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Tropas leales a Maduro sofocan el asalto a una base del norte del país

La intentona de una veintena de soldados que se declararon en «rebeldía» se saldó con al menos dos muertos y varios detenidos

Los militares sublevados
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La intentona de una veintena de soldados que se declararon en «rebeldía» se saldó con al menos dos muertos y varios detenidos.

Un grupo de militares de Valencia, una ciudad al norte de Venezuela, liderados por el capitán de la Guardia Nacional Bolivariana Juan Caguaripano, anunciaron ayer que se declaraban en «rebeldía» contra la «tiranía asesina» de Nicolás Maduro, y enviaron un mensaje al pueblo venezolano a través de un vídeo. «Nos declaramos en legítima rebeldía, unidos hoy más que nunca, con el bravo pueblo de Venezuela, para denunciar la tiranía asesina de Nicolás Maduro. Aclaramos que esto no es un golpe de Estado. Ésta es una acción cívica y militar para restablecer el orden constitucional. Pero más aún, para salvar al país de la destrucción total, para detener los asesinatos de nuestros jóvenes y familiares», explicó el uniformado. «Señores de la Asamblea Nacional, ya pasó el tiempo de pactos y acuerdos ocultos entre tiranos y traidores. Necesitamos políticos honestos, que pasen por encima de las cúpulas corruptas que traicionan al pueblo. Por ello, exigimos la conformación inmediata de un gobierno de transición y elecciones generales libres», agregaba el militar sublevado.

El anuncio precedió a una situación tensa en el cuartel de la Brigada Blindada 41° en Naguanagua, Carabobo, un lugar conocido como Fuerte Paramacay. En medio de la confusión, varios testigos informaron de detonaciones y movimientos de tropas en lo que habría sido una alzamiento rebelde denominado «Operación David». Según un portavoz del Ejército, siete personas fueron arrestadas. Además, según confirmó el presidente Maduro, hubo dos fallecidos. «Dos fueron abatidos por el fuego leal a la patria, uno está herido. De estos diez atacantes que quedaron en las instalaciones del Paramacay, nueve son civiles y sólo uno es un teniente desertor», dijo en su programa «Los domingos con Maduro». «Hubo que ganarles con balas al terrorismo», añadió.

Según la prensa local el grupo de insurgentes habría robado armas del cuartel. Por su parte, el líder chavista Diosdado Cabello confirmó que «atacantes terroristas» entraron al fuerte militar, uno de los mayores de la ciudad de Valencia, y que hubo varios detenidos. «Tras el ataque se activaron planes de defensa, despliegue de tropas, para garantizar la seguridad interna», señaló Cabello.

Más tarde, sin embargo, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, aseguraba que esta acción fue ejecutada por un «grupo de delincuentes civiles» portando prendas militares junto a un primer teniente en situación de deserción. «Parte del grupo logró sustraer algunas armas y están bajo intensa búsqueda por parte de organismos de seguridad del estado», indicó

El episodio se produjo horas después de que una criticada Asamblea Nacional Constituyente realizara su primera sesión, asumiendo poderes especiales sobre el resto de las instituciones del Estado, y en medio de una serie de protestas contra el régimen que han sido brutalmente repelidas por las fuerzas de seguridad con un saldo de más de cien muertos. La población civil salió a defender a los militares rebeldes en los alrededores de la base.

Una testigo afirmo a LA RAZÓN que «una tanqueta de la Guardia Nacional y un pelotón de guardias llegaron y dispararon gases lacrimógenos para dispersar a la gente que estaba concentrada y que gritaba libertad». «Desde las cuatro de la mañana estuvieron disparando», dijo otra vecina del lugar que pidió no ser identificada y que añadió que pasaron «muchas ambulancias» hacia el cercano fuerte militar. Además hubo registros y controles en Caracas.

Caguaripano, presunto líder del alzamiento, ya se había expresado en contra de la represión de las protestas contra el Gobierno realizada en 2014, y había dicho en ese momento que «no podemos seguir siendo el brazo armado de un partido político».

El levantamiento militar de ayer, sin intenciones golpistas según ellos y a cara descubierta, pasa a engrosar la lista de episodios que despiertan suspicacias en Venezuela. Por ejemplo el 28 de junio, Óscar Pérez, agente del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), robó un helicóptero y realizó un ataque contra las sedes del Ministerio del Interior y del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y desde entonces está en paradero desconocido.

Lo más sorprendente es que el piloto siga libre e incluso se pasee en las marchas haciendo declaraciones a la Prensa. Lorena Mansilla, analista de la Universidad Andrés Bello, afirma que «existen diferencias» entre los anteriores «levantamientos» y el de ayer. «Por un lado, ayer fueron militares los que irrumpieron pero en el caso del Pérez, es un hombre de la Inteligencia. Servicios secretos, y entre ellos, se defienden. Creo que lo creen inofensivo y seguramente, con información que le blinde».

Parece difícil que en un país tan militarizado, donde 23 generales ocupan altos cargos en el Gobierno, incluido el Ministerio de Economía, y en donde los halcones de Ejército manejan el negocio del narcotráfico –el 60% de la cocaína que sale de Colombia pasa por Venezuela–, pueda haber un descontento en las filas. Sin embargo ha habido algunos síntomas que encienden las alertas. El pasado abril tres militares activos se sublevaron, huyeron a Colombia y aparecieron en un vídeo invitando a darle la espalda al Gobierno de Nicolás Maduro. Caracas sigue pidiendo su extracción.

Por otro lado, en los últimos meses, más de cien militares fueron detenidos. Otros fueron enviados a la reserva. El propio Gobierno acabó admitiendo que había abortado un intento de golpe de Estado aunque, como siempre, es difícil comprobar la veracidad de los hechos. Sea como sea, está claro que algo se mueve en los cuarteles.