Europa

Tusk supera la moción de confianza en Polonia

El primer ministro polaco se somete al voto del Parlamento para recuperar la iniciativa política tras la derrota en las presidenciales

Donald Tusk logró este miércoles un balón de oxígeno para gobernar los dos años y medio que restan de legislatura tras superar en el Parlamento la moción de confianza a la que decidió someterse tras la victoria del ultraconservador Karol Nawrocki en la segunda vuelta de las presidenciales del 1 de junio. La coalición proeuropea, formada por una docena de partidos, logró 243 votos a favor y 210 en contra tras un tenso debate de siete horas.

En su discurso, el primer ministro liberal enfatizó la continua responsabilidad de su coalición por el futuro a pesar de la derrota electoral. «Estoy pidiendo un voto de confianza porque tengo la convicción, la fe y la certeza de que tenemos el mandato de gobernar, de asumir la plena responsabilidad de lo que está sucediendo en Polonia», afirmó.

Tusk había solicitado la votación, al afirmar que Polonia se encuentra en una nueva realidad y que buscaba una nueva perspectiva, tras la derrota el 1 de junio del alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski (su aliado cercano), ante el historiador ultranacionalista Karol Nawrocki, respaldado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), en la oposición desde las legislativas de 2023.

Nawrocki, que en el plano internacional cuenta con el respaldo de líderes como Donald Trump, reemplazará en agosto al presidente saliente, Andrzej Duda, otro ultraconservador que bloqueó repetidamente los esfuerzos reformistas de Tusk. «Solicito un voto de confianza con la plena convicción de que tenemos el mandato para gobernar y asumir la plena responsabilidad de lo que ocurre en Polonia», declaró Tusk. La mayor parte del poder en el sistema parlamentario polaco reside en un Legislativo electo y un Gobierno elegido por este. Sin embargo, el presidente puede vetar leyes y representar al país en el extranjero.

Antes de la votación, Tusk hizo una exposición de una hora en la que resumió su mandato hasta la fecha y esbozó los planes del Gobierno para los próximos dos años y medio. Tras este discurso, un número récord de diputados (300) le formularon preguntas.

El primer ministro contaba desde hacía tiempo con la victoria de Trzaskowski para romper el estancamiento institucional creado por los vetos de Duda. En cambio, ahora se enfrenta a un presidente entrante alineado con la oposición ultranacionalista y abiertamente hostil a las prioridades legislativas de su Gobierno liberal.

«No podemos cerrar los ojos ante la realidad», declaró. «Un presidente que se mostró reacio a aceptar los cambios que propusimos para Polonia y nuestros votantes está siendo reemplazado por un presidente que se muestra al menos igual de reacio a esos cambios y propuestas», añadió. Aunque también argumentó que la estrecha derrota de Trzaskowski indica que quienes comparten sus opiniones siguen contando con un fuerte apoyo.

El resultado electoral ha sacudido a la ya inestable coalición gobernante, que abarca desde el centro izquierda hasta el centro derecha, ha tenido dificultades para cumplir promesas clave de campaña, como la liberalización de la ley del aborto en Polonia y la legalización de las uniones civiles entre personas del mismo sexo. De los 100 compromisos electorales que Tusk llevó en su programa electoral, el Gobierno apenas ha llevado a buen puerto una veintena durante el último año y medio. Estos magros resultados han decepcionado sobre todos a las mujeres y los jóvenes, que auparon la victoria electoral de Plataforma cívica (PO).

Tusk reconoció las crecientes tensiones en su discurso de este miércoles, pero defendió la gestión de su Gobierno. El primer ministro se enorgulleció de haber aumentado un 65% el gasto militar y reducido un 50% la llegada de demandantes de asilo.

Muchos también culpan a Tusk de contribuir a la derrota de Trzaskowski. Gran parte de las críticas provienen del seno de su propia coalición, mientras sus socios evalúan si les conviene seguir con él o arriesgarse a un colapso de la alianza. Existen dudas sobre lo que Tusk puede lograr de forma realista antes de las próximas elecciones parlamentarias, previstas para finales de 2027, y si la coalición sobrevivirá tanto tiempo en medio del auge de popularidad de la extrema derecha. Los medios de comunicación y los analistas políticos polacos debaten si este podría ser el ocaso político de Tusk, de 68 años, que ya fue primer ministro entre 2007 y 2014.

«Conozco el sabor de la victoria, conozco la amargura de la derrota, pero no conozco la palabra rendición», dijo Tusk. Como parte de su pretendido nuevo comienzo, anunció planes para una renovación del Gobierno en julio que incluirá «nuevas caras». También aseguró que nombraría un portavoz del Gobierno en junio, dando a entender que la coalición necesita encontrar la forma de presentar un mensaje unificado.

La oposición conservadora pidió el adelanto de elecciones y un Gobierno «apolítico» de transición, señaló a través del diputado del PiS Jan Kanthak que «el verdadero voto de no confianza fue concedido por la nación el 1 de junio», en alusión a las presidenciales.