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Tragedia por partida doble
Países Bajos recordará para siempre la fecha del 17 de julio. Más de la mitad de los pasajeros fallecidos en el vuelo MH17 eran de nacionalidad holandesa, al menos 173 personas de los 298 que han perdido la vida después de que el Boeing 777 de la compañía Malaysia Airlines en el que viajaban fuese derribado por un misil en Ucrania. El primer ministro del país con mayor número de víctimas, Mark Rutte, ha interrumpido sus vacaciones de forma inmediata para gestionar esta tragedia nacional. Entre los fallecidos se encuentran también 44 malasios, 27 australianos, 12 indonesios, nueve británicos, cuatro alemanes, seis belgas, tres filipinos, un canadiense y un neozelandés, según informó el ministro de Transportes de Malasia, Datuk Seri Liow Tiong Lai. Una decena de nacionalidades se han visto afectadas.
Las familias se encuentran consternadas ante la incapacidad de asimilar lo ocurrido. La espera que han sufrido hasta que han podido confirmar la identidad de sus seres queridos ha estado marcada por una angustia voraz. La aerolínea se ha volcado con los familiares en el aeropuerto de Ámsterdam y en Kuala Lumpur con el principal objetivo de atender sus necesidades. Sin embargo, los allegados se encuentran desconsolados en una imagen que por desgracia se repite en el aeropuerto asiático. En esta ocasión, cambian las caras de los malasios que se acercan al aeropuerto buscando a sus familiares, pero el dolor es el mismo. Los dos «hubs» cuentan con zonas dedicadas a las víctimas. Suelos ocupados por ramos de flores, mensajes para los pasajeros y la tripulación que han perdido la vida y condolencias para las familias. «Descansen en paz» en varios idiomas se puede leer en los carteles. Los perfiles en redes sociales tanto de personalidades como de ciudadanos de a pie se han volcado con textos de repudio e incredulidad ante lo sucedido. La mayoría de los fallecidos iban a pasar sus vacaciones de verano a uno de los destinos más atractivos de Asia. Familias con sus hijos que buscaban unos días de relajación con unas merecidas vacaciones. Éste era el caso, por ejemplo, del director de la página web sobre expats Expatica.com, Antoine van Veldhuizen, y su familia (mujer y dos hijos). Pero el verano en esta ocasión dio un giro inesperado para desaparecer.
Asimismo, un centenar de expertos internacionales investigadores sobre el sida se encontraban en el avión para participar en la Conferencia Internacional de la enfermedad que comenzaba este fin de semana en la ciudad de Melbourne, Australia. Su viaje hacía escala en Kuala Lumpur para hacer el cambio de avión. En una declaración en la Casa Blanca, Obama les hizo una mención especial: «Estos son hombres y mujeres que han dedicado sus propias vidas a salvar las vidas de otros, y nos fueron arrebatados en un acto de violencia sin sentido», lamentó el presidente estadounidense. Desde la propia Organización, expresaron su dolor: «La IAS expresa su tristeza por la noticia de que colegas y amigos que iban a asistir a la 20ª Conferencia Internacional sobre sida, estaban a bordo del vuelo MH17». En cuanto al fallecido Joep Lange, manifestaron «el movimiento del Sida perdió a un gigante».
Otros pasajeros volvían de regreso a su casa en Australia, haciendo también parada en Malasia. El mensaje que el capitán del vuelo, Wan Amran Wan Hussin, envió a su esposa por Whatsapp ha dado la vuelta al globo. «Pronto estaré en casa», le escribía antes de despegar. Todos estos mensajes se han quedado en el aire. La vida de padres, madres, hijos, hermanos, nietos, abuelos, sobrinos, novios... se ha visto truncada en una de las tragedias que más ha conmocionado al mundo. Cambia la realidad no sólo de los cerca de 300 civiles que han fallecido, sino de sus familias. Un varapalo para aquellos que se han ido y aquellos que se quedan. La ayuda se reparte entre Ámsterdam, Kuala Lumpur y Ucrania. En las ciudades origen-destino del vuelo se despliegan los esfuerzos para atender a los familiares de las víctimas, mientras que en Kiev se concentran delegaciones para colaborar en la investigación de este accidente. Las autoridades holandesas han enviado a forenses para la identificación de cadáveres y la vecina Bélgica, también ha ofrecido apoyo. Entre las víctimas belgas hay dos ciudadanos de Braschaat, un residente de Namur, otro de Wetteren, un quinto de Groningue y otro belga que vivía en Australia, según confirmó el ministro de Exteriores, Didier Reynders,
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