Ensayo nuclear Corea del Norte

Un dolor de cabeza llamado Kim Jong Un

La Razón
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A China no le interesa un incremento de la tensión en la península coreana por motivos económicos y estratégicos. «Las relaciones entre Pekín y Pyongyang están en su punto más bajo en la historia reciente, ahora que China está trabajando con EE UU para disuadir a Kim Jong Un. Es algo inédito», opina Bruce Cumings, profesor de la Universidad de Chicago y uno de los mayores

expertos en la materia. «China está enfadadísima, sobre todo porque el programa nuclear y las provocaciones de su viejo aliado empujan al rearme de Japón y a Corea del Sur y justifican que EE UU refuerce su Séptima Flota en el Pacífico», argumenta Cumings. De hecho, el Gobierno de Obama anunció a mediados de marzo la inversión de mil millones de dólares en crear un paraguas de misiles defensivo en Alaska mirando hacia Asia, algo que, según Pekín, no tiene como objetivo prioritario contener a Corea del Norte, sino preparar el tablero para afrontar con ventaja el ascenso de China hacia el trono de primera potencia mundial. «La verdad es que Kim Jong Un merecería recibir un premio de los halcones del Pentágono y de los fabricantes de armas, porque con sus amenazas está haciendo realidad el sueño de muchos». A pesar de salir perjudicado con la actitud de su viejo aliado, China no puede abandonar a Corea del Norte a su suerte, ya que el derrumbe del régimen tendría consecuencias imprevisibles y generaría una enorme presión en la frontera. «Se temen avalanchas de refugiados, por ejemplo, así como enormes arsenales militares en manos de grupos sin control. La opción de una Corea unificada bajo mando de Seúl tampoco convence a Pekín porque, si eso ocurre, todos los países que rodean China serían aliados de Washington. Es un dilema difícil», según admiten observadores chinos.