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La soledad estratégica de Irán marca un punto de inflexión en Oriente Medio

La "guerra de los 12 días" impulsada por Trump reordena alianzas regionales y refuerza la sintonía entre Israel y las potencias árabes

Irán.- Jamenei asegura que Trump exagera sobre el impacto de los ataques de EEUU contra las instalaciones nucleares
Jamenei asegura que Trump exagera sobre el impacto de los ataques de EEUU contra las instalaciones nuclearesEuropa Press

Transcurrida casi una semana desde el anuncio de la tregua entre el Estado de Israel y la República Islámica de Irán, la «guerra de los 12 días» —el escenario bélico que se adivinaba total y definitivo pero no lo ha sido hasta ahora— deja una serie de claves, varias de ellas realidades rotundas que consolidan una tendencia, aunque también espacio para la incertidumbre en un escenario regional convulso, inestable y volátil.

1- Superioridad y hegemonía israelí

La «guerra de los 12 días» ha dejado constancia de la superioridad militar israelí. A pesar de que, a diferencia de lo ocurrido en abril y octubre del año pasado —cuando el régimen iraní se veía obligado a responder a sendos ataques israelíes sobre su territorio pero apenas procuraba daños materiales a sus archienemigos—, Teherán ha demostrado tener una indudable capacidad bélica, el daño infligido por las FDI y la inteligencia israelí a la República Islámica ha sido rotundo. En doce días las fuerzas israelíes eliminaron a la cúpula de la Guardia Revolucionaria y a la élite científica del régimen además de haber menguado las capacidades militares iraníes —la mitad de los lanzamisiles quedaron inutilizados— y dañado instalaciones nucleares repartidas por todo el territorio. La ofensiva iniciada el 13 de junio fue el resultado de un largo y minucioso trabajo de la inteligencia israelí prácticamente ultimado hace un año. No en vano, como admitió el propio régimen iraní: el Mosad cuenta con una base operativa dentro de territorio iraní con colaboradores locales.

2- El aislamiento iraní

Al margen de la simpatía de la calle árabe por un país que se ha enfrentado directamente y cara a cara a la principal potencia militar regional, la República Islámica ha podido constatar su soledad en Oriente Medio. A pesar de las declaraciones de condena a Tel Aviv por sus ataques al régimen, los principales Estados de la región, con las monarquías del Golfo a la cabeza, se han posicionado sin ambages del lado de Estados Unidos y, consiguientemente, de Israel. Neutralizado el «eje de la resistencia» del que forman parte Hamás, Hizbulá y los rebeldes chiíes del Yemen —los hutíes—, la teocracia nacida de la revolución de 1979 no ha contado con prácticamente ningún apoyo militar de la región. Ni de fuera de ella, porque la Rusia de Putin, embarcada en la guerra de Ucrania, no ha estado en condiciones de otra cosa que de constatar su impotencia y limitarse a pedir contención a Israel y a Estados Unidos, que se unió puntualmente a sus aliados con el bombardeo de tres importantes instalaciones nucleares iraníes.

3- El régimen iraní sobrevive

Aunque con muchas dificultades y mostrando claras muestras de debilidad, el régimen de los ayatolás ha sobrevivido a los doce días de ofensiva israelí. Según se han encargado de revelar tanto el presidente estadounidense Donald Trump como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, la ejecución del líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, ha estado sobre la mesa durante las casi dos semanas de conflicto. El veto estadounidense a sus socios, teniendo en cuenta que la apuesta de Trump es la de alcanzar un acuerdo en materia nuclear con Teherán, ha salvado la cabeza de la máxima autoridad del régimen. Entretanto ha comenzado ya la carrera para sucederle. La ofensiva israelí tampoco ha servido para espolear a la oposición interna en un nuevo movimiento de protesta interno en favor de la transición a la democracia como el que se desató a finales de 2022. El riesgo en estos momentos es que un régimen herido —y cada vez menos popular entre las nuevas generaciones— como el de los mulás aproveche la coyuntura posbélica para endurecer la represión en forma de detenciones y ejecuciones de opositores y disidentes, como ya ha empezado a mostrar en las últimas jornadas.

4- Vía para el acuerdo nuclear

La fragilidad manifiesta del régimen durante la operación israelí y la apuesta de Washington por la diplomacia dejan una vía abierta para retomar las negociaciones para el acuerdo nuclear entre Irán y Estados Unidos. Con la guerra concluida hace apenas una semana —la retórica del régimen lo hace por ahora imposible—, Teherán tiene motivos para retomar las negociaciones nucleares indirectas con la Administración Trump suspendidas abruptamente con el inicio de la ofensiva israelí el pasado 13 de junio después de cinco rondas de diálogo celebradas en Omán e Italia. Aunque la aviación estadounidense cerró la campaña de los 12 días con el bombardeo de las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán, lo cierto es que se abstuvo de destruir las instalaciones más críticas, las situadas bajo tierra. Fuentes vinculadas a la negociación en curso con el régimen aseguraban este fin de semana a la CNN que la Administración Trump ya habría ofrecido al régimen hasta 30.000 millones de dólares para que este desarrolle un programa nuclear puramente civil y la retirada parcial de sanciones con vistas a volver a sentar a la República Islámica a la mesa de negociaciones.

5- No puede descartarse una nueva oleada de ataques israelíes.

Aunque transcurrida casi una semana el cese el fuego entre Tel Aviv y Teherán se mantiene en vigor, no pueden descartarse nuevas acciones militares israelíes en suelo iraní habida cuenta de que el deseo indisimulado del primer ministro Netanyahu es la eliminación de Jameneí y el cambio de régimen y que el régimen mantiene aún gran parte de su potencial nuclear y militar intacto. Un deseo, el del cambio de régimen, compartido por las grandes potencias árabes de la región con Arabia Saudí a la cabeza. La experiencia de lo ocurrido en los últimos meses, sobre todo en Líbano y Gaza, donde las fuerzas israelíes continuaron golpeando a sus enemigos a pesar de las treguas oficialmente en vigor, sugiere que pueda repetirse un escenario semejante en el conflicto Israel-Irán.