Venezuela

Trump impone un bloqueo total a los bienes de Venezuela en EE UU

En un nuevo paso en el intento de deponer a Nicolás Maduro como mandatario

El presidente estadounidense, Donald Trump, junto al vicepresidente Mike Pence, en la Casa Blanca P / Foto: Joyce N. Boghosian/The White House/dpa
El presidente estadounidense, Donald Trump, junto al vicepresidente Mike Pence, en la Casa Blanca P / Foto: Joyce N. Boghosian/The White House/dpalarazon

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso hoy un bloqueo total a los bienes estatales del Gobierno de Venezuela en territorio estadounidense.

Venezuela entra en el selecto y temido club de los países del hemisferio norte sometidos a un embargo económico por los EEUU. Antes de la martirizada nación acaudillada por Nicolás Maduro estuvieron la Nicaragua Sandinista y el Panamá del general Noriega, cuando en el aeropuerto de Tocumén aterrizaban los aviones del cartel de Medellín cargados con cientos de millones de dólares. Allí sigue Cuba, que posiblemente sufra nuevas represalias en tanto que gran protectora de la narcodictadura venezolana. Allí están, en otras latitudes, Corea del Norte, Siria e Irán. Lo mejor de cada casa, podría argumentarse. El consejero de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, con ocasión de la reunión de líderes de más de 50 países que ha tenido lugar en Lima, Perú, para tratar la situación en Venezuela, comentó que «damos este paso para negarle a Maduro el acceso al sistema financiero global y para aislarlo aún más internacionalmente. Además, estamos enviando una señal a terceros que desean hacer negocios con el régimen de Maduro: procedan con extrema precaución. No hay necesidad de arriesgar sus intereses comerciales con los Estados Unidos con el fin de beneficiarse de un régimen corrupto y moribundo».

Bolton también explicó la historia y genealogía del experimento «Desde el congelamiento de activos contra el gobierno Noriega en Panamá en 1988, un embargo comercial a Nicaragua en 1985, o el congelamiento integral de activos y el embargo comercial a Cuba en 1962, no habíamos tomado esta medida. En cada uno de estos casos, utilizamos una herramienta económica robusta contra las dictaduras que estaban destruyendo sus países con corrupción, violencia y represión. Funcionó en Panamá, funcionó en Nicaragua una vez, y funcionará allí nuevamente, y funcionará en Venezuela y Cuba».

Horas antes el presidente Trump había firmado la medida, que endurece hasta extremos inéditos las condiciones con las que Venezuela podrá comerciar con el exterior, incluidas las inversiones y transacciones con gobiernos y empresas extranjeras. Queda fuera, de momento, la ayuda humanitaria; los medicamentos, la ropa, los alimentos y otros productos que puedan considerarse como de primera necesidad.

Bolton, que agradeció profusamente a Perú, Colombia y Brasil por el papel que están jugando en la crisis abierta en Venezuela, invocó un discurso del 1910 pronunciado en París por el entonces presidente de EEUU, Theodore Roosevelt.

Un parlamento donde trataba de explicar «qué se necesita para ser buenos ciudadanos y buenos líderes», elogiando a quienes, lejos de criticar la actualidad desde la barrera, descienden a la arena y toman partido. Abundó en que 56 países han reconocido ya a Juan Guaidó como el legítimo presidente de Venezuela, unidos en su lucha contra «el poder ilegítimo de un régimen autoritario». Tras incluir a Venezuela en «el club muy exclusivo de estados rebeldes», Bolton enumeró muchos de los crímenes atribuidos a Maduro, comenzando por el secuestro, las detenciones ilegales, las torturas y el asesinato de opositores y siguiendo por la persecución de los medios de comunicación que osan criticar las políticas gubernamentales, el brutal desplome de los indicadores económicos, la inflación galopante, los millones de ciudadanos obligados a emigrar en condiciones de extrema pobreza, la espantosa carestía de medios en los hospitales, la corrupción generalizada y la plutocracia armada de un estamento militar de afines al tirano.

A las palabras de Bolton se añade el comunicado hecho público por el secretario de prensa de la Casa Blanca, en el que detalla las medidas adoptadas, que bloquean «todos los bienes e intereses en la propiedad del Gobierno de Venezuela que están dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos» y autorizan al «secretario de Hacienda, en consulta con el Secretario de Estado, a imponer sanciones a las personas que brindan apoyo a Nicolás Maduro y su régimen ilegítimo». Dicha acción «restringirá la entrada a los Estados Unidos de personas sancionadas» y está dirigida «directamente contra quienes menoscaban a la Asamblea Nacional de Venezuela elegida democráticamente o al Presidente Interino Juan Guaidó».

Estados Unidos, en suma, «denuncia a la dictadura de Maduro por sus continuos abusos graves de los derechos humanos y la represión, y no vacilará en su apoyo al valiente pueblo de Venezuela». Para Washington, los opositores democráticos «luchan por la libertad, por sus derechos básicos y el retorno a la democracia y al Estado de Derecho». No hay vuelta atrás. «La dictadura de Maduro debe terminar para que Venezuela tenga un futuro estable, democrático y próspero, libre de los horrores del socialismo que han devastado este gran país». Por si no fuera la Casa Blanca enfatiza que el embargo económico podría no ser la última de sus cartas. Todas las opciones están sobre la mesa y Estados Unidos usará «todas las herramientas apropiadas para poner fin al control de Maduro sobre Venezuela, apoyar el acceso del pueblo venezolano a la asistencia humanitaria y garantizar una transición democrática en Venezuela». De fondo, como la amenaza nunca concretada pero siempre evidente, la hipótesis de una intervención militar. Una aventura desaconsejada tanto por buena parte de los asesores militares del presidente Trump como por las potencias aliadas en la zona, que temen una avalancha aún mayor de refugiados. Pero está por ver que el pulso comercial, que nunca dio frutos frente a la cuba castrista, bloqueada desde hace más de medio siglo, logre romper el espinazo de la satrapía bolivariana.

En cuanto a las potencias que todavía apoyan a Maduro, Bolton ha explicado que, en el caso del Kremlin, más le vale que no persevere «en una mala apuesta». En cuanto a China, «desesperada por recuperar sus pérdidas financieras, la ruta más rápida para recibir el reembolso es apoyar un nuevo gobierno legítimo».