Opinión

Siria, entre la guerra civil y el terremoto

El conflicto interno ha creado enormes dificultades para que la ayuda internacional llegue a la población damnificada por el seísmo en pleno invierno

Trabajadores de defensa civil y residentes buscan entre los escombros de edificios derrumbados en la ciudad de Harem, cerca de la frontera turca, provincia de Idlib
Trabajadores de defensa civil y residentes buscan entre los escombros de edificios derrumbados en la ciudad de Harem, cerca de la frontera turca, provincia de IdlibGhaith AlsayedAgencia AP

Por si los males que pueden caer sobre determinadas parcelas de este mundo no son suficientes, a veces se superponen sobre ellos otros más añadidos y más graves. Eso es lo que nos viene a la cabeza cuando vemos que lo peor de la tectónica se ha cebado sobre el pueblo sirio que, además de padecer una guerra terrible desde hace más de una década, ha visto cómo al aislamiento internacional y a sanciones impuestas sobre su Gobierno, se ha añadido un terrible terremoto que ha descargado sobre Turquía y Siria.

A la desgracia derivada de tan tremenda calamidad, se añade la división del Estado sirio en zonas gubernamentales y otras controladas por otros grupos, justo en la zona más afectada por el terremoto, en la frontera turca. El conflicto civil ha creado enormes dificultades para que las ayudas internacionales lleguen a la población damnificada y, tanto la ONU como la Iglesia cristiana siria han hecho llamadas desesperadas porque casi no llegaba ayuda a personas a la intemperie en un frío invierno y sin lugar donde cobijarse ahora. Pero hagamos memoria de la actual situación previa al terremoto.

La tierra siria ha sido históricamente escenario de escenas y de personajes que no se pueden desconocer, ya que, desde la presencia de los reinos y de las civilizaciones de Ebla, Asiria y Ugarit hasta la mítica Palmira con su reina Zenobia, el patriarcado de Antioquía y las andanzas de San Pablo, su ubicación en el Creciente Fértil, no ha sido la mejor recomendación histórica para su estabilidad, siendo la tierra intermedia en el camino de las Cruzadas y con la presencia de castillos imponentes creados a la sombra de los Principados cristianos de Antioquía y de Éfeso. La presencia bizantina y musulmana con la otomana anterior a la Primera Guerra Mundial y la colonia francesa concluyeron con su independencia en 1945 y las presidencias de la familia Asad desde 1970 hasta la actualidad.

La situación estratégica del Estado sirio y las tensiones políticas y religiosas de la región persisten con toda su crudeza en su territorio. En la actualidad, sin perjuicio de la estrategia internacional derivada de la eufemísticamente llamada teoría de los juegos, la realidad es que sobre el territorio teórico del Estado se asientan diversas fuerzas en conflicto civil. Tales organizaciones son apoyadas, por una parte, por Rusia e Irán, por otra, por Estados Unidos y sus aliados occidentales, mezclándose fuerzas e intereses yihadistas y del llamado Estado islámico, así como otros difusos. A ello se unen los intereses de Turquía frente a las fuerzas kurdas.

En este estado de cosas, las llamadas Fuerzas Democráticas de Siria, aliadas de EE UU, tienen milicias próximas a la Casa Blanca. Su avance, en su momento, determinó la presencia activa de Rusia en Siria desde el año 2015 y hasta la actualidad a petición del Gobierno de Asad. Los analistas internacionales, por si la situación descrita no fuera ya de por sí especialmente compleja, señalan que los intereses de Turquía y de EE UU en la región son solo parcialmente coincidentes, ya que la primera tiene un interés prioritario en debilitar a las fuerzas kurdas en la frontera norte y noreste de Siria y EE UU en debilitar el Gobierno de Asad por sus implicaciones y relaciones con Irán y la milicia Hizbulá proiraní.

Se calcula que el conflicto civil ha ocasionado más de 400.000 muertos y millones de desplazados. Turquía, aun sin enfrentarse abiertamente con Estados Unidos (recordemos que Turquía es miembro activo de la OTAN y que la base aérea norteamericana de Incirlik tiene una importancia estratégica decisiva en Oriente Medio), realizó algunas operaciones militares en la zona antes referida del territorio sirio contra milicias de las Fuerzas Democráticas Sirias, mientras que EE UU apoyaba a los kurdos en su enfrentamiento con el Estado Islámico y el Daesh. Todo esto ocurría en los años 2018 y 2019, y, dada la paroxística situación descrita, se inició una colaboración de una parte de las Fuerzas Democráticas Sirias con el Gobierno sirio. Parece que tras este complejo panorama, Rusia intermedió sustituyendo la influencia norteamericana en la frontera del norte siria y mediando entre las potencias turca y siria en dicha zona. A todo esto, no olvidemos la existencia de petróleo en la zona noreste del territorio sirio que, en su día, llegó a controlar el Estado Islámico allí creado.

Para concluir, tras la última incursión turca en el año 2019 en la provincia siria noroccidental de Idlib con enfrentamientos con tropas sirias y parte de la oposición, la situación parece estabilizada, al menos, temporalmente. Pero, como la catástrofe humanitaria reciente cae sobre la población, y es la que está sufriendo las consecuencias del reciente terremoto, se debe procurar hacer llegar todas las ayudas posibles a dicha población.