Guerra en Siria
Una crisis humanitaria que amenaza a toda la región
Lo que comenzó como una protesta popular contra el presidente Bachar al Asad en marzo de 2011 se ha convertido en una cruenta guerra civil con más de 100.000 muertos y 1,9 millones de refugiados. Cada día se suceden imágenes de asesinatos y matanzas en las que la mayoría de las víctimas son civiles. De los 100.000 fallecidos, Unicef asegura que más de 6.500 son niños y más de 897.000 han tenido que refugiarse en otros países. Los menores llegan a los campos de refugiados exhaustos, según la organización: «Al estrés emocional por la violencia que han sufrido se suma la situación de desarraigo y la incertidumbre que produce la huida del hogar», asegura. Además, el precario modo de vida: acceso insuficiente a servicios básicos de salud, agua potable o educación no ayuda. La violencia no cesa y la crisis humanitaria es tan grave que desde el jueves 35.000 personas han cruzado la frontera con Irak. Según Acnur, el récord de refugiados está en 9.000 personas en un solo día. La mayoría de los desplazados, señala la organización, son mujeres, ancianos y niños. El flujo de refugiados empieza a controlarse. «El Gobierno regional del Kurdistán ha fijado una cuota diaria de 3.000 personas, aunque el lunes permitió cruzar a 5.000», explicó Jumbe Omari, de la Organizacin Internacional para las Migraciones. El «problema» de este número de refugiados es que suponen un factor que puede desestabilizar a los países de la zona. El caso más destacado es el de Jordania: allí hay más de 560.000 sirios refugiados, un 10% de la población. Esta afluencia de refugiados está poniendo a prueba las infraestructuras jordanas, ha habido un incremento de la demanda del agua, electricidad, alimentación y enseñanza. Incluso empieza a haber competencia por el empleo. Amnistía Internacional ha denunciado que las autoridades están controlando la entrada y no garantizan el acceso a todas las personas. Entre otros casos, destaca el de Amina y sus seis hijos. Les concedieron el visado, pero no podrán entrar en el país hasta dentro de un mes. «No tenemos agua, ni pan, dormimos en la carretera junto a un centenar de familias», relata. Ante la situación, Jordania se ha visto obligada a construir un nuevo campo de refugiados.
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