Guerra en Ucrania
Ucrania revive los peores episodios de la Guerra Fría
Obama activa el teléfono rojo con Putin y estudia con los aliados una respuesta al posible uso de la fuerza
Suena familiar: Rusia a un lado, Estados Unidos a otro junto con la Unión Europea. Y, en este caso, Ucrania en medio. El presidente Barack Obama habló ayer por teléfono con Vladimir Putin durante hora y media. El día anterior le había advertido a través de un mensaje contundente televisado desde la Casa Blanca sobre el envío de tropas a Ucrania y ayer se lo repitió directamente. Según la oficina de Prensa de la Casa Blanca, el presidente le recordó a su homólogo su profunda preocupación sobre la clara violación de Rusia de la soberanía e integridad territorial de Ucrania. «Washington pide a Rusia que rebaje las tensiones con la retirada de sus fuerzas a sus bases en Crimea y se abstenga de interferir en cualquier lugar en Ucrania»,dijo Obama. «EE UU suspenderá la participación en las reuniones preparatorias del G-8 (que tendrá lugar en Sochi en junio, si Rusia sigue con la violación de la soberanía y la integridad territorial de Ucrania)», se explicó en el texto sobre la conversación entre Putin y Obama, que sabe que esta cita es fundamental en los planes del ruso de elevar la estatura internacional de su país.
Horas antes, el Parlamento ruso había pedido a Putin que llamara a consultas al embajador de EE UU en Moscú, porque las palabras de Obama «insultaban» a Rusia. Aunque el mandatario ruso todavía no ha dicho si lo hará o no, sí que se preparó el marco legal para el despliegue de tropas en Ucrania, que según el embajador ucraniano ante Naciones Unidas ascienden a 15.000 efectivos. Mientras, durante su conversación ayer con el presidente estadounidense continuó con esta narrativa y justificó su postura debido al supuesto peligro de que la violencia sobrepase las fronteras. La presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU, la embajadora de Luxemburgo, Sylvie Lucas, convocó a los miembros a consultas informales, que después se convirtieron en una sesión de emergencia, donde el embajador ruso Vitaly Churkin continuó con la retórica del Kremiln. No se espera que tenga lugar ninguna resolución de condena, debido a que Rusia tiene derecho a veto en este órgano.
Ironías del destino, la crisis de Crimea coincide este año con el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y el 25 aniversario de la caía del Muro de Berlín. «Debemos demostrar que hemos aprendido algo del pasado. Los conflictos deben resolverse por medios pacíficos, y eso tiene que ser también posible en Ucrania», ha señalado la canciller alemana, Angela Merkel, quien está moviendo todos los hilos de su diplomacia para intentar contener a Moscú.
Ayer, a través de su ministro de Exteriores, llamó a una reunión urgente de los socios europeos para aprobar una posición común ante la crisis de Ucrania y la intervención rusa. «Quien eche ahora más gasolina al fuego, con palabras o con hechos, fomenta conscientemente una escalada» de la crisis, advirtió Frank-Walter Steinmeier. La OTAN también convocó a una reunión de urgencia para hoy en Bruselas.
Por su parte, la Comisión Europea intenta mantener la calma. «Queremos una solución política a través del dialogo, entre todas las partes en Ucrania. Llamamos a todos los actores, y digo todos, a respetar más que nunca la integridad territorial de Ucrania», señalaba el viernes el portavoz comunitario, Olivier Bailly.
En el corto plazo, los problemas se acumulan. Crimea se ha convertido en una incógnita por despejar, pero además subyace un problema económico evidente, cifrado en 35.000 millones de dólares hasta finales de 2015, según Kiev. El eurodiputado del PP, José Ignacio Salafranca, defiende por ello que la UE ayude en la transición del país y lidere una Conferencia de Donantes, junto con EE UU, Rusia y el Fondo Monetario Internacional, entre otros actores. Sin embargo, todo el mundo es consciente de que, a diferencia del préstamo ofrecido por Rusia a Yanukovich, las condiciones no sólo deben ser políticas, sino que todo rescate debe enmarcarse en requisitos de reformas económicas estructurales, dolorosas para la población. Y eso, de cara a las elecciones de mayo puede ser difícil de digerir. Desde noviembre, en Bruselas el mensaje no ha cambiado con respecto al Acuerdo de Asociación con la UE que el depuesto presidente Yanukovich dejó de lado y que provocó las protestas en su contra. «Sigue sobre la mesa y es un acuerdo sólido para profundizar nuestro acercamiento político con Ucrania y la integración económica de Ucrania», destaca un portavoz. Desde la Comisión Europea, insisten en que la Unión desea ayudar «política y financieramente» en «la fase de transición» que Ucrania atraviesa. «Tenemos varios instrumentos. Instrumentos propios de la UE y de su presupuesto: financieros, presupuestarios o políticos». Sin embargo, con Crimea en el ojo del huracán, todo está en suspenso. La intervención rusa pilla a Bruselas con el pie cambiado y sin una respuesta firme.
Qué se juega Obama
- Obama ya marcó la «línea roja» respecto a Siria y luego no cumplió su amenaza.
- En el terreno doméstico, este es un año electoral importante, por lo que las decisiones en política exterior pasarán factura en las urnas.
- El presidente estadounidense se juega su «palabra» y su credibilidad en la escena internacional.
- Sus palabras del viernes le han servido de munición a los republicanos para sugerir que tiene miedo de Putin.
Qué se juega Putin
- Vladimir Putin no está dispuesto a dejar marchar aquellas zonas donde hay población rusa. Tampoco a ceder influencia bajo su presidencia.
- Putin se juega su prestigio tanto a nivel internacional como doméstico. El carácter agresivo le jugará malas jugadas en la escena global.
- Él se ha encargado de fomentar el nacionalismo, por lo que muchos rusos necesitan ver firmeza en sus actos en Crimea.
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