kilómetros y es el punto geológico donde convergen dos importantes placas tectónicas: la Norteamericana y la del Pacífico.
Aunque es una zona altamente sísmica y su actividad jamás ha parado, un estudio del Programa "National Natural Landmarks" -del gobierno estadounidense- establece que el área que más preocupa a los especialistas es el sur de la Falla de San Andrés, ubicada exactamente en la Península de Baja California (México) pues históricamente ha tenido fuerte actividad cada 150 años, pero ahora ya han pasado 300 desde que se manifestó y entonces la acumulación de energía en esa parte de la falla podría liberarse en cualquier momento.
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