Muere Ariel Sharon
Sharon, el último rugido del león de Dios
El dirigente conservador pasó los últimos ocho años en coma tras sufrir en 2006 un derrame cerebral que le apartó de la jefatura de Gobierno
Tras más de ocho años en coma y varias semanas de continuo deterioro en su estado de salud, falleció ayer en el Hospital Sheba de Tel Hashomer el ex primer ministro de Israel Ariel Sharon, a la edad de 85 años.
Tras más de ocho años en coma y varias semanas de continuo deterioro en su estado de salud, falleció ayer en el Hospital Sheba de Tel Hashomer el ex primer ministro de Israel Ariel Sharon, a la edad de 85 años. «Se fue cuando decidió irse», dijo su hijo Gilad, que en estos años estuvo a diario junto a su padre, al que le hablaba «por si entiende, por si me oye». Sharon fue jefe de Gobierno entre 2001 y 2006. Como militar, participó en todas las guerras que ha librado Israel desde su fundación.
El primer ministro Benjamin Netanyahu publicó un comunicado de condolencias por su fallecimiento, en el que señaló que «desempeñó un papel central en la lucha por la seguridad del Estado de Israel». Netanyahu se refirió a él elogiosamente: «Fue un luchador valiente y un general destacado, uno de los grandes comandantes de las Fuerzas de Defensa de Israel», dijo el primer ministro, quien recordó que «al dejar el Ejército, continuó trabajando en nombre del pueblo de Israel».
También el presidente del país lamentó públicamente la marcha irreversible de Ariel Sharon (cuyo nombre significa «león de Dios» en hebreo). «Mi querido amigo Arik perdió hoy su última batalla», dijo Simon Peres, quien lo definió como «uno de los más grandes protectores de Israel y de sus arquitectos más importantes». Según Peres, «Sharon sabía tomar decisiones difíciles e implementarlas».
El ex primer ministro Ehud Olmert –quien ocupó la jefatura de Gobierno en lugar de Sharon cuando quedó incapacitado a raíz del derrame cerebral– declaró que «Arik sabía mostrar calidez y amistad, pero también ser duro y actuar sin tregua».
Dov Weisglass, que fue el director de la Oficina de Sharon cuando éste fue jefe de Gobierno, lo tildó como «la persona más práctica que yo he conocido», afirmando que «su compromiso no era con la ideología, sino con la realidad». Los dirigentes palestinos, tanto del movimiento nacionalista Al Fatah como del islamista Hamas, fueron críticos. «Sharon, como cualquier otro líder israelí que cometió atrocidades contra el pueblo palestino, no deja ninguna simpatía o compasión en el corazón de los palestinos», señaló a Efe Mahmud Labadi, jefe del Comité de Relaciones Exteriores y con los países Arabes del movimiento gobernante Al Fatah.
Con la muerte de Sharon desaparece una de las personalidades más controvertidas en la historia del Estado judío. Ha sido una de las figuras más criticadas y, al mismo tiempo, de las más idolatradas. Pasó de ser visto en algún momento como indeseable a ser considerado prácticamente el padre de la nación. Durante años fue a ojos del mundo árabe –y en gran medida también de sus adversarios políticos en Israel–como un enemigo especialmente duro, belicoso, casi como símbolo de lo complejo del conflicto que vive la zona y de la hostilidad entre las partes. Pero cuando concretó finalmente su sueño de ser el jefe de Gobierno de Israel, irradió otro mensaje: él traería la paz. Y lo más significativo es que sin duda lo intentó.
Tras décadas de actividad política, antecedida por muchos años como oficial en las Fuerzas de Defensa de Israel, está claro que el acontecimiento por el que se le recordará en los libros de Historia será por la retirada de la Franja de Gaza. El que había alentado la creación de asentamientos, desmanteló todos los existentes en Gush Katif, en aras de la desconexión.
La izquierda no le perdonó durante mucho tiempo su papel en la guerra de Líbano, durante la que mintió al entonces primer ministro Menajem Beguin acerca del curso que tomaba la situación, en un pantano del que Israel logró salir casi dos décadas después. Siempre le recordaron la masacre en los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila perpetrada por falanges cristianas. Él no tuvo nada que ver en ello, pero la comisión Kahan que le investigó determinó que debería haber supuesto que las falanges podrían cometer esa barbaridad. Desde entonces no pudo volver a ejercer como ministro de Defensa. Años después, en 2001, Sharon hizo realidad su mayor ambición política, la de convertirse en primer ministro de Israel.
Su pensamiento comenzó a cambiar, antes incluso de decidir la retirada de la Franja de Gaza, en un quiebro que le hizo ganarse el corazón de sus adversarios de antes, recibiendo por otro lado duras condenas de sus otrora aliados. Sharon fue siempre un hombre de grandes contradicciones, combinando una línea conservadora y un estilo poco diplomático y categórico, con un gran pragmatismo, que le hizo acreedor del aprecio de gobernantes y líderes diversos en el mundo entero. A Arafat lo llamó más de una vez «asesino», pero negoció con él cuando fue canciller. Sin embargo, cuando llegó a la conclusión de que el líder palestino era un obstáculo en el camino, fue inflexible en su boicot.
En Israel, cuando Sharon cayó en coma hace ocho años, dejó una sensación de vacío de liderazgo, de que se fue una de las grandes figuras de la historia de Israel.
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