Referéndum en Grecia

Una jugada oportunista y astuta

La Razón
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Al convocar de nuevo a las urnas a los griegos, Tsipras demostró ser un verdadero estratega. Si en las últimas elecciones los electores fueron a votar si aceptar o no las severas exigencias de austeridad de los acreedores europeos, estas elecciones son una herramienta para que Alexis Tsipras revalide su poder. Lo que hace es tratar de asegurar su posición antes de que los griegos empiecen a sentir, si cabe, con más fuerza los recortes exigidos por Europa. Al principio parecía que Tsipras y Syriza tenían poco que temer de los otros grandes partidos políticos griegos, pero lo cierto es que el apoyo masivo que tenía de un ciudadano medio hoy no está garantizado. La campaña del partido Nueva Democracia cada vez consigue más apoyos, aunque siguen pesando la corrupción instaurada en su partido y el hecho de haber sido el partido que llevo a Grecia a la crisis.

Las preocupaciones por la falta de armonía en las propias bases de Syriza no son una imagen que Tsipras quiera mostrar a sus electores, lo que quiere proyectar es que los griegos deberían tener la oportunidad de votar sobre la aprobación o desaprobación de las decisiones del país; no ha entendido que acudir más a la urnas no significa más democracia y que sólo acarrea más inestabilidad para un país falto de ella. Lo cierto es que su victoria a principios de este año ya no es válida. Cuando los griegos querían menos medidas de austeridad, Tsipras les prometió hacerlo y fracasó. Cuando su pueblo dijo no al nuevo programa de rescate europeo, después de que él mismo aconsejara un «no» en el referéndum, luego no cumplió. Hoy en día Tsipras tiene a muchas personas descontentas, pero su popularidad no parece encogerse. Asegurar un fuerte mandato para gobernar en esta fase, justo antes de que las medidas de austeridad sean más duras, es un movimiento oportunista pero astuto.

*Investigador principal del «think tank» European Student en Holanda