Defensa

Ucrania demuestra que los drones impiden la derrota, pero no pueden conseguir la victoria

La millonaria producción de drones en Ucrania ha sido crucial para frenar a Rusia, pero esta guerra de enjambres de bajo coste, lejos de asegurar una victoria, ya inspira la nueva estrategia militar de Estados Unidos

Operaciones de instrucción de las tropas ucranianas
Operaciones de instrucción de las tropas ucranianasEMAD

La guerra en Ucrania se libra, cada vez más, desde el cielo y con enjambres de pequeños aparatos no tripulados. Desde que comenzó el año, Kiev ha logrado entregar más de un millón de drones a sus tropas, una cifra que esperan duplicar hasta los dos millones antes de que finalice 2024. Este despliegue masivo ha sido clave para contener las ofensivas rusas y evitar una derrota, pero no se ha traducido en una victoria decisiva ni en avances de envergadura en el frente. La realidad sobre el terreno dibuja un punto muerto en la contienda aérea, donde ninguno de los dos bandos logra imponer su superioridad. Esta táctica se basa en el uso de munición inteligente que ataca en enjambres con el objetivo de saturar y colapsar las defensas del adversario.

Detrás de esta hazaña productiva y logística se esconde una profunda reforma en los procesos de adquisición del Gobierno ucraniano. Se ha agilizado la burocracia hasta tal punto que los comandantes en el campo de batalla pueden obtener drones en apenas cinco días directamente de los fabricantes, un plazo impensable en las estructuras militares occidentales más tradicionales. Esta velocidad de respuesta permite adaptar el material a las necesidades cambiantes del combate casi en tiempo real.

Asimismo, a esta eficiencia logística se suma un notable esfuerzo de financiación popular. De hecho, solo desde principios de este año, las donaciones de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales han alcanzado los 2.500 millones de dólares para la compra de estos dispositivos, tal y como recogen desde Defense One. Este respaldo social ha sido fundamental para sostener el esfuerzo bélico y mantener el flujo constante de material hacia las trincheras.

La lección de Ucrania para el Pentágono

Por otro lado, este modelo de innovación y agilidad no ha pasado desapercibido al otro lado del Atlántico. El Pentágono ya está estudiando con detenimiento el sistema ucraniano para intentar imitarlo y acelerar su propia producción de drones de bajo coste. Las altas esferas militares en Estados Unidos son conscientes de que su complejo entramado burocrático les impide competir con la velocidad de adaptación que ha demostrado Kiev.

En este sentido, la lección extraída de este conflicto es clara: la capacidad de innovar con rapidez en el campo de los drones permite erosionar la ventaja de adversarios más grandes y tecnológicamente superiores, aunque no garantiza por sí misma la construcción de una ventaja propia que sea duradera. Se trata de una estrategia de desgaste más que de conquista. De hecho, Estados Unidos ya está dando pasos en esa dirección, con pruebas que permiten a un piloto volar su avión y controlar drones al mismo tiempo, un concepto que redefine el combate aéreo.

De hecho, los estrategas estadounidenses consideran que el futuro del dominio aéreo no dependerá únicamente de estos aparatos baratos y desechables. La clave, según el Pentágono, residirá en la capacidad de integrar de forma eficaz los enjambres de drones con plataformas aéreas tripuladas mucho más avanzadas, como sus cazas y bombarderos de última generación. Para lograr esta simbiosis, la inversión en infraestructuras digitales y, sobre todo, en inteligencia artificial se perfila como el pilar fundamental sobre el que se asentará la futura dominancia militar de Estados Unidos.