Historia

Miami

Un gigante insobornable

La Razón
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Cuando finalmente lo pude abrazar en la sala de su humilde casa de Miami en 2013, a mí me pareció que estrechaba entre mis brazos la Historia de Cuba. Allí estaba el comandante Huber Matos, aquel que la propia propaganda del castrismo no pudo jamás obviar. Huber, en cada una de sus expresiones y palabras hacia mí, dio clases de cómo debía ser democratizada Cuba, siempre con una actitud simple, cercana a la modestia, como lo fue toda su vida. Él me hizo un análisis de todos los errores que cometíamos como opositores no violentos a los satánicos hermanos Castro. También me advirtió de que el castrismo estaba a la creación de opositores falsos, para que estos espurios seudo disidentes les permitiesen a los gobernantes totalitarios –en el momento de arribar a un cambio político– cuestiones inaceptables para cualquier demócrata, y que este cambio no fuese más que otro engaño al pueblo cubano.

Fue entonces cuando entendí por qué Huber Matos era alguien tan peligroso para el castrismo. Este gigante por la libertad y la democracia de Cuba, nacido en la oriental ciudad de Manzanilla, no pudo ser manipulado, chantajeado o comprado por los castristas, y el horrible sistema político social que levantaron hace 54 años en esta isla. La peligrosidad de Huber Matos consiste en que bajo ninguna circunstancia se debe aceptar las condiciones del tirano. Y para cualquier gobernante totalitario, el ciudadano más peligroso es aquel que no pierde la esperanza de lograr, a lo cerca o a lo lejos, la Justicia para la tierra que lo vio nacer.

La última vez que estuve con él fue la que más me marcó, pues alguien en una conferencia en la Casa Barcardí de la universidad de Miami hizo un llamado al cansancio frente el castrismo y él, enfermo, se puso de pie y dijo: «Que se canse quien se quiera cansar, yo y otros que estamos aquí, no nos cansaremos».

* Periodista cubano y premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2010