Hamás
«Tenemos miedo, hoy un misil casi mata a nuestros vecinos»
Ruben Friedmann, desde el Kibutz Ein Hashlosha
Ein Hashlosha es una de las comunidades agrícolas israelíes que lindan con la Franja de Gaza. Se halla a tan sólo cuatro kilómetros de dicho territorio palestino que desde hace años sufre los impactos de morteros y cohetes. Este viernes, uno de ellos impactó en la casa de una pareja mayor, que salvó su vida porque respetó las instrucciones que dicta el Gobierno israelí y permaneció en el cuarto de seguridad tras oír la señal de alarma. Ruben Friedmann, de 62 años, que vive muy cerca de la casa recién atacada y que conoce en primera persona esta situación explica a LA RAZÓN cómo está viviendo esta nueva escalada de violencia entre israelíes y palestinos. Para Friedmann, y todos los habitantes del sur, este nuevo capítulo bélico supone «más de lo mismo». «Nosotros ya hemos vivido esta situación en varias ocasiones. Llevamos años así. Sí que es cierto que para los que residen en la zona central del país puede que lo estén viviendo con más intensidad, pero nosotros no», asegura. Sobre cómo están sobreviviendo los civiles israelíes y palestinos a los ataques matiza que «el Estado isreelí nos cuida con sistemas de protección que salvan vidas, pero del lado palestino, mandan a los ciudadanos a subir a los tejados para protegerse. Además, no ha aparecido ni un dirigente de Hamas que haya dado la cara. Si yo fuera palestino me preguntaría por qué arriesgan mi vida al hacerme subir a un techo y ellos se esconden bajo tierra». En Israel, según explica Friedmann, los líderes salen a dar explicaciones, visitan el terreno, en definitiva, dan la cara. «Nos piden que tengamos paciencia y que nos cuidemos. Si no muere gente es porque hemos aprendido que los misiles son una amenaza seria y respetamos las instrucciones». Además, insiste que lo que espera de esta contienda es que Gaza acepte una tregua. «Por lo menos, que se acepte el alto el fuego. Más de eso no podemos esperar, porque en Gaza no les interesa llegar a la paz con Israel». Sobre si considera que los efectos de los ataques israelíes contra Gaza pueden resultar contraproducentes, este israelí subraya que «el Gobierno de Netanyahu debe tener una iniciativa, no creo que pueda ni deba esperar que la otra parte se arrodille. Alguien tendría que buscar un intermediario para lograr un alto de fuego y que no siga este desgaste por ambas partes». A pesar de las condiciones en las que viven en los Kibutz, dice que no se moverán de allí. «Tenemos que defender nuestra casa. Incluso sabiendo que Hamas construyó túneles que desembocan en nuestros campos, seguimos sembrando hasta el último metro en la frontera. Nadie quiere levantar los brazos y aceptar lo que persigue el terrorismo». Asegura que vive bajo una constante situación de miedo. «Voy del trabajo a la zona de seguridad y de allí de nuevo al trabajo. Nada más. Hoy mismo cayó un mortero previa alarma, pero a los cinco segundos de empezar a sonar la alerta, impactó en nuestro territorio. No hay tiempo para nada. Claro que hay miedo. Hoy un misil casi mata a nuestros vecinos», confiesa.
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