Elecciones
"Somos más y no tenemos miedo"
Durante 15 días, en San Juan, la capital de Puerto Rico, gobernaron las consignas, cacerolas, motocicletas, caballos, batucadas, yoga, bicicletas, y reguetón. Fueron instrumentos para mostrar la indignación que llevó a la gente a la calle en reclamo por la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Quince días en los que el país vio nacer una de las demostraciones democráticas más contundentes de su historia moderna. El miércoles, minutos antes de la media noche, finalmente el funcionario anunció que «con desprendimiento» renunciaría a la gobernación de Puerto Rico efectivo el 2 de agosto. La inevitable salida de Rosselló comenzó hace dos semanas, cuando el FBI arrestó a dos ex funcionarias de su Administración –Julia Keleher, ex secretaria de Educación, y Ángela Ávila, ex administradora de servicios de salud– y a cuatro contratistas del Gobierno por un esquema de malversación de fondos públicos. Esa misma semana, el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) publicó 889 páginas íntegras de un chat que el gobernador mantenía con un grupo compuesto por jefes de su gabinete y consultores externos –todos hombres– en el que se mantenían charlas burlonas, misóginas, homófobas contra figuras de la política, los artistas y la prensa del país. También se trazaban estrategias de persecución política a la oposición durante horas de trabajo, que, según la opinión de tres juristas puertorriqueños, constituyen delitos y falta a los cánones de ética gubernamental. Pero una de las cosas que más dolor causó a los puertorriqueños fue la burla a los miles de muertos que registró el país tras el paso del huracán «María» en 2017. Rosselló y su equipo de trabajo no atendieron con premura estas muertes. Las negaron, intentaron minimizarlas. Pero el dolor y una investigación, precisamente del CPI, los puso en evidencia y tuvieron que dar la cara. A medias. Pero el chat descubrió el velo de hipocresía de estos funcionarios hacia una de las heridas que aún sigue abierta en el archipiélago.
El país dijo «basta». Rosselló llegó a La Fortaleza –el palacio de Gobierno– en 2016 con el apoyo de 649.569 votos en unas elecciones en las que solo el 55% de electores acudió a las urnas; una de las cifras más bajas registradas. El reclamo por su salida llevó a más de 500.000 personas a ocupar una de las avenidas más importantes del país el 22 de julio, estimó el geógrafo, planificador e interpretador de imágenes aéreas Jardany Díaz Salgado. Se borraron las barreras ideológicas, no hubo partido político que limitara la indignación. Se tomaron las calles. Se resistió de frente contra la Policía, que lanzó gases lacrimógenos casi todas las noches que duró la manifestación. Se lloró como pueblo, pero por coraje. Y, a pesar de la terquedad que había demostrado el ahora ex gobernador, el pueblo probó la veracidad de una de las consignas más aclamadas durante estos 15 días: «Somos más y no tenemos miedo».
Periodista del Centro de Periodismo Investigativo (CPI)
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