Política

Crimen organizado

«Sus únicos sueños eran ser maestro y jugar al fútbol»

Ezequiel, el padre de Alexander, pide la dimisión de Peña Nieto y que siga la presión popular hasta conocer la verdad

La Razón
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Ezquiel Mora, padre del hasta ahora único cadáver identificado de los 43 estudiantes desaparecidos, se enteró de la identificación de su hijo, Alexander Mora Venancio, en la gran manifestación celebrada el sábado en Ciudad de México. En medio del tumulto y los actos reivindicativos, rompió a llorar varias veces. Ayer regresó a su poblado de Pericón, en el municipio de Tecoanapa (Guerrero). Devastado y con muestras de cansancio, acompañaba las imágenes de su hijo junto a su familia, en el improvisado altar dedicado a su hijo y recibía a vecinos y periodistas. Ante estos últimos se limitó a pedir tres cosas: la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto, que le entreguen cuanto antes los restos óseos de su hijo (dos huesos, el resto está calcinado) y que las movilizaciones que se han sucedido en estos dos meses y medio en el país no se detengan. En cuanto a los datos que le han facilitado en un primer momento las autoridades del Estado de Guerrero, afirma que éstas sí le han asegurado la entrega de los restos de Alexander: «Las autoridades locales me han confirmado que en dos semanas me darán los restos encontrados de mi querido Alexander».

En su casa abunda la tristeza y el silencio, todo gira alrededor del altar que hace dos meses colocaron con el retrato de Alexander para pedirle a Dios que apareciera y con una veladora que alumbra la camiseta del equipo local de fútbol en el que jugaba en sus ratos libres y que emulaban la del Juventus de Turín italiano. Alexander era el menor de los ocho hijos de Ezequiel, el único que quiso salir de su comunidad para ser maestro.Tras la devastadora noticia, Flor Mora, tía de Alexander, recuerda a su sobrino de 19 años como un «muchacho saludable» que acababa de ingresar este mismo año en la escuela Normal Rural Isidro Burgos, a 150 kilómetros de su casa natal. Flor Mora insiste en que «su único sueño era ser maestro para ayudar a los de su comunidad». Ella lo recuerda con sus juegos y travesuras de pequeño, pues durante 15 años cuidó de él. La madre de Alexander murió en 2010 a causa la diabetes.

Ezequiel, un modesto campesino que a duras penas ha ganado lo suficiente para sacar adelante a su abundante prole, insiste, arropado por Flor y otros familiares: «Voy a seguir en el movimiento hasta encontrar al resto de los 42 estudiantes que siguen desaparecidos». Sobre las autoridades de Guerrero, lo tiene muy claro: «No quiero saber nada de ninguna autoridad mexicana ni aunque viniera a buscarme el presidente de la República, el goberrnador o el alcalde. No ha habido la transparencia suficiente en ningún momento tras lo sucedido y las familias no nos hemos sentido lo suficientemente arropadas». Sobre su hijo, no para de repetir que «era el más pequeño de mis hijos y tenía el sueño de ser maestro y seguir jugando al fútbol en sus ratos libres».

Alexander Mora partió el 26 de septiembre del municipio de Tixtla, junto con otros estudiantes de la escuela, con la intención de llegar al Distrito Federal para unirse a la marcha del 2 de octubre. Sin embargo, cuando se encontraban en Iguala, fueron agredidos por los policías municipales al servicio de la organización criminal de Guerreros Unidos y desaparecieron. El líder estudiantil Omar García, que lo conocía, aseguró ayer que «fue un compañero muy fuerte, muy perseverante, que tenía un gran objetivo, ser maestro y salir adelante. Ha sido una gran pérdida». «Cuando su padre se enteró de las malas noticias en la manifestación en México DF, lo único que nos dijo es que sólo quería justicia», añadió García. NeuPic