50 aniversario del golpe de Estado
Todos los relatos de la caída de Allende
La conmemoración de la asonada de Pinochet aflora las tensiones ideológicas entre la izquierda y la derecha chilena y los difíciles equilibrios del presidente Boric
Han pasado ya 50 años desde que el 11 de septiembre de 1973 los militares chilenos, comandados por el general Augusto Pinochet, se levantaron contra el entonces presidente Salvador Allende y se hicieron con el poder tras bombardear el Palacio de la Moneda de Santiago.
Allende se suicidó en el palacio cuando se vio acorralado, Pinochet asumió un poder dictatorial que ejercería sin piedad durante 17 años y Chile quedó partido en dos, entre vencedores y perseguidos, y con heridas abiertas que, lejos de sanar, parecen enquistadas. Quedará claro este lunes, cuando se celebre en el Palacio de La Moneda un acto solemne al que se espera la asistencia de líderes latinoamericanos como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el de Colombia, Gustavo Petro, y al que las fuerzas de derecha en el Parlamento chileno han rechazado asistir.
El actual presidente, Gabriel Boric, un joven dirigente salido de las filas del movimiento estudiantil que reivindica la figura de Allende como uno de sus referentes, ha hecho de la condena de la dictadura, del desagravio a sus víctimas y el esfuerzo por la «memoria» una de sus banderas.
Pero memorias hay muchas, y no todos tienen la misma visión de aquellos acontecimientos que Boric, uno de los que no había nacido entonces. Quedó claro recientemente en el Congreso chileno, cuando la derecha desenterró y aprobó la moción que pocas semanas antes del golpe acusó al Gobierno de Allende de haber violado la Constitución y sirvió de legitimación para la asonada de Pinochet.
Boric intentó que todos los grupo del arco parlamentario firmaran su llamado «Compromiso de Santiago», un documento en el que pretendía plasmar la adhesión de todos los partidos chilenos al régimen democrático y su rechazo a todo intento de subvertirlo, pero la derecha agrupada en la Unión Demócrata Independiente (UDI) y los más radicales de Los Republicanos se descolgaron. «No estamos dispuestos a participar en hitos que generen más división», afirmó el senador de la UDI, Javier Macaya, que calificó el golpe de Pinochet como «hechos que no tienen una sola mirada».
Los partidos de derecha temen que se imponga el relato único de la izquierda y los apoyos más radicales del gobierno de Boric han alentado las suspicacias. La renuncia del escritor Patricio Fernández como asesor del Ejecutivo en los actos de conmemoración después de recibir críticas de dirigentes del Partido Comunista convenció a muchos de que Boric había entregado el manejo de la conmemoración del golpe a la extrema izquierda.
El presidente se tuvo que conformar con publicar este jueves un manifiesto titulado «Compromiso: por la democracia, siempre», firmado junto con los cuatro expresidentes chilenos vivos: Sebastián Piñera, Michelle Bachelet, Ricardo Lagos y Eduardo Frei. Se trata de una reflexión sobre el trauma del golpe y la dictadura, en la que los firmantes condenan «el quiebre violento de la democracia que le costó la vida, la dignidad y la libertad a tantas personas» y exhortan a «cuidarla» ante las «amenazas autoritarias».
El Gobierno de izquierdas también aprobó pocos días antes de la efeméride el Plan Nacional de Búsqueda de Víctimas de Desaparición Forzada. Se estima que 3.200 detenidos fueron desaparecidos por la dictadura de Pinochet y sigue sin saberse qué pasó con unos 1.500 de ellos, parte de un legado de violaciones de derechos humanos que incluye también el robo de los hijos de opositores a Pinochet que fueron entregados en adopción sin consentimiento de sus familias.
Esta semana dio la vuelta al mundo la historia de uno de ellos, Jimmy Lippert-Thydden, que se reencontró con su madre biológica chilena después de 42 años viviendo con una adoptiva en Estados Unidos.
Pero ni siquiera las masivas violaciones de los derechos humanos documentadas en aquellos años de plomo parecen suficientes para convencer a todos los chilenos de que merecen una condena sin matices y, en palabras de Bachelet, se ha instalado en torno al tema un clima «tóxico».
El suicidio del general Hernán Chacón Soto, de 86 años, condenado en agosto por el secuestro y homicidio del cantautor Víctor Jara pocos días después del triunfo del golpe lo puso de manifiesto. Boric enfureció a la familia cuando contrapuso el final de Chacón al del de Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista. Para Boric, Teillier «murió como un hombre digno, orgulloso de lo que había vivido», mientras que Chacón es uno esos «otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la Justicia». Sus comentarios levantaron tal revuelo que días después tuvo que admitir que no es «quién para juzgar la decisión de un suicida».
La toxicidad se ha venido fraguando en los últimos años. En 2019 Chile vivió una ola de protestas que pasó a la Historia como «el estallido social», en la que multitudes descontentas con la desigualdad social y las carencias en salud, educación y pensiones se enfrentaron a los Carabineros y acabaron forzando la apertura de un nuevo proceso constituyente para Chile.
Boric, entonces un activista, fue uno de los mayores abanderados de la necesidad de que Chile elabore una nueva Constitución que reemplace a la pinochetista, todavía vigente. A lomos del descontento y con la nueva Carta Magna como gran promesa, Boric llegó a la presidencia.
Pero desde entonces su figura ha sufrido un gran desgaste. Los chilenos rechazaron en referéndum el proyecto constitucional elaborado entre escándalo y escándalo por una Asamblea Constituyente dominada por la izquierda radical, que planteaba cosas como definir a Chile como un estado plurinacional. Y en las elecciones de consejeros constitucionales de mayo de este año, el Partido Republicano del derechista José Antonio Kast obtuvo una clara victoria que se interpretó como resultado del hastío del interminable debate constitucional y los excesos izquierdistas de un Gobierno más preocupado de la ideología que de los problemas reales de la gente. Esa gente que estalló en el 2019,
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