El Futuro de Venezuela

Un santuario chavista para mitificar al líder

Fotografía que muestra a unos visitantes en la pequeña e improvisada capilla en honor a "Santo Hugo Chávez del 23", en el combativo barrio del 23 de Enero de Caracas (Venezuela),
Fotografía que muestra a unos visitantes en la pequeña e improvisada capilla en honor a "Santo Hugo Chávez del 23", en el combativo barrio del 23 de Enero de Caracas (Venezuela),larazon

Desde que murió Hugo Chávez, la memoria del presidente está inmersa en un proceso de cuasi deificación encabezado por su sucesor político, Nicolás Maduro. Durante toda la campaña electoral, la retórica del candidato oficialista aumentó, comparando a Chávez con figuras religiosas. «Nos declaramos apóstoles de Hugo Chávez». Los seguidores del chavismo aceptan de buen grado las bondades de su desaparecido líder, a quien siempre han tenido en el altar de la política. Ahora, ya desaparecido, lo tienen además para rezarle. De hecho, desde hace mucho tiempo en las tiendas que venden productos vinculados a la santería se podían comprar figuritas de Chávez, junto a las de Bolívar, María Lionza, el beato Dr. José Gregorio Hernández y otros «santos» del culto sincrético venezolano. Y es que la mitificación de Chávez está en marcha. Uno de los últimos ejemplos es el vídeo divulgado por Vive TV, perteneciente al Estado, que muestra a Chávez llegando al paraíso, donde es recibido por Bolívar, Guaicaipuro, el guerrillero Ernesto Che Guevara o el fallecido presidente chileno Salvador Allende. LA RAZÓN visitó la humilde capilla, cuyo nombre es «Santo Hugo Chávez», ubicada en el barrio 23 de Enero de Caracas. La casita es pequeña, de madera y azul. Dentro, está repleta de flores, velas, figuras religiosas y otros obsequios dejados cada día por cientos de venezolanos que se acercan a rendir homenaje al fallecido líder bolivariano. «Arriba, en el Cuartel de La Montaña, donde se encuentra nuestro comandante supremo, no se le puede llevar flores, ni velas. Entonces se tomó la iniciativa de hacer esto para que el pueblo pudiera venir a dejar las flores o las velas», nos cuenta una de las impulsoras de la capilla, Elizabeth Torres. Subiendo una cuesta llegamos hasta el cuartel. En la fila que aguarda para ver unos segundos la tumba hay venezolanos venidos de ciudades lejanas como Maracaibo, Puerto La Cruz o Cumaná, pero también chinos, colombianos o españoles. «Nosotros vivimos y trabajamos en Caracas gracias a Chávez», afirma una pareja china. La entrada al mausoleo donde yace Chávez es custodiada por cuatro soldados vestidos con uniforme antiguo de la guerra de la independencia. El recorrido nos lleva dentro del edificio, donde en medio de una piscina de mármol yace el cuerpo de Chávez, que no está visible. Desde ahí pasamos a un salón contiguo donde explican y cuentan la vida del comandante; parece un «tour» turístico bien preparado. El coronel pregunta y los turistas contestan y exclaman en voz alta: «Patria o muerte». Todo el recorrido dura 20 minutos, y al salir te entregan un mapa de Caracas y de sus lugares turísticos. Esta Semana Santa, las estampitas de Chávez competían a las puertas de las principales iglesias de Caracas en la preferencia de la clientela-feligresía con las tradicionales figuras de vírgenes típicas de la fechas. Pero en una sociedad tan dividida como la venezolana, lógicamente no todos creen que Chávez haya sido un santo y consideran que la beatificación es una burla de la fe católica, que profesa la mayoría de los ciudadanos. El arzobispo de Caracas, el cardenal Jorge Urosa, pidió no seguir comparando a Cristo con gobernantes o personas de este mundo, porque asegura a LA RAZÓN, «se trata del mismo Dios hecho hombre y no es equiparable a ningún líder».