Política

Papel

Un «negocio» policial

Patricia Garrido*

La Razón
La RazónLa Razón

- ¿Por qué se han descubierto ahora estas fosas comunes y campos de internamiento? ¿Existe algún interés por parte de las autoridades de Malasia e Indonesia?

–Por supuesto que existe un interés. El Departamento de Estado de Estados Unidos está a punto de revisar el estatus de los países según el esfuerzo que hacen por luchar contra el tráfico de personas y la trata. Malasia y Tailandia se encuentran en el escalón más bajo, donde este tipo de delitos se cometen con total impunidad e incluso con la connivencia de las autoridades. En los últimos días antes del examen tenían que dar la apariencia de que estos delitos se persiguen en Tailandia, pero la verdad es que la situación de los rohingya lleva así durante diez años.

- ¿Sigue siendo Tailandia un paraíso para el tráfico de personas?

–Es un paraíso mundial del tráfico desde, al menos, veinte años. La dictadura militar que gobierna en Tailandia desde el golpe de Estado de hace menos de un año necesitaba ahora mostrar una mejor imagen y no dar la impresión de que es un Estado que da cobijo a estas prácticas. De esto dependen los criterios desde la prima de riesgo que pagan por sus bonos hasta las inversiones en el país. Hay mucho dinero en juego.

- ¿Cómo funcionan estos campos de concentración?

–Están regidos por la Policía de inmigración tailandesa. Son muy conocidos por todo el mundo. Los que dirigen las mafias son en el 90% de los casos los miembros de la Policía. En ellos se comercia con mano de obra esclava. En Tailandia, todas sus infraestructuras (autopistas, edificios...) son realizados por mano de obra esclava. Los explotan y los que se salen de las directrices les pegan un tiro y punto. Así es como los tratan. Son campos de extermino al estilo nazi.

*Responsable del Sureste Asiático de Manos Unidas. Preguntas de Á. Nieto