Política

Brexit

Un acuerdo que levanta muchas dudas entre los 27

Las cancillerías critican las cesiones de Barnier tras acceder al texto

La primera ministra Theresa May está en el punto de mira dentro de su partido / Reuters
La primera ministra Theresa May está en el punto de mira dentro de su partido / Reuterslarazon

Las cancillerías critican las cesiones de Barnier tras acceder al texto.

Los embajadores de los Veintisiete se volverán a reunir mañana para seguir negociando el pre- acuerdo del Brexit. La finalidad es que los jefes de Estado y de Gobierno puedan refrendarlo en la cumbre del próximo día 25 y no se esperan grandes sorpresas a este lado del Canal de la Mancha. Pero esto no puede ocultar que se trata de un texto muy complejo que también ha suscitado muchas dudas imprevistas en algunas capitales.

Método

Mientras el pasado martes los miembros del Gabinete de Theresa May tenían acceso al documento (uno a uno), ocurría lo contrario en la capital comunitaria. Los embajadores de los Veintisiete no pudieron leer el texto durante las casi cuatro horas que duró el encuentro; sólo fueron informados por Sabine Weidman, la segunda del equipo de Michel Barnier. A micrófono cerrado, algunos diplomáticos no pueden evitar reproches más o menos educados. Ahora, apenas tendrán diez días para introducir modificaciones.

Mandato

Fuentes comunitarias reconocen que el equipo de Barnier ha llevado hasta los límites el mandato recibido de los Veintisiete. La solución dada a Irlanda del Norte para evitar una frontera dura en el Ulster tiene poco que ver con el «backstop» (solución de emergencia) conocida hace unas semanas. Bruselas (en parte) ha acabado cediendo a ciertas peticiones de Londres ya que la solución es más imaginativa de lo esperado. El principal reproche reside en que este acuerdo abre la puerta a sentar las bases de la relación futura. El mantra en la capital comunitaria era separar claramente las dos negociaciones.

Solución irlandesa

Sigue siendo el nudo gordiano. El preacuerdo impone dos uniones aduaneras de diferente calado: la de Irlanda del Norte con el resto del territorio europeo y la de Reino Unido en su conjunto. Fuentes diplomáticas definen el acuerdo como una «matrioska». «Sólo lo entendemos cuatro. Por eso es muy difícil de vender a la opinión pública», aseguran las fuentes.

Cooperación con Londres

Si tras el periodo transitorio no se ha llegado a un acuerdo sobre la relación futura, todo Reino Unido permanecerá en la unión aduanera e Irlanda del Norte deberá estar alineada normativamente con el bloque europeo, para evitar controles fronterizos en la República de Irlanda. El resto del territorio deberá respetar los estándares medioambientales, fiscales y de ayudas de Estado europeas como modo de no hacer competencia desleal al bloque comunitario. Esto incluye las nuevas normas que entren en vigor, lo que Bruselas ha bautizado como «alineamiento dinámico». Habrá un organismo con representantes de Londres y Bruselas que pueden convocar un arbitraje en caso de disputa. El Tribunal de Justicia de la UE tiene la última palabra en la interpretación del derecho europeo, pero puede que alguna de las partes alegue que un conflicto no le compete para zafarse de él. Debe demostrarlo mediante un sistema de audiencias y es difícil que el procedimiento funcione.

Duración del sistema

Ante el peligro de quedar atrapado en esta situación, Reino Unido pretendía poder abandonar de manera unilateral la unión aduanera. Bruselas no ha transigido. Esta posibilidad deberá ser consensuada entre las dos partes siempre y cuando se respeten los acuerdos de Viernes Santo. Pero ante el vendaval vivido en Reino Unido, ahora son los Veintisiete quienes empiezan a temer que este «backstop» dé pie a un Brexit eterno si las dos partes no se ponen de acuerdo.