Reino Unido

Una líder hermética

La Razón
La RazónLa Razón

Theresa May (Eastbourne, 1956) es considerada «la nueva dama de hierro», una persona fría, distante y sin una especial habilidad para socializar, pero concienzuda, trabajadora y funcional. «Una mujer difícil de trato, pero eficaz en su trabajo», dicen de ella algunos de sus compañeros del Partido Conservador. Su marido es Philip May (58), financiero en la City de Londres, banquero en Capital Group desde 2005 y uno de sus máximos defensores en política. Después de 35 años de matrimonio –sin descendencia– y una larga vida juntos, que comenzó cuando ambos eran estudiantes en el campus de la Universidad de Oxford, Philip la define como una persona que «nunca pierde la calma». La pareja sigue fuertemente unida y es vista como un ejemplo de matrimonio tradicional y convencional británico.

Desde que May saltó a la palestra como la gran favorita para suceder a David Cameron, su personalidad ha sido objeto de numerosos análisis. Muchos de ellos coinciden en que no han sido ni su don de gentes ni su simpatía los que la han catapultado al podio «tory». En este sentido, acostumbran a compararla, por su templanza y firmeza, con Margaret Thatcher, e incluso llegan a denominarla la nueva Angela Merkel, con la que, además de su firmeza y resolución, comparte el ser hija de un vicario. Los padres de May, el pastor anglicano Hubert Brasier y Zaidee, murieron muy jóvenes: primero él, en 1981, en un accidente de tráfico, y doce meses después, ella. Dos sucesos que asestaron un duro golpe a la vida de la que ha sido la titular de Interior desde 2010, lo que la convierte en la ministra que más tiempo ha ocupado esta cartera en la política británica.

Licenciada en Geografía, inició su vida laboral en el Banco de Inglaterra, y trabajó durante los siguientes siete años en la Association for Payment Clearing Services –primero como jefa de asuntos europeos; luego como asesora de temas internacionales– para después adentrarse en la política. Ése era el mundo que realmente le apasionaba desde pequeña. Con sólo veinte años logró convertirse en concejala en el distrito londinense de Merton. En 1997, fue elegida parlamentaria por Maidenhead e hizo historia en 2002 al convertirse en la primera mujer en presidir el Partido Conservador. Tímida defensora de la permanencia de Reino Unido en la UE y cuya postura en torno al bloque comunitario no se conoce con detalle por su discreto e inaccesible perfil, apuesta por el pragmatismo político y es reticente a la inmigración masiva, ya que cree que sus beneficios son «cercanos a cero» y amenazan la cohesión de Reino Unido.

A pesar de su duro pasado familiar, May –de carácter marcadamente introvertido– logró que su dolor no trascendiera a su figura política, ya que no es partidaria de que se mezcle su vida privada con su profesión y se muestra visiblemente hermética sobre sus asuntos personales. Esta ausencia de datos alimenta todo tipo de hipótesis sobre ella.

Si hay algo que los medios británicos han resaltado de May ha sido su particular estilismo, caracterizado por trajes sobrios y coloridos complementos, como sus típicos zapatos de tacón de piel de leopardo. Según fuentes cercanas a la que será la segunda «premier» de la historia británica, May es una amante de la moda a la que no le importan las opiniones de los demás acerca de su aspecto. El «Daily Mail» llegó a llamarla la nueva Delevingne (actriz y modelo británica), una comparación a la que la política respondió con una sonrisa, pese a que el sentido del humor no es una de sus grandes cualidades.