Siria

Siria se une a la lista de intervenciones rusas

La intervención rusa en Siria, una vez que el Senado ruso dio hoy luz verde a la petición del Kremlin, se suma a otras incursiones militares de este país en el extranjero desde la desintegración de la URSS (1991). La última intervención rusa tuvo lugar el pasado año en el este de Ucrania a raíz de las revueltas populares que precipitaron la caída del presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich.

La crisis siguió poco después en la península ucraniana de Crimea (mar Negro), poblada mayoritariamente por rusos y donde Moscú tenía desplegado un contingente militar de más de 25.000 hombres en el puerto de Sebastópol.

La toma de las sedes del Gobierno y del Parlamento crimeo por los separatistas prorrusos fue el detonante que precipitó el despliegue de tropas rusas en todo el territorio peninsular.

La crisis se resolvió con la anexión rusa de Crimea, mientras Kiev evacuaba sus tropas y entregaba la estratégica península en el mar Negro sin oponer resistencia militar.

Alentados por el éxito en Crimea, los prorrusos de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, fronterizas con Rusia, se alzaron entonces en armas contra las nuevas autoridades de Kiev, que respondieron al desafío con el uso de la fuerza.

Ucrania, respaldada por Occidente, acusa a Rusia no sólo de respaldar y pertrechar a las milicias separatistas, sino también de participar directamente con efectivos en el conflicto, que se ha cobrado ya más de 8.000 muertos y ha causado el éxodo de cientos de miles de refugiados.

Seis años antes, en 2008, Rusia intervino igualmente en Georgia cuando en agosto de ese año las tropas georgianas entraron en la región separatista de Osetia del Sur, a lo que Moscú reaccionó enviando un contingente militar, acción que explicó con la necesidad de defender a la tropas de paz que mantenía en la zona.

Las fuerzas rusas expulsaron a las tropas georgianas de Osetia del Sur en una cruenta guerra de cinco días que concluyó con la derrota georgiana, tras la cual Moscú reconoció la independencia tanto de Osetia del Sur como de Abjasia, otra región separatista.

Rusia apoyó también militarmente a la separatista región moldava de Transnistria, que se autoproclamó independiente en 1990 y en la que más del 60 % de la población es rusa y ucraniana.

Transnistria rompió lazos con Moldavia tras una guerra civil (1992-1993) en la que contó con la ayuda de Moscú.

Sin embargo, la intervención más larga se inició en 1979, cuando la predecesora de Rusia, la Unión Soviética, protagonizó la invasión de Afganistán con el pretexto de responder a una petición de ayuda por parte de un Gobierno amigo.

Considerada el "Vietnam de la Unión Soviética", la intervención marcó el comienzo de una guerra que terminó casi diez años después, en febrero de 1989, apenas unos meses antes de la caída del Muro de Berlín, y que dejó más de 15.000 soldados soviéticos muertos.

La salida fue, de hecho, uno de los factores que precipitó la desintegración de la URSS, víctima de sus crecientes problemas económicos y territoriales, mientras cientos de miles de soldados (más de 620.000 en la década que duró el conflicto) luchaban en una guerra en la que pocos creían.

La intervención militar fue condenada por Occidente, y en particular por Estados Unidos, que organizó un boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, al que se adhirieron varias decenas de países.